Napoleón Gómez Urrutia
No sólo es lamentable, sino vergonzoso y desdeñable, que las empresas que en México actúan sin ninguna responsabilidad social, inscritas entre las menos éticas del mundo, ahora resulta que se proclaman como las compañías ejemplares que más se ajustan a los cánones legales y morales. En verdaderos atentados a la información real que existe en México y el mundo sobre su irresponsabilidad social, que sólo el actual gobierno conservador no advierte, sino que incluso premia, estas empresas han estado difundiendo autoelogios que confirman su evidente falta de ética, como es el mismo hecho de presumir algo que no se tiene.
Esas empresas son Grupo México, de Germán Feliciano Larrea Mota Velasco, y Grupo Villacero, de los hermanos Julio, Sergio y Pablo Villarreal Guajardo, originarios de Matamoros, Tamaulipas, las cuales han estado difundiendo en espacios pagados de la prensa y en otros medios, que recibieron sendos premios, uno de la Concamin (Confederación de Cámaras Industriales), el 28 de febrero, y otro de una agrupación de Londres, el 29 de febrero. El de la Concamin se llama nada menos que “Ética y valores en la industria”.
Lo más grave es que en el caso de Grupo México, el propio presidente Felipe Calderón viajó presurosamente hasta Guadalajara a entregarle el premio de la Concamin a dicha corporación, poniendo en claro, una vez más, la indebida asociación cómplice que entre ambos existe.
Al respecto, el Grupo Covalence, empresa consultora independiente de Ginebra, Suiza, que analiza los índices de ética de las empresas, en su reporte del pasado 26 de enero situó a Grupo México entre las firmas menos éticas del mundo; o sea, ocupó el sitio 573 de un total de 586 corporaciones evaluadas. Y dentro del sector “recursos naturales”, esta empresa se ubicó sólo en el lugar 31 de las 32 calificadas por la consultora independiente.
El Grupo México, de Larrea Mota Velasco, se ha destacado por los insultantes márgenes de ganancia obtenidos en años recientes, debidos, entre otras causas, a la feroz represión contra las justas demandas laborales de sus asalariados, así como por su insensibilidad criminal hacia la vida y la seguridad de los propios trabajadores, como lo demostró el “homicidio industrial” de Pasta de Conchos, Coahuila, el 19 de febrero de 2006, donde aún yacen abandonados 63 de los 65 cuerpos de mineros muertos. Una verdadera vergüenza nacional por la cual sus responsables no han recibido el castigo penal que merecen, esto es, el dueño, los socios y los directivos de esa corporación. Las viudas y familiares no han recibido de Larrea sino menosprecio y persecuciones, en una muestra elocuente de la “ética” que Larrea aplica en sus negocios. Pero por todo eso, Larrea ya es el segundo hombre más rico de México, según Forbes.
Esta corporación también se ha distinguido por su falta de ética e inhumana negativa a resolver, por los caminos legales, las tres huelgas lícitas de Cananea, Sonora; Sombrerete, Zacatecas, y Taxco, Guerrero, que al día de hoy acumulan cerca de cinco años de duración, a lo cual se sumó que con la complicidad del gobierno de Felipe Calderón y con más de 4 mil elementos de la fuerza pública federal y estatal, invadieron Cananea el 6 de junio de 2010, después de la grosera simulación jurídica fuera de la ley de declarar terminadas las relaciones de trabajo en esa mina, pero donde han reanudado tareas de rehabilitación, violando la norma jurídica de que en estado de huelga legal, como ocurre en ese yacimiento, no está permitido contratar nuevos trabajadores ni reanudar cualquier tipo de actividad productiva.
En este caso, Grupo México ha contratado a varios miles de “terceros” o esquiroles, desde esa invasión por la fuerza pública, sin haberles proporcionado ninguna capacitación, a los que tiene sometidos a condiciones de inhumana esclavitud, laborando en virtuales campos de concentración, amenazados y humillados todos los días por los elementos armados que vigilan sus entradas, salidas y movimientos. En esa mina ha habido más de 20 muertos y más de 100 heridos por negligencia de la empresa, que ésta siempre oculta. Los “terceros” viven como esclavos, con la complicidad de la CTM local, bajo el mando de un líder charro, Javier Villarreal.
Otro grave caso de asesinato por los paramilitares de Grupo México ocurrió en Nacozari, Sonora, el 11 de agosto de 2007, donde fue ultimado a balazos por esos guardias el trabajador Reynaldo Hernández González, y donde 20 de sus compañeros fueron torturados; ellos acudían para ser reinstalados en su trabajo después de conseguir un laudo a favor. Sus asesinos intelectuales y materiales se mantienen en la impunidad, con toda la ética de que son capaces Larrea y socios, por la que Calderón y la Concamin los premian.
En cuanto a Grupo Villacero, de los hermanos Villarreal Guajardo, fue esta empresa la instigadora de la represión con fuerzas federales y estatales, ejecu- ta da el 20 de abril de 2006, para aplastar la huelga legal que protagonizaban los trabajadores del puerto industrial Lázaro Cárdenas, Michoacán, en la cual fueron asesinados cobardemente Mario Alberto Castillo y Héctor Álvarez Gómez, y más de 100 trabajadores fueron gravemente lesionados. Es públicamente conocido que los hermanos Villarreal Guajardo se significaron antes como los principales causantes de la quiebra de Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, ocurrida el l0 de mayo de 1986.
Estos son los dos casos de empresarios, Larrea Mota Velasco y los hermanos Villarreal Guajardo, que a cualquier precio y en desesperación están comprando pedigrí, del cual carecen absolutamente, para poder alardear que son los más éticos y socialmente responsables. Y Calderón les da a todos ellos un reconocimiento que no merecen, ignorando la condena internacional, en vez de hacerlos que paguen por sus vergonzosos delitos
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