Livio Ávila
19 septiembre 2012
El escritor presentará mañana su ‘Diccionario de Modismos Mexicanos’, que rescata palabras y expresiones un tanto discriminadas por los libros; habla con VANGUARDIA en exclusiva
Saltillo.- ¿Sabían que “güey” se usó a principios del siglo 20 entre las clases bajas, luego cayó en desuso, y en los 80 comenzó a universalizarse hacia todas las clases? ¿Que “chido” se escribía inicialmente con “x” o “sh” y se originó por delincuentes urbanos a finales del siglo 19? ¿O que “pendejo” viene siendo un insulto desde la Colonia en la Nueva España? El “Diccionario de Modismos Mexicanos” (Porrúa) así lo dice y su autor Jorge García-Robles es el que compiló “unas 11 mil voces o expresiones” surgidas en México.
Víctimas de cierta discriminación, los modismos son muy poco estudiados, declara el autor de “Artificium”, y añade que la Real Academia de la Lengua Española no tiene criterios para seleccionarlos en sus listas oficiales; pero, a pesar de todo, muestran mucho de nosotros mismos: nos retratan, a nuestras regiones y comportamientos.
Los modismos, dice, son fugaces, pueden durar una generación o unos años, o hasta ser oficialmente palabras de diccionario. “Cornudo”, “épale”, “aguafiestas”, “fritanga”,
“de hueso colorado”, ¿quién no las ha dicho? García-Robles dice que los modismos son el origen de lo que hoy hablamos de manera cotidiana.
“La segunda edición está por salir estos días, o sea que el libro ha sido aceptado, pero no quise agregarle todavía nada porque quiero corregirla y aumentarla lo más posible en los próximos dos años”, adelanta.
-¿Qué hallamos en su investigación de modismos y qué le gustó más descubrir?
“Incluye unas 11 mil voces, entre palabras unitarias y frases. Cuando yo investigaba me encontraba con palabras y frases muy, muy especiales. No te podría decir que solamente me haya llamado la atención una.
“La investigación que yo hice me reveló de inmediato que los modismos son muy fugaces; son voces o frases que generalmente se agotan en una generación o en una región particular del país y que la mayoría de los modismos duran poco.
“Yo te aseguro que la mayoría de los modismos que incluyo son desconocidos por la gran mayoría de la gente. Por un lado por la fugacidad, y por otro porque hay muchos modismos regionales. En Sonora dicen de otra manera ‘chido’, dicen ‘chilo’”.
-¿Cuáles fueron sus fuentes?-
“Las descubrí en textos literarios, periódicos, poesías populares, corridos, etcétera; de documentos del siglo 19 e incluso de la Colonia, hay modismos que aún usamos.
“La palabra ‘pendejo’ como insulto, en México desde la Colonia se usa; la palabra ‘güey’ se usa desde principios del siglo 20 y se sigue usando y ha evolucionado; si antes era privativa de clases bajas como una especie de muletilla, más que insulto, ahora la usan absolutamente todos los hombres y mujeres de todas las clases sociales; ahí hubo una evolución, el modismo ‘güey’ se universalizó, ¿por qué? ¡Quién sabe! Hay los que desaparecen rápido, los que perduran o acceden a universos mayores.
“‘Chido’ era una palabra de la delincuencia urbana de finales del siglo 19, yo encontré un libro que la clasifica y la escribía con ‘x’ o con ‘sh’, no con ‘ch’. La palabra ‘chido’ dejó de usarse décadas hasta los 80, cuando en las clases bajas empiezan a usarla y, como ‘güey’, se incluye a clases más pudientes y se universaliza”.
-¿Qué tan abordados están los modismos?-
“El de los modismos mexicanos es un universo muy, muy grande, poco estudiado, poco valorado, poco analizado a profundidad”.
-¿Qué criterios utilizó para incluirlos en su diccionario?-
“Es de modismos mexicanos, no de mexicanismos; yo defino al modismo como una palabra o voz que tiene un giro anticonvencional en menor o mayor grado; para mí el signo dominante definitorio de un modismo es su carácter anticonvencional, es decir, un modismo ‘es’ en tanto que de algún modo transgrede a veces de manera muy ligera, o muy agresiva, al canon oficial de la lengua española que hablamos nosotros.
“No prefiero lo que establece la Real Academia, sino lo que establece la convencionalidad de nuestra vida pública y privada. No es lo mismo hablar en un trabajo, en la escuela, que con los amigos en la esquina de la calle; hay espacios permisivos para los modismos y espacios obligatorios para expresarnos de una manera convencional.
“No es lo mismo decir ‘cuate’ que decir ‘pendejo’; hay todo un termómetro, una cantidad de grados que podemos cuantificar de permisibilidad o no permisibilidad, de agresividad o no agresividad”.
-¿De otras regiones que no son de su territorio natal, cómo descubrió los modismos?-
“En primer lugar, buscando libros que hubieran clasificado regionalmente este tipo de palabras; no las hay en todos lados. Hay regiones que tienen más modismos que otras; por ejemplo, Tabasco o Sonora y Chihuahua, tienen más que Querétaro o Aguascalientes. Porque hay varios diccionarios de modismos sonorenses; pero no te vas a encontrar uno de San Luis Potosí o de Zacatecas.
“Sobre por qué se da esto, sí daría una hipótesis porque no creo que sea definitiva mi opinión, ni la de nadie, es un misterio. Pero creo que en general es porque algunas regiones se dan más chance de ser anticonvencionales que otras; o de ser más eróticas o sexuales que otras”.
-Tres modismos preferidos…-
“No tengo algo preferido, tomé tantos que se te escurren de las manos. Pero los de cada país, todos tienen. Creo que, antes del lenguaje convencional, en la historia de nuestra especie, al principio fueron los modismos y después se convencionalizó la lengua, se canonizaron los idiomas.
“Pero son una parte instintiva más directa, biológica, que el canon académico. Si tú estudias los modismos de cada país o región te das cuenta que detrás de ellos se esconde una simbología con la forma de ser, de pensar.
“En Estados Unidos, el slang, el caló, allá la palabra ‘pene’ en vulgar es sinónimo en varias acepciones de ‘estúpido’. En México es lo contrario: la ‘verga’ como sustantivo es el pene y como adjetivo es ‘chingón’, de ‘mejor’, ‘fregón’; hay toda una simbología para investigar. Al mismo tiempo, decimos ‘vete a la verga’ y ahí no es bueno o hay otros sentidos”.
-La Real Academia Española, ¿qué tanto se adentra en estas expresiones?-
“Poquísimo. La academia de la Real Academia Española no sabe qué hacer con los modismos; no tiene criterios para seleccionar qué modismos introducir y cuáles no, porque está mal planteada la manera en que funciona; hace un diccionario que quiere abarcar y mal, palabras de todos los países que hablan español; no debería haber una sola Academia, porque su tarea es demasiado ardua, demasiado difícil, y las de América Latina, históricamente han estado muy subordinadas a la Real Academia; en lugar de, como Martín Luis Guzmán lo propuso hace 60 años aquí en México, en 1951, debería haber una autonomía en las academias, pero las de América Latina están pasmadas, azoradas, les falta voluntad, mucha más iniciativa para clasificar el lenguaje de su región”.
Mañana en la FILS
Presentación de libro ‘Diccionario de Modismos Mexicanos’
- De Jorge García Robles
- Presenta Jesús de León
- Editorial Porrúa
- Jueves 20 de septiembre
- 18:00 horas
- Salón de las Letras
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