lunes, 31 de agosto de 2020

La curaduría de El París de Modigliani sacó de las sombras al mexicano Benjamín Coria


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▲ El historiador Luis Rius dio una conferencia sobre la enigmática amistad del par de artistas. En la imagen, Mujeres y paisaje, de Coria.Foto tomada de Internet
 
Periódico La Jornada
Lunes 31 de agosto de 2020, p. 6

La curaduría de El París de Modigliani y sus contemporáneos, exposición por abrirse en el Museo del Palacio de Bellas Artes, ha traído consigo muchos hallazgos. Uno de ellos lo constituye el poco recordado pintor veracruzano Benjamín Coria (Orizaba, 1888-Ciudad de México, 1962), quien, en su etapa europea, fue amigo cercano de Amadeo Modigliani.

“Hagan de cuenta que lo conocemos gracias a uno de esos sueños que tienen los escritores, como Antonio Tabucchi, en el que se le aparecen muertos que le piden favores. Hagan de cuenta que compartimos un sueño que es el coctel de presentación de Modigliani, quien de pronto se acerca y nos dice: ‘oigan, les presento al mexicano Benjamín Coria, es muy amigo mío. ¿Lo conocen, verdad?’ Nos quedamos con el ojo cuadrado y contestamos: ‘no’. A lo mejor alguien vio una obra suya en la colección tal; sin embargo, resulta un enigma”, expresó el historiador del arte Luis Rius Caso al impartir una conferencia sobre la enigmática amistad del duplo.

Al averiguar sobre Coria, gracias a la recomendación de Modigliani, quedó al descubierto un artista de grandes méritos; por ejemplo, fue de los alumnos –junto con Diego Rivera– de Antonio Fabrés en la Academia de San Carlos que propiciaron el cambio en el arte mexicano. Becado por el gobierno de México, Coria viajó a Europa en 1909. Cuando se le acabó la pensión, decidió quedarse. Pasó 16 años en París, seis en Londres y seis en Italia; regresó a México en 1936.

Fue entre 1910 y 1914 que Coria compartió estudio con Modigliani, así como con otros pintores ingleses y mexicanos, señaló Rius Caso.

¿Por qué decimos que Coria fue tan amigo de Modigliani?, preguntó el conferenciante, y contó: Diego Rivera se lo comentó a su gran amigo y biógrafo Bertram Wolfe. Además, aparecieron otros testimonios, entre ellos del restaurador Tomás Zurián, quien fue discípulo de Coria. Relató que a su maestro se le nublaba la mirada cuando recordaba su etapa parisina. En particular, “con dolor, un episodio en el que Modigliani se fue muy enojado en uno de estos accesos de acedia que le daban. Le dijo a Coria: ‘a este estudio no regreso jamás. Allí te dejo toda la obra. Haz lo que quieras con ella’. En un acto de absoluta honestidad, Coria se lo dejó al portero antes de irse, seguramente, a Londres”.

Impulsor del cambio

¿Hasta qué punto vale la pena rescatar a Coria?, cuestionó Rius Caso: “Esto nos lo preguntamos a veces los historiadores que participamos en trabajos de rescate de obra en la que uno puede encontrar de pronto artistas cuyo nombre estaba mejor en ese misterio, o bien, requeriría de una muy meticulosa selección de obra. Hay otros que decimos: ‘qué maravilla, estaba perdido’.

“En el caso de Coria tenemos a alguien que da lustre a la generación de artistas que impulsaron el cambio en el arte mexicano en esa magnífica Academia de San Carlos.

También nos da a un pintor muy confiable, que nos abre horizontes en la vanguardia europea que se desarrolla en particular en Londres. Es un panorama que no conocíamos tanto de él como de ese escenario del que tenemos poca información.

En particular, la participación destacada de Benjamín Coria en el movimiento inglés del vorticismo, que retoma las corrientes cubista y futurista.

Para ilustrar su plática, Rius Caso utilizó fotografías, reproducciones y copias de copias, sin mayores referencias, encontradas en una carpeta resguardada en la Biblioteca de las Artes, del Centro Nacional de las Artes, integrado por Rafael Cruz Arvea, investigador ya fallecido del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas.

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