La Jornada
25/04/2011 - 07:22 AM
Saltillo, Coah.- “En el actual vía crucis en que los secuestros, ejecuciones, desplazamientos forzados e incontables desapariciones ya son una realidad, las y los migrantes valen lo que sus familiares pagan de rescate por sus vidas, y también hay territorios de los estados fronterizos convertidos en rutas de la muerte, donde rige la ley de la impunidad, la injusticia y la negación de todos los derechos humanos”, aseguró el obispo Raúl Vera López.
Al ofrecer un mensaje con motivo de la Semana Santa, el prelado titular de la Diócesis de Saltillo advirtió que el noreste de México se convirtió en un "sepulcro inmenso", donde se entierra en fosas clandestinas a cientos de personas, pero la tragedia humanitaria no dista mucho de la que existe en el resto del país; además, hay casos como el de la mina Pasta de Conchos, que se ordenó sellar ilegalmente con los cadáveres de 63 trabajadores dentro.
En tal panorama –dijo– recibimos este año las celebraciones de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, que no está ausente de tanto dolor, sufrimiento, lágrimas y lamentos, y cuya luz que ilumina las mentes y fortalece las voluntades buscamos como signo de su presencia entre nosotros.
Como María padeció la muerte de Jesús –indicó– ahora hay madres y esposas “que corren por los pasillos de las oficinas del Ministerio Público y van a los lugares donde se hallan fosas clandestinas para encontrar a sus esposos, hijas o hijos, y lloran y claman en las oficinas gubernamentales para que alguien les responda sobre los desaparecidos o ejecutados, pero nadie las atiende.
Parecería que los familiares de las víctimas tan sólo encuentran "desatención, corrupción, impunidad y negación", abundó; "pero también hallan más gente que decidió no quedarse parada ni sumida en el dolor de la muerte; dignas mujeres y hombres portadores de esperanza que alientan a otras en igual situación".
El prelado de la diócesis saltillense añadió que con la resurrección de Cristo también resucita la esperanza de vencer el dolor y la angustia, para no claudicar en la construcción de un México donde sean realidad la paz y la justicia.
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