lunes, 1 de marzo de 2010

Estado de sitio

El escenario es de guerra. El terror es de tiempo completo y se vive la sensación del desgobierno y el desamparo social. Tamaulipas, hoy, es sicosis, amagos de estado de sitio, desinformación que a través de internet las redes sociales intentan subsanar. Ciudades como Victoria, Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo se agazapan en su propio miedo, mientras decenas de ostentosas camionetas, típicas de los narcos, se apoderan de calles y carreteras. La batalla entre cárteles se libra plaza por plaza y siembra la entidad de cadáveres, ante el silencio oficial y la autocensura de los medios de comunicación locales.

REYNOSA, TAMPS.- Informes de inteligencia militar atribuyen el recrudecimiento de la violencia en Tamaulipas a un acuerdo entre los líderes del cártel del Golfo, Eduardo Costilla Sánchez, El Coss, y Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, con Joaquín El Chapo Guzmán, el jefe del cártel de Sinaloa, para exterminar a Los Zetas, en tanto que algunas versiones aseguran que en esa alianza participa también La Familia michoacana.

Luego de cinco meses de fuertes enfrentamientos, Los Zetas se mofaron de sus rivales con una serie de mantas colocadas el pasado martes 23 en varias ciudades aún bajo su control, y calificaron a sus rivales como “una vergüenza”.

De hecho, el cártel del Golfo y Los Zetas pelean por Reynosa desde finales de 2008, cuando Héctor Manuel Sauceda Gamboa, El Karis, líder del cártel del Golfo, tomó el control de la ciudad, luego de que el Ejército detuvo a los cabecillas de Los Zetas Antonio Galarza Coronado, El Amarillo, y Jaime Durán González, El Hummer. Poco le duró el gusto. El 17 de febrero de 2009, un grupo de zetas, supuestamente comandados por su líder, Heriberto Lazcano, El Lazca, llegó a disputar la plaza. El Karis murió en la refriega.

Ese día, Los Zetas dieron una de las primeras muestras de su capacidad: mediante barricadas en entradas y salidas de carreteras y en calles estratégicas, prácticamente secuestraron la ciudad durante casi cuatro horas de enfrentamientos con sus rivales, en los que también participó el Ejército.

Desde entonces no han cesado los combates en Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo, principalmente, así como en una decena de poblados.

Las balaceras en Reynosa son casi cotidianas. Las más fuertes se reportaron al servicio de llamadas de emergencia del gobierno del Estado el 20 de septiembre, el 20 de octubre, el 7 noviembre y el 7 de diciembre del año pasado, pero en los medios de comunicación no se publicó nada y las autoridades no emitieron ningún reporte.

Ante el silencio de todos, decenas de audios y videos del retumbar de metralletas, bazucas y granadas fueron subidos a Youtube por cibernautas que reclamaron: “Las balaceras en Reynosa están a la orden del día y nadie dice nada”.

El secretario de Seguridad Pública del Estado, Ives Soberón Tijerina, reconoció que en los últimos meses han sido constantes los reportes de enfrentamientos armados entre grupos criminales, así como con elementos del Ejército. “En diciembre llegamos a tener más de tres balaceras cada semana”, declaró.

En Matamoros y Nuevo Laredo, Los Zetas y el cártel del Golfo cooptan a jóvenes de entre 16 y 25 años, a los que lanzan al combate. “Por cada uno que pierden, pueden reclutar a 10 más, de entre los muchos desempleados que hay en cualquier colonia marginada de estas ciudades”, comenta un funcionario de gobierno estatal. La improvisación en el manejo de armas la suplen con más violencia, dice.

Soberón Tijerina declaró que la mayor parte de las víctimas en estas balaceras son muy jóvenes, como lo ilustran los cuatro cadáveres encontrados el 23 de febrero en una casa del puerto de Tampico: tenían entre 16 y 22 años de edad.

Fuentes militares señalan que la escalada de violencia entre ambos grupos se detonó a raíz del asesinato de Víctor Peña Mendoza, El Cóncord 3, uno de los hombres más cercanos a Miguel Treviño Morales, El Z-40, el pasado 18 de enero. La ejecución fue atribuida a Samuel Flores Borrego, El Metro 3.

En represalia, Los Zetas habrían levantado a más de 10 integrantes del cártel del Golfo en esta frontera. Heriberto Lazcano, El Lazca, dio un ultimátum a Eduardo Costilla Sánchez, El Coss: a finales de enero debía entregar al Cóncord 3, antes de que “se agravaran las cosas”.

La respuesta de El Coss fue la alianza con El Chapo, quien envió refuerzos para iniciar el “exterminio” de Los Zetas, a los que acusan de ser los autores de la masacre de jóvenes en Ciudad Juárez, el pasado 31 de enero.

La noche del sábado 6, los habitantes de Reynosa supieron que la situación se agravaría. Por varias calles de esta ciudad circularon caravanas de ambos bandos: eran decenas de camionetas rotuladas con las siglas “CDG” (cártel del Golfo) y “XXX M3” (Metro 3), tripuladas por hombres que exhibían sus armas de alto poder.


Como en Irak

“No es sicosis lo que tenemos, como lo dicen las autoridades y los medios; es terror, pánico, porque la situación es real. Vemos esas camionetas por las calles a toda hora, escuchamos balazos, sabemos que estamos viviendo en medio de una guerra en la que no hay cuartel y el campo de batalla son las calles”, dice un comerciante de esta ciudad. “Si antes ya salíamos con temor todos los días, habrá que imaginarse lo que es ahora”.

El despliegue de fuerzas de los narcotraficantes anunciaba el enfrentamiento que ocurrió la madrugada del 8 de febrero, entre las 12:40 y 1:15 de la mañana, en las colonias Puertas del Sur y Jarachinas. La balacera se escuchó a varios kilómetros a la redonda, “como los estruendos que salen en la tele de la guerra de Irak”. Las versiones de “decenas” de muertos son consistentes.

Al día siguiente, como ya es común en Tamaulipas, ningún medio de comunicación publicó nada. El hecho se conoció gracias a denuncias de usuarios de Twitter y Facebook, así como por los videos subidos a Youtube.

El uso de redes sociales para llenar el vacío informativo se inició en Matamoros el 4 de septiembre del año pasado, cuando habitantes aseguraron haber visto en las calles a decenas de muertos tras un enfrentamiento entre militares y sicarios del que la prensa local no reportó nada.

La autocensura de los medios y el silencio oficial han alimentado los rumores. Abundan las alertas en redes sociales, aunque muchas resultan ser falsas. Según el secretario de Seguridad, muchos de estos mensajes “son emitidos por los mismos grupos delincuenciales para generar terror entre la población, para dar a entender que no hay resultados de los operativos de combate en su contra”.

El vacío informativo dejado por las autoridades ha sido llenado por el cártel del Golfo. Recién instalados en la plaza, “invitaron” a la ciudadanía a seguir con sus actividades:

“Reynosa es una ciudad segura. No pasa nada ni pasará nada. Sigan su vida normal. Nosotros somos parte de Tamaulipas y no nos metemos con los ciudadanos civiles. Atte: C.D.G.”


Temor ciudadano

El jueves 18, Reynosa vivió una jornada de sicosis, luego de que se esparció el rumor de una amenaza directa a la población: “Si no se van los marinos, empieza el secuestro de niños”, decían mantas supuestamente colocadas en Libramiento a Monterrey y la avenida Tecnológico.

La especie cobró fuerza cuando un grupo de hombres armados y encapuchados entró a las instalaciones de la Facultad de Ciencias Químicas de la UAT de Reynosa para “levantar” a tres estudiantes y cerró varias calles que conducen a esa institución, a media mañana.

Padres de familia corrieron a sacar a sus hijos de las escuelas, las redes de comunicación se saturaron y el caos se armó en las calles. Para cuando cayó la tarde, la ciudad quedó prácticamente desierta.

A partir de ese día, la ciudad vive como en toque de queda permanente: pocos salen de noche, las escuelas registran un elevado ausentismo, y algunos comercios y negocios han optado por suspender actividades.

“Se trata de una recuperación de la plaza. El cártel del Golfo está recorriendo todos los puntos donde Los Zetas tenían sus negocios de tienditas, de protección, de lo que sea. La diferencia ahora es que están matando a todos los que identifican con Los Zetas, los están exterminando”, explica una fuente estatal.

Algunos zetas se han refugiado en Monterrey, “huyendo de los enfrentamientos en Reynosa”. Pero tampoco están a salvo allá: el pasado miércoles 24, cuatro supuestos integrantes de Los Zetas, identificados como Juan José Hinojosa del Monte y los hermanos David, Raúl y Gamaliel Segovia Plata, fueron detenidos en San Pedro Garza García, Nuevo León.

Los bandos buscan refuerzos donde sea. Según la versión de un empleado del penal de Reynosa, un comando armado entró a ese reclusorio la noche del jueves 25 para liberar a 10 presos, entre ellos a “un brujo”.

La noche del viernes 19, el cártel del Golfo y Los Zetas libraron otra batalla, ahora en Nuevo Laredo. Aunque el alcalde Ramón Garza Barrios aseguró que se trató de un encontronazo entre el Ejército y un grupo delincuencial, reportes policiacos señalan que el choque fue entre los dos grupos de narcotraficantes. Los militares, indican otras versiones, llegaron al lugar en plena refriega.

El obispo de esa ciudad, Gustavo Rodríguez Vega, se unió a los reclamos y exigió una explicación: “Estamos tan confundidos como toda la población; no hay noticias, no hay comunicados oficiales sobre lo que ha pasado. El viernes (19 de febrero) por la noche, cerca de las 22:00 horas, hubo una persecución, supuestamente de militares contra miembros del crimen organizado, que iban por las calles bajando a la gente de sus automóviles para utilizarlos como barricadas. Por toda la ciudad se oían balazos”.

La semana pasada, el martes 23, un convoy de sicarios entró a las poblaciones fronterizas de Mier y Miguel Alemán. En ambas poblaciones se dirigieron directamente a la Presidencia Municipal y a las oficinas de la Policía Preventiva y de Tránsito para llevarse con ellos a elementos de esas corporaciones. Oficialmente, el procurador de Justicia de Tamaulipas, Jaime Rodríguez Inurrigarro, informó que cuatro policías y un elemento de tránsito están desaparecidos. En la población de Río Bravo se reporta la desaparición de al menos otros ocho policías municipales.

El miércoles 24, el despliegue del narco fue abrumador: más de 100 unidades llegaron a la ciudad fronteriza de Valle Hermoso, colindante con Matamoros, considerada por fuentes militares como refugio de zetas. Hasta el viernes 26, la ciudad seguía prácticamente sitiada por los sicarios. La población estaba refugiada en sus casas, atemorizada por los enfrentamientos en los que se utilizan metralletas, bazucas y granadas.

Habitantes de Valle Hermoso, entrevistados vía telefónica, aseguraron que integrantes del cártel del Golfo habían colgado en una plaza los cuerpos de supuestos zetas. La información no fue confirmada por ninguna autoridad.

“Nadie quiere salir. A muchos nos hace falta surtir alimentos, pero tenemos mucho miedo, y no vemos en la calle ninguna autoridad que nos ofrezca protección. Desde el miércoles que los del Ejército desaparecieron, no están en las calles; parece ser que dejaron solos a los malosos para que armaran su guerra y a nosotros nos abandonaron a nuestra suerte”, comenta un ciudadano.

Al mediodía del viernes 26 seguían llegando caravanas de camionetas rotuladas con las siglas de ambos bandos. “Son como 100”, dijo un habitante por mensaje de celular.

Una fuente gubernamental declaró que en esa ciudad la situación era grave. Se especulaba que al menos 500 integrantes zetas habían salido de Coahuila para llegar a reforzar a Lazcano.

En Ciudad Victoria, la mañana del jueves 25, la psicosis recorrió las calles en forma de “rumores” que alguien ordenó correr, aseguró el secretario de Seguridad Pública, Ives Soberón.

La única certeza que reina en la capital del estado es que, tarde o temprano, padecerán la misma violencia que en Reynosa y las otras poblaciones que son escenario de la guerra del cártel del Golfo para erradicar “plaza por plaza” a Los Zetas.

Las mantas colocadas la madrugada del martes 23 por Los Zetas en esa ciudad establecieron el mapa de los escenarios de esta guerra en Tamaulipas: Soto la Marina, San Fernando, Hidalgo y Ciudad Victoria.

El viernes 26, un comunicado oficial de la Procuraduría estatal y del Ejército señaló que en la última semana se habían registrado 34 muertos.

El informe sólo incluye las bajas en enfrentamientos con militares, pero la mayoría de las balaceras que se registran ahora en Tamaulipas son entre grupos contrarios de la delincuencia. Según testigos, los muertos suman centenares.

Proceso
28/03/2010

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