Ventana José Cárdenas
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Martes 07 de diciembre de 2010
El Ponchis y La Chabela viajarían de Cuernavaca a Tijuana. Les urgía “pelarse”. Les dieron un pitazo. Echaron lo que pudieron en la maleta. Hasta ropa sucia. Cargaban dos armas: una Walther calibre 6.35 y una Browning 9 mm. El Ponchis llevaba 12 envoltorios de cocaína y dos de mariguana. La Chabela, otro tanto. Su hermana Érika los llevó al aeropuerto. Les cayó el Ejército. Los tres fueron capturados. El destino de Édgar y Elizabeth Jiménez Lugo ya no fue California. Es lo que sigue del infierno. “¿Tienes miedo?”. “¡No!”, responde El Ponchis. “¿Sabes lo que viene?”. “¡Sí!”. “¿Por qué te metiste en esto?”. “No me metí, me jalaron”. A preguntas necias, respuestas recias.
A sus 14 años, El Ponchis está acusado de homicidio doloso, delincuencia organizada, uso de armas prohibidas y posesión de drogas. Confesó haber decapitado a cuatro. Haber cortado genitales. Trabajaba a las órdenes de Julio de Jesús Padilla, El Negro, jefe de sicarios del cártel del Pacífico. El Ponchis saltó a la fama por vanidad. Divulgó en internet videos y fotos donde torturaba y degollaba a rivales del cártel de los Beltrán Leyva. Hincaba a las víctimas. Les daba un balazo en la cabeza. Luego rasgaba gargantas. Le pagaban 2 mil 500 dólares por “trabajo”. La Chabela enganchaba a las víctimas con sus encantos. Después se deshacía de cuerpos y cabezas. Macabro negocio redondo.
Para la doctora Peggy Ostrosky, de la Facultad de Psicología de la UNAM, El Ponchis es un sicópata. No tiene remedio.
El juez ordenó 60 días de prisión preventiva para El Ponchis, pero… Según el nuevo Sistema de Justicia Penal Adversarial en Morelos, la máxima sanción para adolescentes delincuentes, de 14 a 16 años, es de tres años de prisión. Sea cual sea el delito. Además, las declaraciones previas ante policías o militares carecen de validez. Es decir, si El Ponchis es culpable podría quedar libre en tres años. ¿Por ello abundan los “niños sicarios”? Sólo el crimen ha reclutado a unos 30 mil. Son presa fácil. Carne barata de cañón. Desde 2006, mil 326 menores han muerto en hechos vinculados con el narco. Sólo en Morelos van 16 en el año. El Ponchis y La Chabela encarnan la tragedia de millones de jóvenes en un país que por ineptitud los ha dejado mutilados. Sin futuro. Sin valores. No hay política pública eficaz. Los patrones se repiten. Son menores de familias disfuncionales, de bajos recursos y nivel educativo. No tienen guía; viven en el abandono, son hijos de la calle y de la chingada.
Aunque El Ponchis fuera el mismísimo diablo, el niño sicario no debió ser exhibido. Pero ese día se conocieron las revelaciones de WikiLeaks donde EU critica la estrategia para combatir al crimen. Había que mostrar el músculo. Atropellar la ley era lo de menos.
EL MONJE LOCO: En el PAN ganó la flor más discreta: es una “Margarita”. Pero también hubo “Flores” marchitas.
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Martes 07 de diciembre de 2010
El Ponchis y La Chabela viajarían de Cuernavaca a Tijuana. Les urgía “pelarse”. Les dieron un pitazo. Echaron lo que pudieron en la maleta. Hasta ropa sucia. Cargaban dos armas: una Walther calibre 6.35 y una Browning 9 mm. El Ponchis llevaba 12 envoltorios de cocaína y dos de mariguana. La Chabela, otro tanto. Su hermana Érika los llevó al aeropuerto. Les cayó el Ejército. Los tres fueron capturados. El destino de Édgar y Elizabeth Jiménez Lugo ya no fue California. Es lo que sigue del infierno. “¿Tienes miedo?”. “¡No!”, responde El Ponchis. “¿Sabes lo que viene?”. “¡Sí!”. “¿Por qué te metiste en esto?”. “No me metí, me jalaron”. A preguntas necias, respuestas recias.
A sus 14 años, El Ponchis está acusado de homicidio doloso, delincuencia organizada, uso de armas prohibidas y posesión de drogas. Confesó haber decapitado a cuatro. Haber cortado genitales. Trabajaba a las órdenes de Julio de Jesús Padilla, El Negro, jefe de sicarios del cártel del Pacífico. El Ponchis saltó a la fama por vanidad. Divulgó en internet videos y fotos donde torturaba y degollaba a rivales del cártel de los Beltrán Leyva. Hincaba a las víctimas. Les daba un balazo en la cabeza. Luego rasgaba gargantas. Le pagaban 2 mil 500 dólares por “trabajo”. La Chabela enganchaba a las víctimas con sus encantos. Después se deshacía de cuerpos y cabezas. Macabro negocio redondo.
Para la doctora Peggy Ostrosky, de la Facultad de Psicología de la UNAM, El Ponchis es un sicópata. No tiene remedio.
El juez ordenó 60 días de prisión preventiva para El Ponchis, pero… Según el nuevo Sistema de Justicia Penal Adversarial en Morelos, la máxima sanción para adolescentes delincuentes, de 14 a 16 años, es de tres años de prisión. Sea cual sea el delito. Además, las declaraciones previas ante policías o militares carecen de validez. Es decir, si El Ponchis es culpable podría quedar libre en tres años. ¿Por ello abundan los “niños sicarios”? Sólo el crimen ha reclutado a unos 30 mil. Son presa fácil. Carne barata de cañón. Desde 2006, mil 326 menores han muerto en hechos vinculados con el narco. Sólo en Morelos van 16 en el año. El Ponchis y La Chabela encarnan la tragedia de millones de jóvenes en un país que por ineptitud los ha dejado mutilados. Sin futuro. Sin valores. No hay política pública eficaz. Los patrones se repiten. Son menores de familias disfuncionales, de bajos recursos y nivel educativo. No tienen guía; viven en el abandono, son hijos de la calle y de la chingada.
Aunque El Ponchis fuera el mismísimo diablo, el niño sicario no debió ser exhibido. Pero ese día se conocieron las revelaciones de WikiLeaks donde EU critica la estrategia para combatir al crimen. Había que mostrar el músculo. Atropellar la ley era lo de menos.
EL MONJE LOCO: En el PAN ganó la flor más discreta: es una “Margarita”. Pero también hubo “Flores” marchitas.
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