Josetxo Zaldúa
Publicado: 23/10/2013 23:33
Publicado: 23/10/2013 23:33
Offside/Fuera de lugar es un fantástico viaje hecho libro que nos
lleva por el maravilloso laberinto futbolero y su íntima conexión con la siempre
traumática migración. Es una compilación acuciosa a cargo de Guillermo Alonso
Meneses, sociólogo defeño más amante de su profesión que del futbol, y de Luis
Escala Rabadán, antropólogo canario gustoso del balón y del surf. Investigadores
adscritos al Colegio de la Frontera Norte (Colef), con sede en la indómita
ciudad fronteriza de Tijuana, nudo multiétnico y multicultural donde los haya,
esta pareja de soñadores y sus colegas firmantes destripan y describen las
entrañas sociológicas del poder futbolero.
Futbol es, casi por regla, identidad, pertenencia grupal, el oasis donde los jodidos pueden curar sus heridas. Más allá del negocio que nos emboba, el balón tiene la capacidad de unir culturas, colores y modos de pensar. El futbol llanero es la nodriza de un enorme fenómeno social: puedes medio matar a tu rival en la polvorienta cancha pero, terminado el envite, llega la convivencia aderezada con viandas y bebidas generosas, y las patadas se olvidan porque lo importante es haberlo hecho.
Por ello el libro profundiza en la enorme raíz identitaria del futbol: el fenómeno se desató singularmente al fragor de las guerras mundiales y, en el caso mexicano, tras la guerra civil lanzada por los fascistas españoles encabezados por el generalísimo Francisco Franco. Bien se sabe que las conflagraciones generan enormes fracturas sociales y divisiones familiares. También diásporas, esos masivos movimientos de gente que busca un rincón donde recomponer la vida.
De unos años al presente, los mal llamados sin papeles latinoamericanos y caribeños, con acento especial, por lo masivo, en los mexicanos, encuentran en el balón el refugio que les hace olvidar por un buen rato la aspereza cotidiana, el vivir a salto de mata, siempre con el jesús en la boca. La raza encuentra en el futbol el cataplasma a los dolores diarios: mientan madres en la cancha pero son felices oyéndose. Se identifican, se hermanan así sea por unas pocas horas. Es alimento.
Los ingleses trajeron el futbol a México al calor del boom minero. Recalaron en Pachuca, llamada ya la cuna del futbol mexicano. No fue esa una migración obligada por algún conflicto bélico, si no más bien resultado de la expansión económica afín a los países industrializados. El chiste es que ricos y pobres acaban siendo iguales cuando se pelean por el balón: ahí se acaban los de arriba y los de abajo. El juego da la oportunidad para que los jodidos humillen a los de arriba.
Offside/Fuera de lugar acaba siendo una apasionante bitácora sociofutbolera. No es consumo exclusivo de los amantes del futbol. Rompe moldes porque así es el poder de ese deporte masivo donde los haya. El libro del Colef es una inmersión detallada sobre ese fenómeno que rompe fronteras e ideologías. Son textos esclarecedores que provocan debate y encontronazos.
Es para entender y disfrutar.
Futbol es, casi por regla, identidad, pertenencia grupal, el oasis donde los jodidos pueden curar sus heridas. Más allá del negocio que nos emboba, el balón tiene la capacidad de unir culturas, colores y modos de pensar. El futbol llanero es la nodriza de un enorme fenómeno social: puedes medio matar a tu rival en la polvorienta cancha pero, terminado el envite, llega la convivencia aderezada con viandas y bebidas generosas, y las patadas se olvidan porque lo importante es haberlo hecho.
Por ello el libro profundiza en la enorme raíz identitaria del futbol: el fenómeno se desató singularmente al fragor de las guerras mundiales y, en el caso mexicano, tras la guerra civil lanzada por los fascistas españoles encabezados por el generalísimo Francisco Franco. Bien se sabe que las conflagraciones generan enormes fracturas sociales y divisiones familiares. También diásporas, esos masivos movimientos de gente que busca un rincón donde recomponer la vida.
De unos años al presente, los mal llamados sin papeles latinoamericanos y caribeños, con acento especial, por lo masivo, en los mexicanos, encuentran en el balón el refugio que les hace olvidar por un buen rato la aspereza cotidiana, el vivir a salto de mata, siempre con el jesús en la boca. La raza encuentra en el futbol el cataplasma a los dolores diarios: mientan madres en la cancha pero son felices oyéndose. Se identifican, se hermanan así sea por unas pocas horas. Es alimento.
Los ingleses trajeron el futbol a México al calor del boom minero. Recalaron en Pachuca, llamada ya la cuna del futbol mexicano. No fue esa una migración obligada por algún conflicto bélico, si no más bien resultado de la expansión económica afín a los países industrializados. El chiste es que ricos y pobres acaban siendo iguales cuando se pelean por el balón: ahí se acaban los de arriba y los de abajo. El juego da la oportunidad para que los jodidos humillen a los de arriba.
Offside/Fuera de lugar acaba siendo una apasionante bitácora sociofutbolera. No es consumo exclusivo de los amantes del futbol. Rompe moldes porque así es el poder de ese deporte masivo donde los haya. El libro del Colef es una inmersión detallada sobre ese fenómeno que rompe fronteras e ideologías. Son textos esclarecedores que provocan debate y encontronazos.
Es para entender y disfrutar.
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