lunes, 15 de julio de 2013

Ex esposa de Fox rompe el silencio de su relación con el defraudador Marco Delgado

 


Se iban a casar. Ya lo habían acordado. A principios de 2007 Lilián de la Concha Estrada y Marco Antonio Delgado Licón decidieron dar el siguiente paso en su relación luego de cuatro años de amistad en los que, a pesar de la distancia –ella vivía en la ciudad de México y él en El Paso, Texas–, los encuentros se hicieron cada vez más frecuentes. Lilián era mayor que Marco por 14 años. Si bien es cierto que no coincidían en la década de nacimiento en su estado civil sí: ambos estaban divorciados.
De la Concha era la primera esposa del recién nombrado ex presidente de México, Vicente Fox Quesada, con quien estuvo casada 20 años antes de que él se convirtiera en el Primer Mandatario panista del país (2000-2006). De ese matrimonio formaron una familia con cuatro hijos que adoptaron: Ana Cristina, Vicente, Paulina y Rodrigo. Mientras que Fox Quesada se casó con Marta Sahagún en 2001, Lilián mantuvo su estatus de soltera. Por su parte, Marco Delgado también había cerrado el ciclo de su primer matrimonio con Sharon, con quien procreó dos hijos en territorio norteamericano.
En febrero de 2007, Lilián viajó a El Paso para reunirse con Delgado y juntos visitar a unos clientes con el fin de proponerles un negocio de importación de tequila. Sin embargo, la transacción no se concretó. “Marco fue por mi al hotel para llevarme al aeropuerto a tomar mi vuelo de regreso a México –comenta De la Concha en entrevista para Animal Político–. En el camino me dijo: ‘Lilian tú y yo nos llevamos muy bien ¿por qué no andamos?’ y yo le respondí ¿cómo crees? ¡eres mucho más chico que yo! A lo que él contesto: ‘vamos a intentarlo. Pero hay tres condiciones: la primera es que quiero que nos casemos; la segunda, que te vengas a vivir al El Paso y puedes ir a México todas las veces que quieras y, la tercera, es que quiero que seamos socios en varios de mis negocios’”. Lilián aceptó.
El agente de la CIA
Apenas cuatro años antes se habían conocido. En 2002, durante una cena celebrada en el restaurante San Ángel Inn, Nereo Vargas Velázquez, uno de los altos funcionarios del Sindicato Único de Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), presentó a Marco Antonio Delgado con Lilián de la Cocha. “Es la ex esposa de Fox”, dijo Vargas al ciudadano texano quien dijo que era abogado y director de la firma Delgado y Asociados. Según los relatos de la entrevistada de inmediato se simpatizaron ella y Marco, un hombre al que describe: robusto, con mucho porte, extremadamente seguro de sí mismo, que usaba trajes a la medida, relojes de colección, accesorios de marcas internacionales y siempre traía consigo efectivo. Mucho efectivo.
“Después del primer encuentro Marco me llamaba por teléfono casi todos los días. Hablábamos horas. Luego, cuando él venía a México, tres o cuatro veces al año, nos íbamos a comer o a cenar. Marco siempre elegía buenos restaurantes como el Champs Elysées o el Au Pied de Cochon, algo cerca del Hotel María Isabel Sheraton donde de manera rigurosa se hospedaba”. La propia Lilián asegura que en todos sus encuentros con Delgado éste llegaba con unas maletas tipo de doctor y cuando ella le preguntaba por qué no las dejaba en el hotel él respondía que ahí traía los dólares destinados para el Plan Mérida. “Me confesó que era agente de la CIA (Agencia Central de Inteligencia por sus siglas en español) e incluso yo llegué a ver los fajos de dólares”.
Dentro de sus cartas credenciales, Delgado le compartió a Lilián su entrañable amistad con Antonio O. Garza (Embajador de Estados Unidos en México) así como su cercanía con Laura Bush (esposa del presidente de Estados Unidos, George W. Bush), con quien Marco estudió la carrera en la Universidad de Texas y, debido a su cercanía, se había convertido en madrina de bautizo de la pequeña hija de Delgado. De acuerdo a los relatos de De la Concha a Marco se le notaba el dinero y no se sabía hasta dónde podía llegar su fortuna.
Su debut con los amos de México
“Marco es el hijo que yo hubiera querido tener”: le dijo a Lilián en una ocasión Mario Moya Palencia, quien se desempeñó como secretario de Gobernación en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). A decir de la fuente, Moya Palencia –quien falleció en octubre de 2006– tenía una gran estima y admiración por Marco Antonio Delgado. El círculo empresarial con el que se relacionaba la ex esposa de Fox también tenían los mejores comentarios para Delgado. Esas fueron suficientes referencias para que Lilián le diera acceso al primer círculo de poder en México.
En mayo de 2006, poco antes de las elecciones presidenciales, Lilián le pidió a Marco que la acompañara a la boda de su hija Paulina Fox de la Concha, quien celebró su enlace con Luis Carlos Aguilar Pizarro en la Catedral Basílica de Nuestra Señora de la Luz, en la ciudad de León, Guanajuato. El banquete se realizó en los jardines del rancho San Cristóbal –propiedad de Vicente Fox y localizado en el mismo estado– hasta donde llegaron la mayoría de los secretarios de Estado en turno así como los empresarios Olegario Vázquez Raña, Leandro Ampudia, Manolo Arango, pero sobre todo, el hombre más rico del mundo según la revista Forbes, Carlos Slim Helú.
Ya no se le separó. Marco Antonio hizo mucho más estrecha su relación con Lilián y con el tiempo se fueron dando las confesiones. Delgado le dijo a De la Concha que su ex esposa Sharon, la madre de sus dos hijos, estaba enferma de leucemia y se encontraba en fase terminal. “A mí me conmovía profundamente porque uno de los niños tenía 12 años y la más pequeña cuatro”.
Acto seguido, el amigo de Lilián le pidió ayuda para que le consiguiera una cita en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) con el fin de que pudiera meter a licitación los servicios de generación de energía de la empresa El Paso Electric, donde Delgado aseguraba trabajar como asesor. “Yo siempre he estado correteando el bolillo. Toda la vida he trabajado y lo he hecho de manera decente así que, debido a que no había nada chueco en eso, conseguí la cita y en el caso de que se concretara el proyecto me ganaría una comisión. Finalmente no se realizó la licitación”.
Pero la idea de que trabajaran juntos arrojó más propuestas: “En ese tiempo empezó a haber muchos muertos en el otro lado de la frontera y había problemas para traerlos a México así que le dije a Marco: ‘si tu eres tan amigo de George Bush y de Tony Garza, por qué no hacemos algo con los migrantes para que en el caso de que mueran fuera de su país tenga un seguro de repatriación”.
-Oye Lilián, pero tú que te has especializado básicamente en los bienes raíces ¿cómo sabías el potencial de ese proyecto de inmigrantes?
Pues así, nada más se me ocurrió. Entonces le hablé a Marco a contarle y le pareció que estaba buenísima la idea. Me dijo: ‘vamos a hacerlo. Hoy en la noche voy a cenar con Tony Garza y le presento el proyecto’.
-Si era tu idea supongo que tú también acudiste a esa presentación con el Embajador.
No. A Tony Garza nunca lo conocí. Marco se encargaba de todo eso.
-¿Entonces cuál era exactamente tu participación?
Marco me pidió que consiguiera la empresa aseguradora y juntos armaríamos el proyecto. Entonces le hablé a un amigo de toda la vida de Vicente (Fox) que se dedica a los seguros, Raúl Romo, y juntos empezamos a buscar empresas hasta llegar a una que se llama Mondial Assistance, la cual cobraría 12 dólares adicionales por cada visa expedida por el gobierno norteamericano con lo cual se obtendría el seguro de repatriación.
-¿En qué consistía exactamente ese seguro?
En que si la persona asegurada fallecía en algún lugar que no fuera su país de origen, Mondial Assistance (actualmente Allianz Global Assistance) pagaba toda la asistencia legal, el traslado del cuerpo completo o incinerado al lugar de origen del asegurado, sin cargos para los familiares del difunto. El seguro duraba lo que durara la vigencia de la visa.
-¿Y tú cómo ibas a ganar dinero con este proyecto?
A nosotros nos iban a dar comisión. Nos quedarían tres dólares de los 12 que se pagaban por el seguro: uno era para la Embajada de Estados Unidos, otro para Marco Delgado y su gente y, finalmente, otro para Raúl Romo y yo.
-¿De cuánto dinero estamos hablando?
¡Uy, pues imagínate! Tan sólo son 10 millones de solicitudes de visas norteamericanas que se tramitan al año en México. Era un proyecto interesantísimo porque además no tenía fin. Es decir, una vez asociados con la embajada norteamericana no había fecha de caducidad del proyecto.
Comienza la operación “seducción”
La amistad entre Lilián y Marco se encontraba en la cresta de la ola. Muy pronto se abriría otra faceta entre ellos como socios. En octubre de 2006 –antes de que Fox dejara Los Pinos– De la Concha fue invitada a la boda de Luis Alfonso Lugo y Mariana Canales Stelzer, hija del ex gobernador del estado de Nuevo León, Fernando Canales Clariond, quien en ese año estaba por concluir su administración como Secretario de Energía. Nuevamente Lilián le pidió a Marco que la acompañara como su pareja de baile. Él aceptó. A pesar de que hasta entonces el vínculo entre ambos solo se reducía al plano amistoso, Delgado ya había comenzado lo que se podría definir con el verbo cortejar.
En la mesa de Canales Clariond Lilián y Marco estaban sentados con el presidente electo Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala. Delgado estuvo largo tiempo platicando con el titular de la Sener quien, a decir de la propia De la Concha, en un momento se le acercó a ella para decirle: “Este hombre es muy buen candidato para tu próxima pareja”. Calderón Hinojosa se tomó una foto con Lilián y Marco.
De la Concha relata que fue precisamente en ese evento cuando Marco le dijo que la gente de la embajada norteamericana estaba haciendo todo el papeleo y que necesitaban cinco millones de dólares como anticipo del proyecto. “Yo le dije que bajo ninguna circunstancia tenía esa cantidad de dinero. ‘Yo pongo dos y ustedes consigan tres millones’, me dijo Marco. Al final le pedí que me permitiera ver con algunos empresarios a quienes quizás les podría interesar el proyecto”.
Lilián estuvo sondeando con algunos inversionistas durante varios meses hasta que finalmente tres de ellos se mostraron interesados. “No te no te voy a decir nombres –responde categórica a pregunta expresa–, pero todos son mexicanos y se entrevistaron con Raúl Romo quien les platicó los detalles del negocio, de la cantidad a invertir y de las ganancias”.
La entrevistada explica que cada uno de los inversionistas puso 500 mil dólares. En total se reunieron un millón y medio en billetes verdes, los cuales sirvieron como anticipo y a la firma del contrato los empresarios tendrían que poner el otro millón y medio para sumar los tres millones de dólares que pedía Delgado. “A Marco se le dieron 500 mil dólares en efectivo y la otra parte se le depositó en una cuenta que él nos dio de una persona de la embajada de nombre L. Narváez. La cuenta estaba en el Wells Fargo Bank. Esa transacción se hizo entre septiembre y octubre de 2006. Marco me dijo que los resultados estarían a partir de febrero de 2007”.
Cuando el ángel se vuelve demonio
Al año siguiente, precisamente en febrero, Lilián viajó a El Paso, Texas para visitar unos clientes y asociarse con Marco en un negocio de tequila. Aunque el negocio no prosperó De la Concha no regresó con las manos vacías. A bordo de un taxi Marco le pidió que fuera su novia e incluso que deseaba casarse con ella.
Al siguiente mes Delgado aterrizó en México y, a diferencia de todas las ocasiones anteriores que se había encontrado con Lilián, estaba hecho una facha. La pareja salió a desayunar con un amigo de él pero antes de terminar su comida Marco le pidió, a su ahora novia, que lo disculpara, que se quería ir a descansar al hotel porque se sentía muy mal. A petición de Delgado, Lilián compró un par de boletos para el teatro ya que ambos se reunirían en la noche para ir al espectáculo y posteriormente a cenar.
Cuando De la Concha llegó por Marco al hotel, el primer obstáculo al que se enfrentó fue el nombre del registro del huésped, ya que Delgado siempre daba datos falsos por su trabajo en la CIA. Lilián llamó infatigablemente a su celular pero éste nunca le contestó. Luego de varios intentos fallidos, ella llamó al amigo con el que habían desayunado para tener noticias de su pareja. Estaba muy preocupada. Se imaginaba lo peor. “Marco está en Texas, Lilián. Y está perfectamente bien”, la respuesta le taladró los oídos a De la Concha.
Al día siguiente el novio de Lilián se reportó. “Me dijo que lo habían mandado a llamar de urgencia para una junta y que si no estaba dispuesta a tener discreción en nuestra relación mejor ahí la dejábamos. ‘Te te he dicho mil veces que mi trabajo es muy delicado y no puedes comentar con nadie nada’: me gritaba en el teléfono”. La relación comenzaba a ponerse tensa. De manera paralela también se tensaba el ánimo de los inversionistas que habían puesto el millón y medio de dólares quienes ya ejercían presión para firmar el contrato con la embajada norteamericana.
Lilián le pasó a Marco el recado de los empresarios mexicanos. En esa misma llamada, Delgado le dijo que no iban a poder verse pronto: “Fíjate preciosa que no voy a ir este mes a México porque tengo un tumor en el estómago y me voy a Houston”. A Lilián se le fue la quijada al piso. De la Concha cuenta que intentó por todos los medios convencer a Marco de acompañarlo pero éste se negó. “Déjame checarme esto y yo te llamo”, con esa frase se despidió Delgado.
Pasaron 10 días y 10 noches. Lilián no recibía ninguna llamada. “De repente me habló y me dijo que le sacaron un tumor canceroso en el colon. Yo lloraba, me iba a La Villa, mandaba a hacer misas. Vivía en una angustia total. Yo decía: no puede ser, pobres niños, la mamá con cáncer terminal y el otro con un tumor en el estómago”.
El viacrucis de De la Concha con su novio duró desde marzo hasta noviembre de 2007. En ese tiempo Lilián viajó dos veces a Houston para verlo. Marco le había dicho que tenía metástasis en el hígado. Sin embargo, en las dos ocasiones Delgado no le permitió verlo. “Me decía que no quería que lo viera sin pelo. Dos veces fui con mil sacrificios porque yo no tenía dinero. Le llevaba el agua de Lourdes, el libro de no sé qué, la canción de motivación, etc. todo lo que me decían que le iba a ayudar. Pero cuando llegaba a Houston me hablaba y me decía: ‘preciosa, te dije que no vinieras. ¿Por qué viniste? discúlpame pero no te voy a recibir, no quiero que me veas pelón’. Yo le suplicaba verlo, pero fue imposible”.
Misión cumplida
Mientras Marco Delgado se debatía entre la vida y la muerte en Estados Unidos, Lilián atravesaba por una fuerte depresión en México. Luego de casi un año, los empresarios que habían invertido el dinero estaban furiosos. “Yo les decía que cómo querían que presionara a Marco si el señor se estaba muriendo. ‘Pues sí pero es nuestro dinero’, -le respondían-. Yo no me atrevo, háblenle ustedes. Yo decía que cómo podían ser tan duros con un desahuciado”. Lilián de la Concha dejó el gimnasio, bajó de peso, se ausentó en su empleo, se alejó de su vida social y hasta de su familia. No podía con la presión y la depresión.
Un día Marco me mandó un texto diciéndome: ‘es mi último mensaje. Me estoy muriendo’. Salí corriendo a La Villa como loca. Le respondía ¡por favor contéstame! ¡dime que no te estás muriendo! A las 10 de la noche ya no me contestaba. Hecha un mar de lágrimas le hablé a su amigo para saber si Marco ya había muerto y ahí supe toda la verdad. Marco no estaba muerto. Su amigo acababa de estar con él en un rancho en Chihuahua. ‘Yo me vine y él se quedó con su novia, con Liliana Narváez. Si quieres ahorita te mando una foto que le acabo de tomar para que veas que no te estoy mintiendo, pero cálmate por favor. Deja de llorar, mujer’”.
Marco Delgado no tenía dos hijos, sino cuatro. La ex esposa Sharon no tenía leucemia, actualmente trabaja como auditora de la Universidad de Texas y sí estaban divorciados pero Delgado se volvió a casar con Liliana Narváez, la misma persona a quien los empresarios mexicanos le depositaron un millón de dólares en su cuenta bancaria personal. Por supuesto que Marco no trabajaba en la CIA ni conocía a Tony Garza ni estaba acompadrado con los Bush. “Mi relación, de alguna manera sentimental, más bien fue de llanto, de mentira y de engaño. Mi noviazgo, si es que se le puede llamar así, duró lo que tardó el taxi de mi hotel al aeropuerto de El Paso. Siempre fui utilizada. Fui una estúpida”.
-¿Y cómo fue que los tres empresarios que dieron el dinero dejaron ir un millón y medio de dólares así porque sí?
No sé. Yo supongo que les dio miedo. Seguramente pensaron dónde estará metido este tipo que dijeron: ‘ni modo, fue un negocio que perdimos’.
¿De verdad perdió cada uno esos 500 mil dólares sin ninguna molestia?
No bueno, claro que hubo molestia. A mí me dejaron de hablar. Tuve problemas serios con ellos, porque primero me acusaron de que estaba coludida con Marco. En mi vida le he robado un peso a nadie. Finalmente con la detención de Marco creo que ya se dieron cuenta.
¿Por qué no denunciaron ante la ley a este supuesto estafador?
Yo les dije que si querían denunciarlo les ayudaba con pruebas. Les mandé las fotos de donde vivía Marco, de sus coches, de sus hijos. Todo lo que me dieron se los mandé. Les dije ahí les va el paquete y háganle como quieran. Uno me dijo que sí iba a demandar pero ya no sé en qué acabó porque te digo que me dejaron de hablar.
Me cuesta trabajo creer que estos hombres de negocios hayan aportado esa cantidad sin ningún contrato de por medio, sin abogados intermediando…
A mí también me cuesta trabajo creerlo. Después pensé ¿cómo nadie pidió un contrato? ¿cómo dan así el dinero? nos vio la cara y lo peor de todo es que la gente que lo conocía me decía que era una persona encantadora.
¿Y tú por qué no denunciaste a Marco Delgado por fraude?
Yo no tengo ni para un abogado. Hubo una persona que casualmente me habló y me dijo: ‘mira Lilián, Marco es gente peligrosa, yo te recomiendo que lo tomes como una pérdida de dinero y se acabo. Hay negocios donde te va bien y hay otros que te va mal. Entonces fue una mala inversión, mejor olvídate’. Luego un abogado me dijo que no se puede acusar a alguien de fraude cuando se le entregó de manera voluntaria el dinero.
Cualquier delito debe de ser denunciado por más peligroso que sea ¿no?
Pues sí, pero al menos yo tuve miedo de meterme con gente de su calaña. Tan fácil como que me mandan a matar. Una persona que se atreve a decir tanta mentira y tan grave puede se capaz de hacer cualquier cosa.
¿Por qué no dijiste nada en todo este tiempo?
¿A quién le interesaría?
A los medios de comunicación, por ejemplo.
Pues sí, pero no sé. Me he mantenido sin decir nada porque no me gustan los escándalos.
Pues ya estás involucrada en este escándalo.
Pero lo que ha salido es una verdad a medias. Yo no volví a ver a Marco después del fraude. Lo de la CFE fue antes. Ya sé que es una historia de idiotas, increíble ¿qué quieres que te diga? ¡me choca hacer el papel de tonta, pero fui muy tonta y lo acepto!

El 2 de noviembre de 2012, Marco Antonio Delgado Licón fue capturado en un restaurante de El Paso, Texas, por parte de agentes especiales del Departamento de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (Immigration and Customs Enforcement, ICE, por sus siglas en inglés) acusado de lavar más de 600 millones de dólares para el cártel de los hermanos Valencia.
La noticia impactó tanto a los mexicanos como a los norteamericanos que lo conocían, que habían convivido con él, que se habían beneficiado de su lado filantrópico. Apenas podían entender cómo era posible que Marco Delgado se construyera una vida basada en la mentira más que la verdad y, sobre todo, cómo había podido mantener la farsa durante 10 años.
Pocas personas se habían atrevido a denunciarlo, la mayoría avergonzados por el timo, o humillados por la grieta que había abierto en la seguridad de sus instituciones bancarias prefirieron tomarlo como una mal negocio. Al final supieron que todo el tiempo estuvieron frente a un gran actor. A un profesional de la mentira. A uno de los estafadores más glamurosos de los últimos tiempos.


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