PUERTO PRÍNCIPE.- “Sí, el Estado se desplomó, pero nos levantamos poco a poco”, dijo el presidente de Haití René Préval ante el señalamiento de que el terremoto que azotó a su país había colapsado también a su gobierno.
Durante una entrevista concedida el pasado miércoles 20 a Phillippe Bolopion, enviado especial de Radio Francia Internacional a Puerto Príncipe, el mandatario haitiano insistió: “Un país no muere. Un pueblo no muere”, pero reconoció que la “condición fundamental” para reconstruir a su nación es “la estabilidad política”.
Confirmó lo que es vox populi en Puerto Príncipe: que exmilitares ligados al régimen golpista de Raoul Cédras (1991-1994), así como peligrosos delincuentes escaparon de la prisión y lideran un contingente mayor que el de la policía, integrada por 2 mil 500 agentes.
A continuación se reproduce de manera íntegra la entrevista que Radio Francia Internacional realizó al presidente haitiano.
–¿Está usted preocupado por la seguridad? Hemos visto las imágenes de motines transmitidas por CNN. ¿Qué piensa?
–Creo que hay que diferenciar dos cosas: seguridad y mantenimiento del orden. Por lo que respecta a la seguridad, las personas tienen que entender que no fueron las únicas víctimas. Si la gente comprende la magnitud de la catástrofe, que ésta tocó a todos, se va a crear un sentimiento de solidaridad. Si cada uno ayuda a su vecino, se va a crear un sentimiento de solidaridad.
“Por otra parte, debemos hacer todos los esfuerzos necesarios para repartir los alimentos y el agua a los damnificados. Debemos hacer todos los esfuerzos necesarios para no dejar que los cadáveres estén en las calles, pues eso puede irritar a la gente. Debemos hacer todo lo necesario para trasladar a lugares de abrigo a los sobrevivientes que deambulan por las calles o las plazas públicas.
“Para mantener el orden, que es una cosa diferente, tenemos alrededor de 2 mil 500 policías en Puerto Príncipe. Hay 300 soldados que salieron de las prisiones (...) y que constituyen un peligro porque por cada bandido líder hay 10 o 20 maleantes trabajando con él.
“Además, en toda catástrofe hay quienes aprovechan. Si los barrios se organizan para denunciar a los bandidos que salieron de las cárceles, para hacer entrar en razón a quienes tienen tendencia al pillaje, creo que las cosas van a ir mejor. Pero, al mismo tiempo, como esta policía está debilitada –muchas comisarías se desplomaron, varios policías viven un duelo en sus familias, las patrullas se dañaron–, su capacidad se redujo al igual que la de la Minustah (Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití), que también fue víctima de esta catástrofe. Como usted sabe, su sede se derrumbó y el comando quedó sepultado bajo los escombros. Hasta ahora la Minustah intenta restablecer su capacidad operacional.
–¿Los socorristas han llegado rápidamente?
–Los servicios de socorro llegaron muy rápido. La ayuda llegó tan pronto como ciertos países o agencias se enteraron de la catástrofe. Pero al mismo tiempo se generó un problema porque no estábamos preparados para recibirla. Cuando un avión aterriza nos preguntan: “¿Pero dónde están los camiones para transportar la ayuda? ¿Dónde están los depósitos para meter lo que llega? La ayuda irá aumentando, lo que importa ahora es la coordinación de la ayuda, para saber en qué cantidad, cuánto y cómo distribuirla.
–Los helicópteros estadunidenses aterrizaron en el Palacio Presidencial. Había jóvenes en la calle que reaccionaron coléricos afirmando que era un gesto casi de invasores. ¿Le chocó a usted la manera cómo llegaron esas tropas?
–Hay heridos y buscamos lugares dónde meterlos (…) Creo que las manifestaciones ideológicas deben dar paso a la caridad para poder socorrer a los heridos. Si es sobre el césped del palacio que nos toca atender a los heridos, pues que se les atienda en el césped del palacio. Eso es lo esencial.
–¿Quién está a cargo de la seguridad del país en estos momentos?
–Tenemos la colaboración de varios socios. Antes de la catástrofe, el ejército y la policía haitianos estaban en fase de reestructuración. Era la Minustah con los contingentes argentino, chileno, brasileño y de diferentes naciones la que ayudaba a reconstruir a la policía y, poco a poco, las fuerzas del orden haitiano iban reforzando su capacidad de acción.
“La Minustah ha sido afectada también por el sismo. El secretario general de la ONU solicitó un aumento de sus efectivos y los estadunidenses, bajo la égida de la Minustah, pero sin formar parte de ella, ofrecieron una ayuda para la reconstrucción: ingenieros militares, médicos militares y soldados para acompañar los convoyes y cuidar las edificaciones. Entonces, para la seguridad es la Minustah la encargada, junto con la policía, ayudadas por los estadunidenses.
–El temblor hizo sucumbir por completo al Estado haitiano. ¿Ha empezado ya a reconstruirse?
–Cuando ocurrió el temblor, yo intenté llamar a todos mis ministros. Todos los teléfonos habían caído. Intenté localizarlos con mi automóvil. Era imposible atravesar las calles. No había electricidad. Montados en motocicletas, ellos pudieron localizarme.
“Ahora los teléfonos funcionan mejor. Las calles comienzan a descongestionarse. Por fortuna, encontramos una oficina donde funciona el gobierno, debido a que el palacio se desplomó con el temblor, los ministerios se derrumbaron, el Parlamento se derrumbó… Sí, el Estado se desplomó, pero nos levantamos poco a poco.
–¿La comunidad internacional respondió al llamado (de Haití)?
–Ya lo he dicho. Al conocerse la catástrofe, la ayuda llegó de inmediato. El problema que se presenta hoy día es la coordinación. Creo que la gente es consciente de eso. Es un esfuerzo de solidaridad tras una ayuda sin coordinación. Hoy todo el mundo sabe que la coordinación nos permitirá ser aún más eficaces.
–Su país esta increíblemente herido. ¿Cree usted que va a levantarse?
–Un país no muere. Un pueblo no muere. Se viven dificultades. Hemos pasado dos catástrofes históricas en dos años. El año pasado, y por vez primera, nos golpearon cuatro ciclones seguidos. Y nunca ha habido en la región un sismo de esta amplitud. Así pues, nosotros nos levantaremos, concientes de que no se debe construir en cualquier lugar y de que se necesita estabilidad política para construir en la continuidad. Además, está la ayuda internacional con la que se debe contar y que, por el momento, en este periodo de urgencia, está presente. Esperemos que siga presente en el largo plazo.
–Usted dice: “no se debe reconstruir en cualquier lugar”. ¿Se debe reconstruir mejor, de manera más sólida?
–No soy un experto en construcción. Para empezar, pienso que se debe tener aquello que llamamos zoning, un plan de ocupación. Y los expertos decidirán el lugar que más conviene para construir. Los expertos dirán también cómo construir. Para su realización, toda construcción debe tener una autorización. Pero con la inestabilidad política, los golpes de Estado, etcétera, poco a poco, la gente hace lo que quiere. En consecuencia, creo que la estabilidad política, la democracia, es la condición fundamental para el desarrollo de este país.
–En la televisión hemos visto a la policía haitiana golpear, disparar y a veces entregar gente a la multitud para lincharlos. ¿Cree que esto se puede aceptar?
–Yo no lo vi. No podría hacer comentarios, pero si ha sucedido creo que se debe condenar.
Durante una entrevista concedida el pasado miércoles 20 a Phillippe Bolopion, enviado especial de Radio Francia Internacional a Puerto Príncipe, el mandatario haitiano insistió: “Un país no muere. Un pueblo no muere”, pero reconoció que la “condición fundamental” para reconstruir a su nación es “la estabilidad política”.
Confirmó lo que es vox populi en Puerto Príncipe: que exmilitares ligados al régimen golpista de Raoul Cédras (1991-1994), así como peligrosos delincuentes escaparon de la prisión y lideran un contingente mayor que el de la policía, integrada por 2 mil 500 agentes.
A continuación se reproduce de manera íntegra la entrevista que Radio Francia Internacional realizó al presidente haitiano.
–¿Está usted preocupado por la seguridad? Hemos visto las imágenes de motines transmitidas por CNN. ¿Qué piensa?
–Creo que hay que diferenciar dos cosas: seguridad y mantenimiento del orden. Por lo que respecta a la seguridad, las personas tienen que entender que no fueron las únicas víctimas. Si la gente comprende la magnitud de la catástrofe, que ésta tocó a todos, se va a crear un sentimiento de solidaridad. Si cada uno ayuda a su vecino, se va a crear un sentimiento de solidaridad.
“Por otra parte, debemos hacer todos los esfuerzos necesarios para repartir los alimentos y el agua a los damnificados. Debemos hacer todos los esfuerzos necesarios para no dejar que los cadáveres estén en las calles, pues eso puede irritar a la gente. Debemos hacer todo lo necesario para trasladar a lugares de abrigo a los sobrevivientes que deambulan por las calles o las plazas públicas.
“Para mantener el orden, que es una cosa diferente, tenemos alrededor de 2 mil 500 policías en Puerto Príncipe. Hay 300 soldados que salieron de las prisiones (...) y que constituyen un peligro porque por cada bandido líder hay 10 o 20 maleantes trabajando con él.
“Además, en toda catástrofe hay quienes aprovechan. Si los barrios se organizan para denunciar a los bandidos que salieron de las cárceles, para hacer entrar en razón a quienes tienen tendencia al pillaje, creo que las cosas van a ir mejor. Pero, al mismo tiempo, como esta policía está debilitada –muchas comisarías se desplomaron, varios policías viven un duelo en sus familias, las patrullas se dañaron–, su capacidad se redujo al igual que la de la Minustah (Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití), que también fue víctima de esta catástrofe. Como usted sabe, su sede se derrumbó y el comando quedó sepultado bajo los escombros. Hasta ahora la Minustah intenta restablecer su capacidad operacional.
–¿Los socorristas han llegado rápidamente?
–Los servicios de socorro llegaron muy rápido. La ayuda llegó tan pronto como ciertos países o agencias se enteraron de la catástrofe. Pero al mismo tiempo se generó un problema porque no estábamos preparados para recibirla. Cuando un avión aterriza nos preguntan: “¿Pero dónde están los camiones para transportar la ayuda? ¿Dónde están los depósitos para meter lo que llega? La ayuda irá aumentando, lo que importa ahora es la coordinación de la ayuda, para saber en qué cantidad, cuánto y cómo distribuirla.
–Los helicópteros estadunidenses aterrizaron en el Palacio Presidencial. Había jóvenes en la calle que reaccionaron coléricos afirmando que era un gesto casi de invasores. ¿Le chocó a usted la manera cómo llegaron esas tropas?
–Hay heridos y buscamos lugares dónde meterlos (…) Creo que las manifestaciones ideológicas deben dar paso a la caridad para poder socorrer a los heridos. Si es sobre el césped del palacio que nos toca atender a los heridos, pues que se les atienda en el césped del palacio. Eso es lo esencial.
–¿Quién está a cargo de la seguridad del país en estos momentos?
–Tenemos la colaboración de varios socios. Antes de la catástrofe, el ejército y la policía haitianos estaban en fase de reestructuración. Era la Minustah con los contingentes argentino, chileno, brasileño y de diferentes naciones la que ayudaba a reconstruir a la policía y, poco a poco, las fuerzas del orden haitiano iban reforzando su capacidad de acción.
“La Minustah ha sido afectada también por el sismo. El secretario general de la ONU solicitó un aumento de sus efectivos y los estadunidenses, bajo la égida de la Minustah, pero sin formar parte de ella, ofrecieron una ayuda para la reconstrucción: ingenieros militares, médicos militares y soldados para acompañar los convoyes y cuidar las edificaciones. Entonces, para la seguridad es la Minustah la encargada, junto con la policía, ayudadas por los estadunidenses.
–El temblor hizo sucumbir por completo al Estado haitiano. ¿Ha empezado ya a reconstruirse?
–Cuando ocurrió el temblor, yo intenté llamar a todos mis ministros. Todos los teléfonos habían caído. Intenté localizarlos con mi automóvil. Era imposible atravesar las calles. No había electricidad. Montados en motocicletas, ellos pudieron localizarme.
“Ahora los teléfonos funcionan mejor. Las calles comienzan a descongestionarse. Por fortuna, encontramos una oficina donde funciona el gobierno, debido a que el palacio se desplomó con el temblor, los ministerios se derrumbaron, el Parlamento se derrumbó… Sí, el Estado se desplomó, pero nos levantamos poco a poco.
–¿La comunidad internacional respondió al llamado (de Haití)?
–Ya lo he dicho. Al conocerse la catástrofe, la ayuda llegó de inmediato. El problema que se presenta hoy día es la coordinación. Creo que la gente es consciente de eso. Es un esfuerzo de solidaridad tras una ayuda sin coordinación. Hoy todo el mundo sabe que la coordinación nos permitirá ser aún más eficaces.
–Su país esta increíblemente herido. ¿Cree usted que va a levantarse?
–Un país no muere. Un pueblo no muere. Se viven dificultades. Hemos pasado dos catástrofes históricas en dos años. El año pasado, y por vez primera, nos golpearon cuatro ciclones seguidos. Y nunca ha habido en la región un sismo de esta amplitud. Así pues, nosotros nos levantaremos, concientes de que no se debe construir en cualquier lugar y de que se necesita estabilidad política para construir en la continuidad. Además, está la ayuda internacional con la que se debe contar y que, por el momento, en este periodo de urgencia, está presente. Esperemos que siga presente en el largo plazo.
–Usted dice: “no se debe reconstruir en cualquier lugar”. ¿Se debe reconstruir mejor, de manera más sólida?
–No soy un experto en construcción. Para empezar, pienso que se debe tener aquello que llamamos zoning, un plan de ocupación. Y los expertos decidirán el lugar que más conviene para construir. Los expertos dirán también cómo construir. Para su realización, toda construcción debe tener una autorización. Pero con la inestabilidad política, los golpes de Estado, etcétera, poco a poco, la gente hace lo que quiere. En consecuencia, creo que la estabilidad política, la democracia, es la condición fundamental para el desarrollo de este país.
–En la televisión hemos visto a la policía haitiana golpear, disparar y a veces entregar gente a la multitud para lincharlos. ¿Cree que esto se puede aceptar?
–Yo no lo vi. No podría hacer comentarios, pero si ha sucedido creo que se debe condenar.
Proceso 24/01/2010
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