Gustavo Leal F.*
¿Cómo evitar más tragedias? Lo que menos les importa son los niños fallecidos, y el futuro de los que están y estarán bajo custodia del IMSS.
El economista Daniel Karam –segundo director calderonista del IMSS– pretende tapar el sol con un dedo y ocultar el problema de fondo que subyace a la tragedia de Hermosillo, que ya cobró 47 vidas. Asiéndose de las medidas de protección, intenta alejar la responsabilidad directa del instituto en el fatal desenlace, responsabilidad que deriva del modelo de subrogación de guarderías que tanto presumieron sus predecesores.
En el Diagnóstico que elaboró Genaro Borrego para Zedillo (1995) ya se sostenía que “el gasto de operación mensual promedio por niño asistente en 1994 en el esquema ordinario fue de N$1,525 y el del esquema participativo de N$629”. Y agregaba: “al compararse los costos puede concluirse que existen ciertas insuficiencias asociadas a los modelos tradicionales del IMSS ordinario. La explicación a los altos costos se encuentra en el peso de los servicios de personal”. ¡Justamente lo que garantiza calidad en las guarderías IMSS, como mostró Hermosillo!
En 2003, Santiago Levy se ensañó con los prestadores modificando unilateralmente el contrato de subrogación que, con menor costo, disminución de la cuota por niño, reducción de empleados, tipo de alimentación y horario de servicio, comprometía la calidad de la atención. Y la “nueva normatividad” de 2005, ahora bajo la responsabilidad de Evelyn Rodríguez, consolidó la expansión de una “cobertura” sin calidad y con riesgo para los infantes.
Con Molinar Horcasitas el mismo modelo de subrogación, ahora como “licitaciones”, siguió campeando desde las oficinas centrales del IMSS (Coordinación de Guarderías). Hasta que, nueve días después de la tragedia (16 de junio), Karam –por primera vez en la historia– pospuso hasta agosto la “licitación” de 78 guarderías.
Fue preciso que las multicuestionadas subrogaciones segaran 47 vidas para que, entonces y sólo entonces, el IMSS obsequiara apenas ¡una suspensión temporal! Pero Karam no se atreve a tomar cartas para enfrentar el problema de fondo. ¿Quiere aparecer incompetente? Lleva ¡21 días! aplazando el listado de beneficiarios directos de las adjudicaciones. ¿Qué tanto le arregla?
Ha optado por olvidar deliberadamente que los padres que encargaron a sus hijos en Hermosillo le pagaron directamente su cuota al IMSS-Karam y no a la guardería ABC. Fue el IMSS-Levy quien subrogó en 2001, desde sus oficinas centrales, el servicio que terminó en 47 muertes.
Por algo la Asociación Nacional de Guarderías reconoce que lo ocurrido “invita” al IMSS y al personal que labora en subrogadas a la “reflexión y a una autoevaluación”, porque en los últimos dos años (con Molinar Horcasitas) se incorporaron por “licitación” 200 nuevas guarderías. A partir de la tragedia “la situación puede cambiar”. La asociación presentó en 2006 una propuesta de reorganización del servicio que no ha sido atendida.
Además, bajo el esquema de contratación por “licitaciones” se observa que, buscando ganar el concurso, los prestadores hacen ofertas que siguen abatiendo la calidad. La oportunidad de corregir de raíz ese fatal modelo de subrogación está a la mano: el 31 diciembre de 2009 habrá que renovar 95 por ciento de los contratos trianuales.
Con independencia de la “normatividad” del IMSS-Levy, una auténtica maraña legal “regula” las guarderías: NOM 167 (asistencia social a niños y adultos mayores), 031(cuidado de la salud en niños), 169 (asistencia social alimentaria), 173 (atención integral a personas con discapacidad), 131 (alimentos para lactantes y niños de corta edad) y 009 (fomento a la salud escolar).
Después de que su impulsora, Lía Limón –hoy candidata del PAN a la ALDF–, reconociera que “son seguras porque son espacios más pequeños” y su sucesora Joanna Cristo estableciera que las capacitaciones “duran tres días”, para salvaguardar a sus 221 mil infantes usuarios, la bomba de tiempo que representan las más de 8 mil “estancias” changarro de Calderón, operadas por Sedeso, debería ser inmediatamente cancelada.
Y sus cuantiosos recursos –casi 5 mil millones de pesos en 2007-2009– recanalizados a verdaderas guarderías como las 142 del régimen ordinario del IMSS y las 133 estancias para el bienestar y desarrollo infantil propias del ISSSTE (que también dispone de 142 subrogadas de “participación social”) para que atiendan a los niños de los changarros-Calderón.
Una vez que Susana Sottoli, representante en México de la Unicef, observara que “el modelo” de los changarros-Calderón tiene “características muy diferentes a un sistema de cuidado infantil más formalizado” y que Unicef podría apoyar para “mejorarlo”, frente a la tragedia de Hermosillo sólo hizo un llamado que asegure que “las guarderías cuenten con las medidas de prevención, seguridad y supervisión adecuadas para que niñas y niños no se encuentren expuestos a ningún tipo de riesgo”. ¿Eso es todo sobre la realidad del “Sistema” Nacional de Guarderías y Estancias Infantiles?
Porque los expertos de Unicef en Bruselas ya urgen a que México mejore sus sistemas de respuesta ante desastres para evitar que se repitan tragedias.
Lo que menos les importa son los niños y los riesgos a que están expuestos. Y ello, sin considerar la calidad de la atención (desarrollo sicomotor y emocional) que ahora reciben.
Fue a propuesta de Levy que el consejo técnico del IMSS aprobó la “normatividad” 2003, y la entonces Secodam autorizó el modelo de convenios de subrogación.
¿Quién tomará las cartas –que rehúye Karam– para acometer el problema de fondo?
*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
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