Cocoa engordillada
Otro “arreglito”
Cardenal Maximiliano
Tiembla OHL
Julio Hernández López
El colmo del cinismo sería que la aplicada exhibición de podredumbre que han hecho en días pasados Felipe Calderón, Miguel Ángel Yunes y Elba Esther Gordillo fuera solamente una especie de regateo y presión mercantil para que la profesora rejega acabara apoyando el proyecto familiar de Michoacán, donde el PAN está en tratos con el Panal para apoyar a Luisa María Calderón Hinojosa, llamada Cocoa. Los nuevos arreglos electorales del felipismo con la presuntamente satanizada cacique sindical permitirían que, de darse una alianza con el partido gordillista, se cancelara la contienda interna del PAN y quedara a discreción del mando nacional (oficialmente ejercido por el tripulado Gustavo Madero) designar la candidatura estatal entre Marko Cortés y la hermana del ocupante actual de Los Pinos. Además de esa transacción, el panismo michoacano, dominado por la propia Cocoa, está por cerrar negociaciones con el PRI para postular aspirantes conjuntos en cuarenta de 113 alcaldías.
Por lo pronto, la entidad está invadida de propaganda gubernamental federal en la mayoría de los medios de comunicación, con pautas publicitarias concentradas desde la capital del país en esos espacios locales y con peticiones de reciprocidad informativa “de buena voluntad” hacia Cocoa. Los panistas pelean con recursos federales y tropas de policías de García Luna en todo el estado, mientras los priístas se han repartido electoralmente la entidad para que gobernadores y ex gobernadores de tres colores se responsabilicen de entregar “buenas cuentas” a su partido y, en especial, al presunto candidato virtual a la Presidencia, el omnipresente Peña Nieto.
En el marco de esa descomposición largamente labrada por el calderonismo para debilitar al PRD (que por sí mismo ha generado los suficientes gérmenes negativos, con un gobernador avasallado por el poder real del narcotráfico, al frente de una administración sin fuerza ideológica, mera burocracia patrimonialista) asoma otra muestra del manejo electoral de las instituciones de procuración de justicia: a Julio César Godoy, medio hermano del gobernador Leonel, no se le pudo probar nada de lo mucho que en su momento se le acusó y que llevó a su desafuero como diputado federal, cargo que había asumido mediante una accidentada y tramposa toma de protesta, y al establecimiento, como verdad mediática incontestable, de una vinculación con el narcotráfico que, a fin de cuentas, sus acusadores no pudieron demostrar, fuese por incapacidad o porque en realidad el linchado Godoy no tuviese responsabilidad en tales asuntos. El expediente Godoy se suma a los de otros actores políticos que han sido procesados con tal ligereza procesal, pero tal intencionalidad electoral, que han sido dañados en sus aspiraciones políticas legítimas (el caso Greg, el más reciente), o en el ejercicio de funciones institucionalmente adquiridas (presidentes municipales y funcionarios estatales en el famoso michoacanazo, y el diputado federal Godoy, luego desaforado).
La perversión de los procesos electorales no es exclusiva de los ámbitos civiles, como lo demuestra el cable de Wikileaks dado a conocer ayer, en el que se asienta que el muy afamado cardenal jalisciense Juan Sandoval (quien ejerce el gobierno estatal a trasmano de un acólito que a la vez pretende ostentarse como precandidato presidencial) solicitó al gobierno de George W. Bush que ayudara a impedir que el peligro para México conocido por las siglas AMLO pudiera llegar al poder mediante el diabólico uso de las urnas en 2006. El bondadoso jefe de la ultraderecha clerical mexicana se reunió el 28 de marzo de 2006 con Francis Rooney, el embajador gringo en el Vaticano, a quien claramente dijo que los triunfos electorales de izquierdistas en América Latina constituían una “tendencia peligrosa”. Solicitando intervencionismo extranjero, como en otros momentos de la historia clerical en México, el cardenal Sandoval “preguntó si el presidente Bush podría ayudar”.
El resumen de la lectura política hecha por la embajada y enviada por cable a Washington, luego de reunirse con Sandoval y cuando menos otro purpurado latinoamericano, es digno de ser leído al pie del Cerro de las Campanas: “Los cardenales sienten que los pobres de Latinoamérica no entienden los beneficios potenciales que les puede traer el mercado libre (pobrecitos pobres, que nunca aprecian lo que por su bien se hace: interpretación piadosa hecha con astillas auténticas, rescatadas de la cruz original del neoliberalismo) y urgieron ayuda al gobierno de Estados Unidos (por decir algo, ¿un patriótico 0.56% de auxilio en forma de indulgencias electorales de última hora, en el caso mexicano?), reconociendo que la Iglesia, aunque cautelosa, también puede jugar un papel más importante”. Cavernales, los cardenales.
Astillas
Pánico en OHL, la firma dominada por españoles que entre otras gracias provocó un caos vial de cuando menos trece horas en amplia porción de la capital del país, debido a las advertencias enérgicas, casi terroríficas, del implacable Marcelo Ebrard que le impuso una sanción de diez millones de pesos, es decir, como una centésima parte de un pelo de gato respecto a sus ganancias, y que además amenaza a esos empresarios neocolonizadores con adoptar nuevas medidas de castigo (¿darles más contratos de privilegio, por ejemplo?) si por alguna razón no traen en sus bolsillos el cambio suficiente para pagar la multa de inmediato…
Por cierto, crece el enredo a causa del método de selección del candidato perre- dista a la Presidencia de la República. Encuestas, dice Ebrard que es el acuerdo concreto que AMLO aprobó, mientras éste y seguidores muy cercanos a él se preguntan si debe ser, en efecto, una encuesta (aunque AMLO dice que, si se le hace ésta a la mafia del poder, él perderá por “paliza”) o una votación abierta a militantes. Encuestar o no encuestar, tal es el dilema...
Y, mientras Bla, Bla, Blake asegura que el “cambio” en el INM va en serio, y Córdova Villalobos reverdece lauros de influenza a propósito de sarampiones, ¡feliz fin de semana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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