Gustavo Leal F.
Está demostrado que en el fondo del surgimiento de la mutación de la influenza A se aloja el nuevo patrón para la cría industrial de animales y que las grandes firmas farmecéuticas vuelven a ganar con la epidemia.
Aún resta establecer qué ha determinado la pobre capacidad de respuesta de la red sanitaria frente a situaciones de emergencia. Precisar qué es lo que la ha conducido a su estado actual, estado completamente extraño al perfil que la revistió hasta mediados de la década de los 80.
Su cadena mando-respuesta ha sido sistemáticamente barrida por y desde el diseño de la “descentralización” soberonista de los años 1982-1988 (el “cambio estructural” en la salud), continuada por la (“reforma” sectorial) de Juan Ramón de la Fuente y José Narro Robles en la Ssa de los 90 zedillistas, y perpetuada por el fraudulento “Seguro Popular” de Fox-Frenk y Calderón (la demagógica “democratización” de la salud).
En el perfil previo, la designación de los titulares del despacho estatal pasaba por “consultas” del gobernador con las autoridades federales y portaba como respaldo una capacitación integral promedio en el ramo de, al menos, 15 años.
Hoy día, sobre todo después de la crisis del viejo presidencialismo y el consecuente traslado del poder a los gobernadores, estas designaciones estratégicas se suceden a partir de la más completa de las discrecionalidades, clientelismos locales, caprichos, lealtades inmediatas, intereses electorales de corto plazo y pisoteando enteramente la estructura jurisdiccional y municipal.
El curso del tratamiento gubernamental de la emergencia vinculada con la epidemia de la influenza A muestra que, entre escombros, persiste la presencia de una cadena mando-respuesta aún medio operante y que podría haber constituido la columna vertebral de una acción diferente frente al cuadro de prevención-propagación-intervención-atención efectiva.
Se trata de la red médica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) (35 delegaciones y 37 secciones sindicales), dotada de implante estatal, regional y hasta municipal. La decisión preventiva de suspender clases a 33 millones en las escuelas nacionales de todos los niveles se tomó, justamente, sobre el registro de casos en clínicas del instituto.
Es esta misma red tendida y en operación de la que quiere, ahora, beneficiarse el PAN de Calderón para la jornada electoral intermedia 2009, mediante el vergonzoso fichaje –para su lista de representantes plurinominales “seguros”– de la cúpula sindical que manipula Valdemar Gutiérrez Fragoso desde el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social.
Por supuesto que nadie discutía la urgencia de “modernizar” el viejo sector salud del priísmo autoritario en aquellos años 80. Véase, por ejemplo, Manuel Ruiz de Chávez (Editor) (1988) Descentralización de los servicios de salud. Avances y perspectivas del proceso, Ssa-Gobierno del estado de Guerrero, Organización Panamericana de la Salud.
Pero, por supuesto, no de la manera en que el soberonismo priísta original y, luego, el soberonismo panista de Frenk, “devolvió” a los estados “atribuciones y facultades”, pero recentralizó las bolsas y los recursos económicos con un esquema ultracentralista inédito. Véase, al respecto, (DOF, 05.04.2004) Reglamento del Seguro Popular y Ssa (2007) Notificación de Casos de Enfermedades que Generan Gastos Catastróficas. Manual de Operación.
Si algún rasgo porta este singularísimo proceso de “descentralización” de la política pública, es el profundo implante centralista del “nuevo” federalismo, que no ha siquiera intentado corregir la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), aunque sí lo ha mencionado reiteradamente.
Nada más cómodo para un gobernador y su secretario de Salud que adoptar puntual y ciegamente el Programa Nacional de Salud del gobierno federal en turno. La soberanía sanitaria estatal sencillamente no existe. Basta considerar que ya con la emergencia desatada, al gobernador de Veracruz le gustó contabilizar un caso, mientras al del estado de México lo convencieron 30.
De tal suerte que el “nuevo” federalismo mexicano es un galimatías que mudó de uno de jure a otro de facto, y donde, a pesar de que las entidades controlen hasta 48 por ciento del gasto, los servicios empeoran.
Además de la ciudadanía, han sido los operadores directos de los servicios: médicos, enfermeras y profesiones afines, los que han resultado más expuestos y sobre los que ha recaído el grueso de la responsabilidad, así como la sobrecarga de trabajo. Y sin, embargo, apenas y si han sido mencionados por el operativo gubernamental. De ellos provinieron los primeros avisos de alerta y de ellos, también, las primeras evidencias sobre el profundo descontrol del servicio frente a la emergencia. Ese es, entre otros, el caso de los trabajadores del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (Iner) y de los médicos residentes de La Raza del IMSS.
Pero lo peor del coletazo de las “reformas” tecnócraticas del ciclo Soberón-Frenk aguarda aún a las puertas del Congreso de la Unión.
En la reunión de la Conago celebrada el 11 de agosto de 2008, en Cocoyoc, Morelos, Ernesto Saro Boardman y Éctor Jaime Ramírez, presidentes panistas de las Comisiones de Salud del Senado y la Cámara de Diputados, adelantaron que la “reforma” que busca el PAN contempla, en salud pública, que todas las jurisdicciones sanitarias reorienten sus funciones, así como reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 4, estableciendo la concurrencia de los municipios en materia de salubridad general (Gaceta Parlamentaria. Número 2455-II, 28.2.08).
Y como en 1985, lo verdaderamente espectacular ha sido la responsable actitud ciudadana. Una verdadera modernización sectorial sigue siendo más que urgente. Pero, ¿a qué costo de vidas y enfermedad ya pagado?
*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
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