Calderón cree que no lo han logrado” ni países desarrollados como Estados Unidos, aunque México está a punto de “alcanzarla”. También profesa que si la generación de 1810 fue capaz de “darnos” libertad, soberanía y patria, “nosotros tenemos el deber de hacer efectivo para todos un derecho tan importante como el de la salud”.
¿Con qué sueña Calderón? Con la obsesión que gusta llamar “cobertura universal” de salud: “cubrir” al ciento por ciento de los mexicanos.
Porque en rigor, su “universalidad” –como la del Seguro Popular de Fox y Frenk– es apenas una rudimentaria estrategia de extensión de cobertura (afiliación) incompleta, básicamente preventiva, con baja resolutividad médico-clínica y apoyada en 249 intervenciones de un paquete diseñado tecnocráticamente, sin atender lo que enferma y mata en el México del siglo XXI.
Ese parche pésimamente diseñado que se denomina Seguro Popular, así como su modalidad petit: el Seguro Médico para una Nueva Generación (y la estrategia Embarazo Saludable), sencillamente no garantizan la atención médica requerida aunque ya hubiera “alcanzado” 100 por ciento de la archipublicitada cobertura “universal”.
Pero no sólo Calderón está obsesionado. También lo está ¡hasta su hermana! Pobremente informada y más bien atenta a la “estrategia” electoral panista para “ganar” Michoacán en los próximos comicios del año 2011, Luisa María Calderón se atreve a sostener que “está creciendo a pasos agigantados la protección universal de la salud con el Seguro Popular. Ya hay más de 34 millones de personas con Seguro Popular y en esto cuatro años ha construido o remodelado mil 800 hospitales”. ¿Cuál será su “documentada” fuente?
En realidad, lo que pretende –ya desesperadamente– Felipe Calderón es seguir usufructuando ese fantástico seguro para promover la imagen de que su desempeño en la titularidad del Poder Ejecutivo “dejó algo”, más allá de una economía virtualmente paralizada –incapaz de generar empleo– y la escandalosa cifra de muertos de su “guerra” contra el crimen organizado.
Emulando el estilo que tanto alegraba a Fox, al inaugurar la Unidad Médico Quirúrgica Juárez Centro Bicentenario declaró: “En lo que va del sexenio se han construido y remodelado alrededor de 10 obras hospitalarias a la semana, más de mil 800 en total, casi mil son nuevas, lo que permitirá que la gente tenga acceso a la salud”. ¿Seguro?
La cobertura “universal” de Calderón es, estrictamente, la de su costosa presencia universal en medios, pagada con recursos de los contribuyentes y para su beneficio estrictamente personal. Exactamente igual que antes se autopublicitara la presidencia de Vicente Fox.
Por ejemplo, violando la ley, en marzo de 2006 Fox firmó y envió cartas de felicitación a los nuevos afiliados del Seguro Popular: “Me da gusto saber que ya cuentas con la nueva tarjeta Tu Salud que te acredita como afiliado al Seguro Popular. ¡Muchas felicidades! Trabajando juntos, con corresponsabilidad, continuaremos construyendo un México más fuerte y con más oportunidades para todos. Cuento contigo”.
Y sólo dos meses después el gabinete foxista hacía campaña para Calderón con el Seguro Popular. La difusión de acciones y obras del gobierno federal se multiplicaba. Con la representación de Fox, secretarios de Estado y delegados de dependencias federales emprendieron foros estatales llamados “Jornadas de información: el gobierno del cambio cumple”. En Michoacán, el entonces titular de la PGR, Daniel Cabeza de Vaca, presentó como “logros las más de 5 millones de familias afiliadas al Seguro Popular”.
El 26 de mayo de 2006, Fox advirtió en Seattle que “por el hecho de que haya un proceso electoral en México no voy a dejar de promover el avance de los programas sociales de mi administración. No puedo detener el avance del Seguro Popular que les cubre de cualquier enfermedad, dentro del territorio nacional”.
El uso electorero y de imagen que ha hecho Calderón del Seguro Popular forzó a que la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público tuviera que aclarar que “para lograr la cobertura universal de salud para todos los mexicanos, como se plantea en el Programa del Seguro Popular, ha sido ampliar la difusión para lograr que la gente conozca el procedimiento para ser beneficiario de este servicio gratuito”.
Lamentablemente, el derecho que invoca opera en el sentido justamente inverso: el de la exclusión. De lo que no se ocupa el “derecho” que desvela a Calderón es de lo que excluye su obsesión de “universalidad”
El 9 de abril de 2007, el doctor Córdova sostuvo que “el Seguro Popular no podrá cumplir con el objetivo de proporcionar la atención médica para enfermedades de más alto costo: insuficiencia renal, cáncer y transplantes –como ofreció el gobierno de Fox– porque es imposible, no somos magos. El dinero es insuficiente y ningún país del mundo lo hace. Tenemos que ser objetivos y realistas, tampoco se puede decir que se va a dar todo para todos. Sería una mentira. Lo que sí se da todo es para los bebés, en el Seguro Médico para una Nueva Generación”.
Pese a todo el gasto en imagen y el mito de la cobertura “universal”, los servicios de salud están mucho peor que como los heredaran los panistas de Zedillo en el año 2000, sin que se aprecie –además– alguna propuesta de mejora robusta en el horizonte político. ¡Muy a pesar de las obsesiones de los hermanos Calderón!
*Universidad Autónoma Metropolitana–Xochimilco
¿Con qué sueña Calderón? Con la obsesión que gusta llamar “cobertura universal” de salud: “cubrir” al ciento por ciento de los mexicanos.
Porque en rigor, su “universalidad” –como la del Seguro Popular de Fox y Frenk– es apenas una rudimentaria estrategia de extensión de cobertura (afiliación) incompleta, básicamente preventiva, con baja resolutividad médico-clínica y apoyada en 249 intervenciones de un paquete diseñado tecnocráticamente, sin atender lo que enferma y mata en el México del siglo XXI.
Ese parche pésimamente diseñado que se denomina Seguro Popular, así como su modalidad petit: el Seguro Médico para una Nueva Generación (y la estrategia Embarazo Saludable), sencillamente no garantizan la atención médica requerida aunque ya hubiera “alcanzado” 100 por ciento de la archipublicitada cobertura “universal”.
Pero no sólo Calderón está obsesionado. También lo está ¡hasta su hermana! Pobremente informada y más bien atenta a la “estrategia” electoral panista para “ganar” Michoacán en los próximos comicios del año 2011, Luisa María Calderón se atreve a sostener que “está creciendo a pasos agigantados la protección universal de la salud con el Seguro Popular. Ya hay más de 34 millones de personas con Seguro Popular y en esto cuatro años ha construido o remodelado mil 800 hospitales”. ¿Cuál será su “documentada” fuente?
En realidad, lo que pretende –ya desesperadamente– Felipe Calderón es seguir usufructuando ese fantástico seguro para promover la imagen de que su desempeño en la titularidad del Poder Ejecutivo “dejó algo”, más allá de una economía virtualmente paralizada –incapaz de generar empleo– y la escandalosa cifra de muertos de su “guerra” contra el crimen organizado.
Emulando el estilo que tanto alegraba a Fox, al inaugurar la Unidad Médico Quirúrgica Juárez Centro Bicentenario declaró: “En lo que va del sexenio se han construido y remodelado alrededor de 10 obras hospitalarias a la semana, más de mil 800 en total, casi mil son nuevas, lo que permitirá que la gente tenga acceso a la salud”. ¿Seguro?
La cobertura “universal” de Calderón es, estrictamente, la de su costosa presencia universal en medios, pagada con recursos de los contribuyentes y para su beneficio estrictamente personal. Exactamente igual que antes se autopublicitara la presidencia de Vicente Fox.
Por ejemplo, violando la ley, en marzo de 2006 Fox firmó y envió cartas de felicitación a los nuevos afiliados del Seguro Popular: “Me da gusto saber que ya cuentas con la nueva tarjeta Tu Salud que te acredita como afiliado al Seguro Popular. ¡Muchas felicidades! Trabajando juntos, con corresponsabilidad, continuaremos construyendo un México más fuerte y con más oportunidades para todos. Cuento contigo”.
Y sólo dos meses después el gabinete foxista hacía campaña para Calderón con el Seguro Popular. La difusión de acciones y obras del gobierno federal se multiplicaba. Con la representación de Fox, secretarios de Estado y delegados de dependencias federales emprendieron foros estatales llamados “Jornadas de información: el gobierno del cambio cumple”. En Michoacán, el entonces titular de la PGR, Daniel Cabeza de Vaca, presentó como “logros las más de 5 millones de familias afiliadas al Seguro Popular”.
El 26 de mayo de 2006, Fox advirtió en Seattle que “por el hecho de que haya un proceso electoral en México no voy a dejar de promover el avance de los programas sociales de mi administración. No puedo detener el avance del Seguro Popular que les cubre de cualquier enfermedad, dentro del territorio nacional”.
El uso electorero y de imagen que ha hecho Calderón del Seguro Popular forzó a que la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público tuviera que aclarar que “para lograr la cobertura universal de salud para todos los mexicanos, como se plantea en el Programa del Seguro Popular, ha sido ampliar la difusión para lograr que la gente conozca el procedimiento para ser beneficiario de este servicio gratuito”.
Lamentablemente, el derecho que invoca opera en el sentido justamente inverso: el de la exclusión. De lo que no se ocupa el “derecho” que desvela a Calderón es de lo que excluye su obsesión de “universalidad”
El 9 de abril de 2007, el doctor Córdova sostuvo que “el Seguro Popular no podrá cumplir con el objetivo de proporcionar la atención médica para enfermedades de más alto costo: insuficiencia renal, cáncer y transplantes –como ofreció el gobierno de Fox– porque es imposible, no somos magos. El dinero es insuficiente y ningún país del mundo lo hace. Tenemos que ser objetivos y realistas, tampoco se puede decir que se va a dar todo para todos. Sería una mentira. Lo que sí se da todo es para los bebés, en el Seguro Médico para una Nueva Generación”.
Pese a todo el gasto en imagen y el mito de la cobertura “universal”, los servicios de salud están mucho peor que como los heredaran los panistas de Zedillo en el año 2000, sin que se aprecie –además– alguna propuesta de mejora robusta en el horizonte político. ¡Muy a pesar de las obsesiones de los hermanos Calderón!
*Universidad Autónoma Metropolitana–Xochimilco
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