Los círculos de los dioses marca la primera incursión de la historiadora en la narrativa
Jesús Villaseca
Ángel Vargas
Periódico La JornadaViernes 12 de marzo de 2010, p. 4
Cuarenta fueron los años que Guadalupe Rivera Marín debió mantener en silencio una convicción que le hervía en el corazón y la mente: “En nuestro planeta hay presencia de seres extraterrestres desde tiempos muy antiguos y hasta la fecha nos siguen visitando”.
Y si lo mantuvo callado durante tanto tiempo, explica con cierto tono divertido la abogada y política, hija del pintor Diego Rivera, es porque así se lo habían recomendado varias personas para evitar que la tacharan de loca y terminaran recluyéndola en un hospital siquiátrico.
Gracias a la literatura por fin pudo sacar a la luz la información que asegura poseer sobre tan controversial tema, la cual es resultado de un largo proceso de investigación de cuatro décadas que implicó adentrarse en el estudio de diversas culturas antiguas, entre ellas las mesoamericanas.
Ésa es la historia que subyace en la novela Los círculos de los dioses (Plaza y Janés), el primer título de una trilogía que marca la incursión de la ex diputada y ex senadora en el terreno de la narrativa.
El libro fue presentado la noche del miércoles por la escritora María Luisa, La China Mendoza y el editor Ariel Rosales, además de la autora, en el Museo Mural Diego Rivera.
Según subrayó Guadalupe Rivera Marín, en esa obra la ficción se entrelaza con datos históricos y arqueológicos, mitología prehispánica y leyendas populares, con el propósito de descifrar “nuestros más remotos orígenes” a partir de un enigma concreto sobre la presencia de naves espaciales y seres extraterrestres en México desde épocas precolombinas.
La escritora contó que la inquietud por el tema se remonta 40 años atrás, cuando en la sierra Gorda de Querétaro observó unas bolas de fuego que los lugareños conocen como bolas rojas, brujas o tzinziniles, esto último en otomí.
La historiadora afirmó contar con diversos elementos y testimonios documentales para asegurar que esos objetos luminosos no son sino pequeñas naves extraterrestres, las cuales, en la época prehispánica, fueron representadas como la serpiente emplumada.
La nave de Ezequiel
Con el apoyo de la proyección de una serie de diapositivas y fotos extraídas de un libro francés de los años 70 del siglo pasado, la hija del famoso muralista mexicano sostuvo que el Calendario Azteca o Piedra del Sol, como se le conoce, es la representación de una nave espacial, una nave nodriza.
Incluso, para argumentar esa versión, mostró una maqueta en tercera dimensión en la que esa pieza prehispánica supuestamente tiene la forma de un objeto volador del cual se derivan otros de menor tamaño.
Señaló que esos seres extraterrestres proceden de Siria, e indicó que existen varios testimonios sobre ellos en diversas culturas de la antigüedad, entre ellas las sumeria e inclusive la Biblia se refiere a “la nave de Ezequiel”. Mencionó también que en el Popol Vuh se habla de ellos cuando se menciona que serpientes emplumadas descendieron del cielo.
Convencida de que a la fecha el planeta sigue teniendo visitas extraterrestres, Guadalupe Rivera Marín comentó que ya un neurólogo dio fe de su buena salud mental y destacó que cada persona es libre de creer en lo que quiera.
“Estaba muy intranquila por este libro, por ser mi primera novela. A sabiendas de que no estoy loca, pude hablar con ustedes de un problema que tenía guardado durante 40 años en mi corazón y mi mente.”
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