lunes, 2 de enero de 2012

Coahuila, un pantano de violencia

SE LO DISPUTAN AL MENOS TRES CÁRTELES

Al estado de Coahuila lo invade aceleradamente la violencia criminal. Los hechos sangrientos se habían circunscrito a la región de La Laguna, pero desde la llegada de Rubén Moreira al gobierno estatal todo el territorio coahuilense –y sobre todo su capital– se volvió un campo de batalla…

domingo, 01 de enero de 2012


MÉXICO, DF (Apro).- Desde el arranque del gobierno de Rubén Moreira Valdez en Coahuila el 1 de diciembre, la violencia en Saltillo, que ya era grave, se disparó. Ahí la guerra entre el cártel del Golfo y Los Zetas, así como las acciones de policías, militares y marinos contra ellos, devinieron en enfrentamientos, asesinatos y desapariciones todos los días de diciembre último.

Como ocurre en todo el noreste del país, desde 2006 Coahuila se ha visto marcada por hechos de sangre, pero éstos se localizaban principalmente en La Laguna, región que se disputan el cártel de Sinaloa y Los Zetas. Ahora otra confrontación, entre la mafia del Golfo y su exbrazo armado y que se había centrado en Monterrey, se extendió a Saltillo, donde este último grupo tenía el control hegemónico.

Para hacerle frente a la emergencia el gobierno estatal pidió apoyo de militares, marinos y policías federales, lo que empezó a concretarse la última semana del año pasado. El 28 de diciembre alrededor de 600 soldados llegaron a Saltillo y más de 300 marinos a Piedras Negras. Aunque la violencia ha estado ahí todo el año, no fue sino hasta después del supuesto ataque a un vehículo de la escolta del gobernador, el 25 de diciembre, cuando el refuerzo federal llegó a Coahuila.

Según información de la Fiscalía General del Estado (FGE) y de la Secretaría de Gobernación, la tarde de ese día Rubén Moreira regresaba a su casa después de recorrer museos de Saltillo en compañía de su familia.

Hacia las 5:40 de la tarde el vehículo de avanzada y reconocimiento del convoy del mandatario se encontró con una camioneta Lincoln Mark gris tripulada por hombres armados. Hubo un enfrentamiento con la escolta de Moreira y un civil fue herido.

Un día antes el diario Reforma había publicado que el mandatario coahuilense conducía una camioneta Mercedes Benz con blindaje nivel cinco –el más alto, costoso y poco común–, valuada en más de cinco millones de pesos. Según el jefe de gabinete estatal, David Aguillón Rosales, el vehículo es propiedad del Grupo Acerero del Norte (de Alonso Ancira Elizondo), que se lo prestó al gobernador pues su propia camioneta estaba descompuesta.

Moreira dijo que no se trataba de "una cuestión directa" contra él, Gobernación condenó los hechos un día después y el 28 de diciembre llegaron a la entidad los soldados... sólo para abonar a la violencia: en su primer día de patrullajes en Saltillo una familia fue ametrallada en su vehículo. El padre, quien recibió cuatro tiros, iba al volante, se asustó y no hizo caso al alto marcado por los militares, por lo que éstos abrieron fuego. Al cierre de esta edición el hombre estaba grave.

COBERTURA RESTRINGIDA

La violencia criminal campeaba en Coahuila desde el inicio de 2011. Los enfrentamientos armados, a plena luz del día y en las vialidades más transitadas, se llegaban a prolongar horas.

Aunque no se ha dado a conocer una estadística oficial de muertes violentas ocurridas durante 2011, el alcalde de Torreón, Eduardo Olmos Castro, admitió que sumaban más de 500 homicidios sólo en esa ciudad. Un recuento de los casos ocurridos en diciembre da una cifra superior a los 60 asesinatos en todo el estado.

El propio Rubén Moreira reconoció además que en Coahuila hay al menos mil personas desaparecidas, sin que hasta el momento se haya determinado su paradero ni haya avances en las investigaciones.

En Saltillo la violencia empezó a notarse en 2010, cuando hubo varios tiroteos y ejecuciones, pero no fue sino hasta el 4 de marzo de ese año cuando policías estatales y delincuentes desquiciaron la ciudad toda una mañana en un enfrentamiento que dejó un agente y un civil muertos.

Los hechos de violencia continuaron con cierta frecuencia, pero su cobertura local se volvió compleja. Tras la muerte del periodista Valentín Valdez Espinosa, el 9 de enero de 2009, y aún más luego del atentado con una granada en el acceso a las instalaciones del diario Vanguardia el pasado 30 de mayo, no todo lo que ocurre se publica en los medios saltillenses, la mayoría de los cuales están amenazados por las mafias.

Las redes sociales se han convertido en la principal fuente de información para los ciudadanos de la zona.

Y la situación ha ido empeorando. El pasado 20 de julio, balaceras y persecuciones entre policías y pistoleros se reprodujeron por todo Saltillo, dejando regados cadáveres y heridos en distintos puntos de la ciudad. El saldo fue de seis muertos.

La violencia aterrorizó también a los saltillenses la noche del 15 de septiembre, cuando miles de personas se habían dado cita en la Plaza de Armas para celebrar el Grito de Independencia.

Con el antecedente de lo ocurrido en Morelia en 2008, el festejo fue un desastre, pues se dieron falsas alarmas de bomba que provocaron crisis de histeria entre los asistentes. A unas cuadras de ahí dos hombres fueron baleados en la calle Ramón Corona y el comando agresor, con toda impunidad, pasó frente al Palacio de Gobierno disparando al aire.

En noviembre fue perpetrado el asesinato de Jorge Torres McGregor, sobrino del entonces gobernador Jorge Torres López (quien sustituyó a Humberto Moreira cuando dejó el gobierno estatal para hacerse cargo de la presidencia nacional del PRI, la que tuvo que abandonar). La ejecución de este joven estudiante –quien murió al salir del campus de la Universidad del Valle de México, donde muchos policías estatales y municipales cursan la licenciatura en seguridad pública– se debió a "una confusión", explicó la FGE.

Las vialidades que cruzan el norte de la capital coahuilense –donde están los fraccionamientos de lujo– se han convertido en rutas mortales donde comandos de marinos, soldados, policías federales y estatales o delincuentes patrullan siempre. Es imposible circular por esas avenidas sin ver al menos un vehículo con gente armada. Fue en una de esas calles donde ocurrió el supuesto ataque a la escolta de Rubén Moreira.

POLICÍAS BAJO FUEGO

Una de las colonias que más han resentido los tiroteos es Magisterio, antes un tranquilo sector cuyos vecinos eran principalmente maestros, entre ellos Rubén Moreira antes de mudarse a San Alberto, el complejo residencial más exclusivo de la ciudad.

En Magisterio la mañana del pasado 5 de diciembre un comando acribilló al comandante Emmanuel Almaguer Pérez, quien iba a dejar a su hijo a la escuela. El niño también fue asesinado. Almaguer estaba a cargo de la zona nororiente de Saltillo, precisamente la que ha sido escenario de numerosos enfrentamientos en los últimos días.

Además, dos policías fueron ejecutados en octubre en la colonia República, y el 15 de diciembre el director del penal de Saltillo, Serafín Peña Santos, fue ultimado en la avenida Universidad, a unas cuadras de la zona universitaria.

El caso más sonado ocurrió el pasado 7 de diciembre, día en el que un grupo de policías estatales acabó su preparación; era la primera generación de la Policía Acreditable. Los recién graduados se fueron a festejar a un bar de donde siete de ellos fueron levantados. Según una fuente de la FGE, una célula de Los Zetas los confundió con integrantes del Grupo de Armas y Tácticas Especiales (GATE).

Un día después el GATE intentó liberarlos. De manera aún no explicada por las autoridades, integrantes de ese grupo llegaron a las inmediaciones de un centro comercial en la colonia Mirasierra y se toparon con un convoy de zetas que llevaba a los secuestrados. En el lugar se desató un tiroteo en el que murieron un pistolero y uno de los jóvenes recién graduados y se logró la liberación de otros dos... pero aún faltaban cuatro. El entonces fiscal de Coahuila, Jesús Torres Charles, diría después que no tenía esperanzas de encontrarlos con vida.

El GATE es un grupo de élite creado durante el gobierno de Humberto Moreira. Sus integrantes, siempre encapuchados y con armas largas, han actuado con impunidad y son famosos sus excesos contra civiles, reporteros y policías municipales. Por ejemplo, en una acción que hasta ahora no ha sido aclarada, la medianoche del 4 de octubre desataron una balacera en la que murió Óscar Cadena Coss, empresario dedicado a los giros negros.

La familia Cadena aseguró que Óscar había sido secuestrado, pero la FGE sostuvo que él y otras personas habían disparado contra una patrulla del GATE. No hubo más información.

Otro caso que implica a los llamados gates fue el asesinato de María Angélica Galindo –hija de un exalcalde– y sus hijos en octubre de 2010 cuando transitaban por una zona acordonada. Aparentemente los gates los confundieron con delincuentes y les dispararon.

Pero todos los casos de los gates han quedado impunes.



VIEJO REFUGIO

Aunque las operaciones en Coahuila de diversos grupos criminales eran evidentes, no se había producido entre ellos la lucha sin cuartel por el control del estado.

Desde los noventa Saltillo fue lugar de pernocta de capos del cártel del Golfo, como Juan Chapa Garza, operador financiero de Juan García Ábrego. Un caso más reciente fue el de Sigifredo Nájera Talamantes "El Canicón", un joven de 24 años que ascendió vertiginosamente en la estructura de Los Zetas hasta convertirse en jefe regional con base en Monterrey. El Ejército lo detuvo en una lujosa casa de Saltillo en marzo de 2009.

Pero 2010 fue el año en que la violencia empezó a desbordarse. El 27 de diciembre de 2009 el Ejército detuvo a Floriberto Andaya Espinoza, Ricochet –quien supuestamente fungía como auditor de Los Zetas en San Luis Potosí, Zacatecas y Aguascalientes– en el motel Marbella, al oriente de la ciudad. Días después, el 6 de enero de 2010, un comando fue a ese motel en un intento por recuperar los videos de seguridad, aunque un operativo militar y policiaco lo enfrentó y capturó a cinco de sus integrantes. La cobertura de esa nota le costó la vida al reportero Valentín Valdés Espinoza, quien fue levantado. Dos días después su cadáver fue abandonado frente al Marbella con un mensaje de amenaza a la prensa.

El 12 de octubre de 2011 otro enfrentamiento entre militares y pistoleros desquició Saltillo.

Ese día los militares capturaron a Carlos Oliva Castillo "La Rana", importante mando regional de Los Zetas con influencia en Nuevo León y Coahuila, así como a su jefe de seguridad, Juan Carlos Garza Rodríguez, quien se suponía preso en Apodaca y cuya fuga no se había hecho pública.

"La Rana" no era cualquier sicario. Según el informe militar, emitido el 13 de octubre, había trabajado a las órdenes de Eulalio Flores Cifuentes "El Flaco", un poderoso aunque poco conocido mando de Los Zetas, a quien sustituyó como jefe de plaza en Monterrey.

Fuentes militares sostienen que uno y otro eran integrantes de la formación que a principios de los noventa organizó Jesús Enrique Rejón Aguilar "El Mamito", detenido en 2005. En esa misma célula se encontraban Ricardo Almanza Morales, "El Gori 1", y sus hermanos Eduardo, Raymundo y Octavio, "El Clan de los Gori".

Dentro de ese grupo estaba también "El Canicón", presunto responsable de aplicar la táctica de los bloqueos viales en Monterrey, que siguen usando Los Zetas para proteger sus actividades.

El incremento de los operativos federales y de marinos coincide también con el ingreso a la región sureste de Coahuila de comandos del cártel del Golfo.

Como ocurrió en Monterrey y en La Laguna, existe la sospecha de que en la embestida oficial contra un grupo se intente favorecer a otro.

El obispo de Saltillo, Raúl Vera López, considera que no es factible la operación de un grupo criminal si éste no cuenta con el apoyo de agentes gubernamentales.

"Es evidente que existe un reacomodo en la base criminal. Es claro que hay una lucha entre grupos criminales por el control territorial y que ésta se acrecentó, con el inicio del nuevo régimen", explica.

Añade: "Cuando vemos un cambio de régimen, aumento de la violencia y llegada de más efectivos federales, la cuestión es saber si el combate va a ser parejo y si no, entramos a una situación peligrosísima, pues el grupo que no es favorecido arremete contra el que sí y contra el estado y entramos a una espiral de violencia interminable."

Por ello insiste en la necesidad de indagar las redes de complicidad política y financiera. Escéptico ante los anuncios de Rubén Moreira de que impulsará un plan especial para investigar las desapariciones, alerta también sobre el creciente número de violaciones a los derechos humanos.

La preocupación es grande en este sentido, porque –alerta– en el amplio abanico de actividades delictivas y la ausencia de estado de derecho los ciudadanos siempre terminan siendo las víctimas.

Por lo pronto las autoridades lo han admitido. En Saltillo hay una lucha entre cárteles y la situación empeorará. Eso dijo el 15 de diciembre Jesús Torres Charles, a quien –antes de ser relevado en el cargo– sólo se le ocurrió recomendar que la gente tome medidas para protegerse.
ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA

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