Martín Arceo S.
Publicado: 01/10/2013 09:07
Don Sixto Valencia (28 de marzo de 1934, Villa de Tezontepec,
Hidalgo), leyenda viviente de la historieta mexicana, será objeto de un homenaje
que incluirá una exposición de su trabajo a partir de este martes 1 de octubre
–misma que durará hasta el día 18 de este mes—, en las instalaciones del
Instituto Nacional del Derecho de Autor (Indautor), ubicadas en el número 143 de
la calle de Puebla, en la colonia Roma de la ciudad de México.
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La vida de Sixto es la historia del cómic mexicano. Si bien es
inmortal por ser realizador de la imagen definitiva de Memín Pinguín,
creado a mediados de la década de 1940 por la guionista Yolanda Vargas Dulché,
una de las más grandes narradoras mexicanas del Siglo XX –y que apareció por
primera vez con ilustraciones del dibujante Alberto Cabrera—, su arte dio vida a
sueños de papel, lo mismo en ambientes urbanos que en selvas, la Galilea bíblica
y el México prehispánico.
El Maestro Sixto, como es conocido en el medio de la
historieta, recibió su nombre por ser el sexto varón de una familia de 12 hijos.
A falta de papel, realizó sus primeros dibujos en pedacería de madera descartada
en la carpintería de su familia.
En 1945 su familia se mudó de Hidalgo a la ciudad de México.
Una vez que terminó la secundaria estudió dibujo publicitario en la Academia de
San Carlos, pero dejó la escuela “por ir a hacer mis primeros pininos en el
dibujo, para el directorio telefónico. En esas estaba cuando vi en el Aviso
Oportuno del periódico un anuncio donde solicitaban a un dibujante de
historieta. Así llegué con Guillermo Marín, que hacía la revista de (el boxeador
Raúl) El Ratón Macías en fotomontaje”, recordó en entrevista.
Con Marín trabajó para Editormex y luego para José G. Cruz –hoy
mejor recordado por sus cómics del luchador El Santo—, en su serie Adelita y
sus guerrillas. Eventualmente trabajó en La Prensa, donde dibujó
las aventuras de aviadores El Halcón Negro en 1959. En ese mismo año se
incorporó a la editorial EDAR, propiedad de Vargas Dulché y de su esposo
Guillermo de la Parra, antecesora de Grupo Editorial Vid.
En EDAR ilustró El Libro Único, Milagros de Cristo
(recordada en el medio del cómic mexicano como Milagros de Sixto),
Criollo el Caballo Invencible, El Látigo Negro, Biografías
Selectas, Cuentitos, Fabulitas, y a partir de 1963 dibujó
en carboncillo Memín Pinguín.
Luego de la primera edición de Memín, continuó laborando en
EDAR, donde hizo la serie Balam, y en 1983 la Secretaria de Educación
Publica, que difundió y promovió a la historieta como arte y parte de la cultura
popular mexicana, lo invitó a realizar el Periquillo Sarniento,
original de José Joaquín Fernández de Lizardi y adaptado por Gonzalo Martré,
“obra que me dejó una muy grata satisfacción, y me malacostumbró a no trabajar
con guionistas chafas”, indicó.
A principios de la década de 1990 dirigió la revista
Mad en español, y para fines del siglo XX colaboró en la revista La
serpiente desplumada, con argumento de J.J. Sotelo, una sátira de la
realidad mexicana ambientada en la Gran Tenochtitlán.
Ya más recientemente, dibujó Las aventuras del Doctor
Simi, y cómics de divulgación como las publicadas por “Eidos Comunicación
Ferrohistorietas, revistas dirigidas a nuestros paisanos indocumentados en
Estados Unidos, para hacer valer sus derechos, para aprender el manejo de
equipos, o la manipulación de pesticidas, prevención de enfermedades y
contagios”.
Generoso, guió a varias generaciones de historietistas
mexicanos, entre quienes identifica como los más aventajados al finado Joel
Kuri, a Martín Avilés y a Vicente Samperio. No obstante es consciente de la
importancia de la instrucción académica, asegura que para dibujar lo más
importante es “practicar, practicar y practicar”.
Entre los reconocimientos a su obra, “el 8 de diciembre de 2003
me entregaron en Bellas Artes la Medalla del Orden de Honor Nacional al Mérito
Autoral. En noviembre de 2005 presenté tres dibujos de Memín Pinguín al
Servicio Postal Mexicano, con el propósito de hacer un timbre postal en homenaje
a la historieta mexicana, como parte de una serie que inicio con la Familia
Burrón.
“Después de presentar muchos dibujos, el 28 de junio de ese año
se efectuó la cancelación del timbre, pero mi primer sorpresa fue que no
eligieron un dibujo sino cinco y de ahí toda la rebatinga que se desató”, cuando
líderes de opinión estadunidenses se quejaron de que se mostrara en un timbre
postal la caricatura de un personaje afroamericano.
Pero su logro más grande fue que se le reconociera como dueño
de la imagen gráfica de Memín, con el expediente 1216438 con número de registro
1330306 del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, emitido el pasado 28
de febrero, luego que pasar dos décadas en tribunales.
El reconocimiento de esta propiedad obliga a Grupo Editorial
Vid a celebrar un convenio de licencia de uso y de explotación de marcas con el
que fue el dibujante de la serie por setenta años, o incurrirá en infracciones
administrativas, según el artículo 213 de la Ley de la Propiedad Industrial.
Es momento de celebrar a uno de los más grandes dibujantes
mexicanos, al hombre, al papá de Memín, al gran Sixto Valencia.
arcus666@yahoo.com
@mistery_charro
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