El Universal
10 Enero 2012
Hace 100 años nació el considerado autor del moderno quehacer periodístico cultural en México y de importantes obras a favor de los pueblos indígenas; hoy sus destacados discípulos le rinden homenaje
MÉXICO, D.F.- No hay una definición única ni trazos concretos que logren delinear la figura de Fernando Benítez. Ese hombre que fue cercano a políticos priístas, embajador, promotor de escritores y artistas, que es llamado “el apóstol de los indios” por sus numerosos libros dedicados a coras, huicholes, tarahumaras, zapotecos, mixtecos, es ante todo pilar fundamental del periodismo cultural mexicano.
Carlos Fuentes y José Emilio Pacheco —amigos y colaboradores en distintas publicaciones— lo han llamado el “fundador del nuevo periodismo cultural mexicano” porque creó suplementos culturales en diarios y revistas; e impulsó el reconocimiento de los pueblos indios.
Fernando Benítez, el periodista, escritor, editor, antropólogo, etnólogo e historiador, que fue incansable promotor de la obra de Carlos Fuentes y José Luis Cuevas, que se rodeó de creadores de gran talento como José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis, cumpliría hoy 100 años de vida.
En el centenario de su nacimiento (10 de enero de 1912), el autor de “Los Indios de México”, “El Libro de los Desastres” y “Ki: El Drama de un Pueblo y de una planta”; creador de suplementos culturales como “México en la Cultura”, “La Cultura en México”, sábado y “La Jornada Semanal”, es recordado por amigos, colaboradores y periodistas que conocieron al “hermanito”.
Más allá de su cercanía con el poder, de su amistad con los presidentes Luis Echeverría, Adolfo López Mateos y Miguel Alemán, de sus lazos con políticos encumbrados que lo apoyaron, se reconoce a Benítez como pieza fundamental para el periodismo cultural en México.
“Fernando Benítez hizo y deshizo en todas partes. Era un viejito latoso”, recuerda el editor, periodista cultural y profesor universitario Huberto Batis, quien colaboró con él en distintos suplementos como sábado, del periódico unomásuno, donde fue su brazo derecho.
Batis comenta que los primeros pasos de Benítez en la cultura los dio en El Nacional, donde entró muy joven; allí comenzó a cosechar amigos y cercanías con el poder, conoció a Héctor Pérez Martínez, político campechano —padre de la escritora Silvia Molina— que fue secretario de Gobernación y candidato natural para suceder en la presidencia a Miguel Alemán.
Allí también comenzó a hacerse de enemigos, uno de ellos fue Ernesto P. Uruchurtu, quien al llegar a Gobernación —tras la muerte sorpresiva de Pérez Martínez—, giró instrucciones para echar a Benítez de El Nacional; ese hecho marcó el inicio de la historia de oro del periodismo cultural mexicano que Fernando Benítez construyó poco a poco, explica Batis.
Artífice de la información cultural
Era un gran maestro, así lo concibe Huberto Batis. “Benítez es un maestro de la novedad. Cuando trabajamos en sábado muchas veces ya tenía armado el suplemento pero si llegaba un desconocido con unas páginas y él se daba cuenta de que era algo de actualidad, desplazaba todo y lo ponía en primer sitio; era un maestro en ese sentido y un auténtico periodista”.
Conseguía textos de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar; además de artículos de amigos como Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis, entre otros.
Trabajar con él no era fácil. Batis evoca las ediciones: “Benítez decía: en la primera plana va un texto de Fuentes y un poema de José Emilio, las demás páginas las rellenas’; eso quería decir 12 páginas, entonces yo metía trabajos de escritores jóvenes, la sección de libros y de crítica”.
En sábado Benítez extrañaba a Fuentes, Pacheco y Monsiváis en la redacción: “A José de la Colina y a mí, nos trataba con pinzas y todo el tiempo lloraba: ‘¡ay!, si tuviera conmigo a Monsiváis, si tuviera conmigo a Pacheco haríamos un gran suplemento en vez de estas tonterías que ustedes hacen’. Era una lata”, recuerda Huberto Batis.
Un buen día, ya sin Pepe de la Colina, Benítez decide irse a La Jornada: “Yo le dije: ‘¿cómo te vas a ir, qué voy a hacer?’, él me respondió: ‘haz lo que yo, consíguete un Batis’. No sé si era un elogio o un insulto porque consíguete un Batis es consíguete uno que trabaje por ti, consíguete un esclavo; tal vez era un halago, era como decir lo puedes hacer bien”.
Impulsor de literatos
Juan Villoro, quien colaboró con Benítez dice que el “hermanito” conoció a José Emilio Pacheco y a Carlos Monsiváis recién salidos de la adolescencia “y supo que serían sus mejores colaboradores”.
Elena Poniatwska, la periodista que hacía entrevistas y crónicas para él, asegura que “para el periodismo cultural los suplementos que hizo Benítez son fundamentales para la promoción cultural. Allí promocionó a Carlos Fuentes, José Luis Cuevas y a Juan Rulfo.
Poniatowska dice que cuando salían libros de Fuentes, Benítez hacía un gran montaje, una fiesta donde echaba fuegos de artificio o decía que no había nadie mejor sobre la tierra que José Luis Cuevas. “Ellos fueron los dos caballitos que Benítez empujó hasta el fin de su vida”.
También es crítica sobre otro asunto: Benítez siempre apoyó y se rodeó de escritores y artistas varones, pero no de mujeres. “No lo quiero decir, pero creo que Benítez no era nada promotor de mujeres, nada más las usaba, como lo hacen muchísimos todavía hoy”.
Como promotor cultural, Benítez encontró una de sus llaves maestras: utilizar la pluma de los escritores españoles refugiados que habían llegado a México en los años 30.
Le fascinaba la velocidad y la ropa elegante “pero no se daba aires de superioridad”, recuerda Juan Villoro y cita a Benítez cuando decía: “nací con voz pedante, pero los indios me volvieron humilde”.
Juan Villoro también recuerda que sus conversaciones eran crónicas impecables de la vida social del México.
El perfil
Nació en la Ciudad de México en 1912.
Fue periodista, escritor, editor, antropólogo, etnólogo e historiador.
Es considerado un gran defensor de los pueblos indígenas.
Fue receptor de numerosos premios, como los nacionales de Periodismo (1986) y de Lingüística y Literatura (1978).
Falleció el 21 de febrero del 2000 en su ciudad natal.
De sus aportaciones
Libros. “Los Indios de México”, “El Libro de los Desastres”, “Ki: El Drama de un Pueblo y de una Planta”.
Suplementos culturales. “México en la Cultura”, “La Cultura en México”, “Sábado” y “La Jornada Semanal”.
Promotor. Impulsó el trabajo de creadores como José Luis Cuevas, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis.
Premios. Mazatlán de Literatura 1969 con “Los Indios de México”, y el Nacional de Periodismo.
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