lunes, 18 de julio de 2011

El poder y la estructura de "Los Zetas", intocados

Ricardo Ravelo

Paradoja que lastima al Ejército Mexicano, su obsesiva guerra contra Los Zetas es, en esencia, una confrontación con él mismo; es decir, contra los orígenes de este grupo criminal, pues se formó precisamente con desertores del instituto armado; una afrenta que irrita todavía más al alto mando castrense porque si bien ha logrado causarle importantes bajas a Los Zetas, éstos no sólo se han fortalecido: se convirtieron en uno de los cárteles más poderosos de México, con sólidas ramificaciones en un gran número de países.

Primero los entrenó el Ejército Mexicano. Después, fundaron el grupo armado al servicio del cártel del Golfo. Y ahora, convertidos en una de las más poderosas organizaciones delictivas del país, con ramificaciones en varios países, ni el mismo Ejército del que surgieron ha podido derrotarlos.

Aunque su líder actual, Heriberto Lazcano Lazcano, ha sido perseguido por todo el territorio nacional, permanece intocado. Jefe de Los Zetas, El Lazca lo mismo se refugia en su natal Hidalgo que en Zacatecas o San Luis Potosí, donde opera bajo la protección de autoridades estatales. En los dos últimos años, en varias ocasiones se le ha dado por muerto. El más reciente rumor sobre su fallecimiento trascendió hace tres semanas, luego de un enfrentamiento en Reynosa, Tamaulipas, entre zetas y sicarios del cártel del Golfo, pero ninguna autoridad confirmó su muerte.

¿En qué radica el misterio de una organización cuyos fundadores fueron aniquilados originalmente por el Ejército y, sin embargo, resurgen con un poderío multiplicado?

"En el caso de Los Zetas hay muchas preguntas que aún no tienen respuesta", afirma Erubiel Tirado, experto en temas castrenses, titular del posgrado sobre seguridad nacional de la Universidad Iberoamericana y maestro en derecho por la London School of Economics.

"Empezaría por preguntar por qué el Ejército y la Procuraduría General de la República dijeron en su momento que Los Zetas no existían, pese a la multiplicidad de ejemplos respecto de sus manifestaciones criminales en el país. Ahora se empeñan en combatirlos más que a ningún otro cártel, pero nos ocultan la realidad sobre lo que realmente pasó a finales de los noventa, cuando esos militares desertaron del Ejército y se incorporaron al crimen organizado."

Añade: "Creo que fue irresponsable decir que no existían y que ahora se les combata. Seguimos sin saber qué pasó con el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (unidad de élite del Ejército a la que pertenecían los fundadores de Los Zetas). El Congreso, irresponsablemente, no ha llamado al secretario de la Defensa para que le explique a la sociedad qué fue lo que falló al interior del Ejército, qué controles se rompieron y por qué esos militares de élite terminaron enganchados con el narco."

Erubiel Tirado, quien conoce al Ejército por dentro y ha estudiado sus funciones, no cree que los fundadores de Los Zetas hayan desertado de la milicia por dinero.

"Pienso que el argumento de que desertaron porque el narcotráfico les pagó más que el Ejército no alcanza a explicar el meollo del fenómeno. Esos gafes estaban bien pagados, eran de lo mejor que se formó en el Ejército a petición de Estados Unidos. Fue un grupo especializado para combatir al narcotráfico.

"Por desgracia –prosigue– seguimos sin respuesta sobre cómo los reclutaron los hombres del cártel del Golfo y es un tema que al gobierno de la guerra ya no le importa explicar. No tarda el señor (Alejandro) Poiré en anunciar que el gobierno ha acabado con Los Zetas. Lo que hay que decir es que pueden exterminarlos, pero queda su escuela y un cártel renovado que sigue las mismas reglas que sus fundadores."

Las bajas, la resurrección…

Desde finales de los noventa el Ejército Mexicano enderezó su fuerza en contra de Los Zetas a fin de exterminarlos, máxime que cargaban el estigma de la traición que dio origen al llamado "cártel de los exmilitares", toda vez que provenían del GAFE.
Los golpes han sido tan contundentes que la mayoría de los sicarios emblemáticos que conformaron originalmente a ese grupo armado –como Arturo Guzmán Decenas, su fundador, entre otros– están detenidos o muertos.

Pero en la "cacería" de zetas también ha tomado parte la Policía Federal y la Secretaría de Marina, instituciones que han orquestado operativos en busca de los hombres que en 1997 desertaron de las filas castrenses para incorporarse al cerco protector del entonces jefe del cártel del Golfo, Osiel Cárdenas.

En un principio, Los Zetas eran para el gobierno un mito. La Sedena y la PGR negaban su existencia y la Secretaría de Seguridad Pública informó, en 2007, que en sus archivos no había información sobre ellos, a pesar de que en sus boletines daba cuenta de matanzas y secuestros perpetrados por sus miembros.

A mediados de los noventa, el gobierno de Estados Unidos urgió al de México, entonces encabezado por el presidente Ernesto Zedillo, a otorgarle mayor participación al Ejército en el combate al narcotráfico. En ese sexenio, la crisis de las policías ya era preocupante por la infiltración del narcotráfico, cuyas redes alcanzaron a la misma Presidencia de la República.

Ante la urgencia que enfrentaba el país, la Secretaría de la Defensa Nacional giró la instrucción de formar un grupo de élite que, según se dijo en aquel tiempo, sería utilizado para reprimir a los grupos insurgentes. No fue así. El propósito era, según el plan, combatir a los cárteles de la droga.

De esta forma, al menos 35 elementos del GAFE fueron enviados a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Salud (FEADS), que, bajo la titularidad de Mariano Herrán Salvatti, enfrentaba serios problemas de infiltración y corrupción.

Hacia 1997 –un año después de la detención y deportación del capo Juan García Ábrego–, Osiel Cárdenas Guillén, un soplón formado en las filas de la Policía Judicial Federal, sentaba las bases para encabezar el cártel del Golfo. Su principal jefe de seguridad era Arturo Guzmán Decenas, quien creó Los Zetas a petición de Osiel, ya que éste temía ser asesinado por sus rivales, según se asienta en múltiples declaraciones ministeriales.

Así, Guzmán Decenas, conocido en sus años de esplendor como Z-1, comenzó a reclutar a sus colegas militares, quienes estaban operando en la FEADS. Tiempo después, ese grupo formó el más férreo cerco protector en torno a Cárdenas Guillén, quien irrumpió en el mundo del narcotráfico con una nueva modalidad: el paramilitarismo incorporado al tráfico de drogas, fenómeno inusitado en México y que con el paso de los años desplazó al sicario tradicional.

Hacia finales de 1997, Los Zetas no eran –ni lo son ahora– un grupo menor: se trataba del brazo armado más preparado que haya tenido cualquier capo a su servicio en la historia del narcotráfico en México. Distinguidos por su pragmatismo, su capacidad operativa y la espectacularidad de sus acciones, sus integrantes lo mismo repelían un ataque militar que penetraban un reclusorio para liberar a sus cómplices.

Los Zetas aparecieron en el escenario nacional en 1997, pero el gobierno federal tardó seis años en dar a conocer la lista de sus integrantes. En 2003, la PGR difundió los nombres de los fundadores del grupo, el más sanguinario en los anales del crimen organizado en el país.

Detenidos o asesinados en distintos años, estos son algunos nombres: Mateo Díaz López (comandante Mateo), Sergio Enrique Ruiz Tlapanco (El Tlapa), Lucio Hernández Lechuga (El Lucky), Braulio Arellano Domínguez (El Gonso), Isidro Lara Flores (El Colchón), Ramón Ulises Carvajal Reyes (El Piojo), Ernesto Zataraín Beliz (El Traca), José Ramón Dávila Cano (El Cholo), Óscar Guerrero Silva (El Winnie Pooh), entre otros.

El 21 de mayo de 2007 (Proceso 1600), este semanario solicitó a la Secretaría de Seguridad Pública, a la PGR y a la Sedena información básica sobre Los Zetas. Para ello se formularon varias preguntas: quiénes formaban el grupo, los nombres reales y apodos; su estructura, sus centros de operación y, entre otros datos, el número de ejecutados relacionados con ellos.

La SSP respondió: "Le comunicamos la inexistencia de la información solicitada, toda vez que en los archivos del sector central de esta Dependencia no existe documento que contenga dicha información…".

Los detalles sobre su estructura, modus operandi y los territorios que controlan los dio a conocer Proceso en su edición 1619: en entrevista, un exmiembro de Los Zetas habló del número de hombres y mujeres que conformaban al grupo armado en 2007 –unos 500 hombres y 30 mujeres–, y dio pormenores de la saña con la que actúan.

Expuso que tras la detención de Osiel, Los Zetas y el cártel del Golfo se separaron, aunque dijo que había comunicación entre ellos; pero tales contactos –reveló– se terminaron cuando este último decidió aliarse con el cártel de Sinaloa.

"Esto molestó mucho a Heriberto Lazcano, quien dijo que la decisión de Los Zetas para sumarse o no al cártel de Sinaloa debía ser llevada a votación". Y así se hizo.

A mediados de 2007, El Lazca convocó a una concentración de zetas en un campo deportivo de Reynosa, Tamaulipas. El exmiembro de ese grupo armado, cuyo nombre se omitió, narró lo siguiente:

"A bordo de una camioneta blindada llegó custodiado Heriberto Lazcano. Vestía pantalón de mezclilla y camisa blanca. Se le veía muy tranquilo. Al entrar al campo, se desplazó hacia un palco e hizo que los líderes de las células lo saludáramos de mano.

"Después, pidió un micrófono y nos dirigió un mensaje en el que llamó al grupo a respetar las reglas: no matar, no levantar ni desaparecer a más personas, de la necesidad de paz en el país y de la conveniencia del pacto con Sinaloa, lo cual se debía someter a votación… La votación fue en contra y Los Zetas nos separamos del cártel del Golfo."

Hacia la independencia

En 2006, tras tomar posesión como presidente de la República, Felipe Calderón emprendió su guerra contra el narcotráfico. De entonces a la fecha todos los cárteles han sido golpeados, pero el Ejército y la Policía Federal se enfocaron con mayor intensidad a Los Zetas, quienes comenzaron a dominar cada vez más territorios fuera de Tamaulipas, su feudo.

En 2008, la Drug Enforcement Administration (DEA), la agencia antidrogas de Estados Unidos, dio a conocer que entre el cártel del Golfo y Los Zetas había fuertes diferencias. Pronto éstas acabaron en ruptura, que se convirtió a su vez en una crisis mayor luego de que los cárteles del Golfo y de Sinaloa, según la DEA, lograron establecer un acuerdo para frenar la violencia entre ellos.

La confrontación se agudizó cuando Los Zetas se independizaron y comenzaron a operar el tráfico de drogas por su cuenta. Fue entonces cuando Tamaulipas y todo el corredor Monterrey-Coahuila-Durango se volvieron zona en disputa. Los enfrentamientos se extendieron por todo el Golfo de México, pues ambos cárteles ajustaban sus cuentas en Campeche, Tabasco, Veracruz, Puebla y otras 15 entidades más.

Ante tal confrontación, el Ejército y la Policía Federal (que en 2007 aseguraba que Los Zetas no existían) comenzaron a combatirlos. Sufrieron varias bajas, entre otras las de Julián Zapata, El Piolín, jefe de una célula que operaba en San Luis Potosí.

Antes había sido abatido en un operativo Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, a quien le dejaron un mensaje: "¿Dónde están tus amigos los militares? Te dejaron solo hijo de puta".

Recientemente fue capturado en San Luis Potosí –importante feudo de Los Zetas– Enrique Rejón Aguilar, El Mamito, exmilitar que encabezaba otra célula del grupo criminal.

En marzo de este año fue capturado por agentes federales Mario Jiménez Pérez, El Mayito, quien en mancuerna con El Piolín operaba en Coahuila junto con Luis Miguel Rojo, El Oso Rojo, y Sergio Antonio Mora, El Toto.

En abril último, la Policía Federal también detuvo a Leonardo Vázquez, El Pachis, presunto jefe de plaza de la organización en Poza Rica, Veracruz, donde ésta ha perpetrado secuestros, matanzas y extorsiones contra empresarios y ganaderos.

Este personaje también operaba en la Cuenca del Papaloapan, Veracruz, región donde Los Zetas han secuestrado desde acaudalados empresarios hasta abarroteros. En esta zona, de acuerdo con denuncias obtenidas por Proceso, la gente que va a vender una casa ya no la anuncia, pues tan pronto aparece el cartelón con la leyenda "se vende" Los Zetas secuestran al dueño del inmueble para despojarlo de su dinero.

La Secretaría de Marina también ha llevado a cabo acciones en contra de Los Zetas: el 16 de abril de este año fue capturado Omar Martín Estrada Luna, El Kilo, quien presuntamente planeó las dos masacres cometidas en San Fernando, Tamaulipas, que dejaron un saldo de 217 muertos, todos enterrados en fosas clandestinas.

En 2008, en una carrera de caballos celebrada en la comunidad de Villarín, Veracruz, a donde se dieron cita prominentes políticos y empresarios de la entidad, fue abatido a tiros Efraín Teodoro Torres, Z-14, uno de los fundadores del grupo criminal.

Antes de independizarse del cártel del Golfo, Los Zetas ya habían diversificado sus actividades criminales: no sólo traficaban con drogas, sino que incursionaron en las extorsiones, la venta de protección, la trata y tráfico de personas, la piratería, el despojo de propiedades, y el cobro de cuotas a bares, cantinas, burdeles y otros negocios relacionados con los giros negros.

De acuerdo con la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIS/115/2010, nutrida con declaraciones de varios zetas detenidos, este cártel domina los estados de Coahuila, Nuevo León, Zacatecas, San Luis Potosí, Nayarit, Colima, Guanajuato, Hidalgo, Puebla, Tlaxcala, Veracruz, Oaxaca, Tabasco, Campeche, Yucatán, Estado de México, Chihuahua, Chiapas, Quintana Roo, Distrito Federal, Tamaulipas y Guerrero.

Los golpes asestados a Los Zetas no los han debilitado; por el contrario, el cártel estiró sus tentáculos hacia Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica, y de acuerdo con informes de la Policía Nacional de Colombia, también están presentes, aunque con menor fuerza que Joaquín El Chapo Guzmán, en ese país sudamericano.

El investigador Erubiel Tirado considera que no basta con que el Ejército pretenda exterminar a Los Zetas, pues el cártel aún es muy poderoso y está activo dentro y fuera de México, sino que debe explicar por qué desertaron de la milicia sus fundadores y qué pasó al interior del Ejército para que se produjera este fenómeno tan oprobioso.

–¿Cuál es su explicación? ¿Por qué se crearon Los Zetas si sus miembros fueron capacitados para combatir el narcotráfico?

–Hubo una falla estratégica dentro del Ejército, pero al gobierno de la guerra no le importa explicarla. No hay autocrítica: el presidente Felipe Calderón está envuelto en la arrogancia y en la cerrazón.
–¿Los golpes asestados a Los Zetas los extermina?

–Si el Ejército realmente extermina a los zetas fundadores todo sigue igual, pues queda su escuela y su enseñanza.

Proceso
18/07/2011

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