Jugar (gobernar) con fuego
Incendios físicos y oratorios
“Enemigos” exterminables
El último del michoacanazo
Julio Hernández López
Ironía quemante: una forma expedita de que el Ejército deje de cumplir, aunque sea parcialmente, funciones policiacas contra el narcotráfico (como lo ha solicitado un comité de la ONU especializado en esos asuntos) sería que el país se incendiara. Al menos eso se desprende del parte rendido ayer en San Juan Sabinas, Coahuila, por el general Marco Antonio González Barreda al comandante Felipe Calderón respecto de las tareas de combate al fuego que ha prendido en casi cien mil hectáreas del estado norteño, las que los han distraído de la otra guerra”: “hemos dejado de cumplir en cierta forma con otras misiones como es el combate a la delincuencia organizada, mas no del todo...”.
Pero al vulcanócrata de Los Pinos lo que le interesa es mantener la condición ígnea del país. Ayer, por ejemplo, avivó las flamas golpeadoras ante representantes empresariales que lo colmaron de aplausos en momentos emotivos de su discurso contra los “enemigos” que según su explicable interpretación son los delincuentes sumariamente declarados. Hay que decir ¡basta! a otros, a los de enfrente, no a los policías y soldados a los que organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales defensoras de derechos humanos y comisiones oficiales del ramo, más una buena parte de la sociedad acusan de extralimitarse de manera grave en el cumplimiento de las funciones de belicismo interno que les han sido encomendadas.
Calderón grita “¡Al ladrón, al ladrón!” para que el escrutinio y las condenas se dirijan solamente a los destinatarios evidentes, sabidos, que nadie puede ni quiere ignorar: “vale la pena recordar: el condenar a quien debe condenarse. El hacer o decir un ‘ya basta’ a los criminales porque no podemos confundirnos, los que asesinan son ellos, son los criminales; los que matan jóvenes inocentes son los criminales; los que secuestran y asesinan migrantes son los criminales; los que tienen asoladas grandes partes de nuestra sociedad o territorio es la delincuencia”. “Enemigos”, todos esos, que deben ser frenados, casi en una confesión magnificada del montielismo clásico: los derechos humanos (y las leyes) son para los humanos, no para los criminales. Lógica de exterminio, supresión de pasos legales, paredón sumario, presuntas razones de Estado en los cañones humeantes.
Allí, ante empresarios deseosos de mano dura, Felipe dio una respuesta indirecta a la movilización nacional de quienes están hasta la madre de violencia e injusticia y por ello marcharon el pasado miércoles y están atentos hoy al fenecimiento del plazo dado por Sicilia para que el gobernador Marco (con eme) Antonio Adame y el propio comandante Calderón presenten a los responsables de siete asesinatos en Temixco, Morelos.
Y, sin embargo... el felipismo se equivoca terriblemente a la hora de declarar a alguien como criminal, como enemigo digno de exterminio. Allí está el michoacanazo como implacable ejemplo: ayer salió libre el último de los presidentes municipales y funcionarios públicos de filiación perredista que fueron apresados con estruendo en tiempos electorales por un gobierno federal panista desde entonces acusado de usar el aparato de procuración de justicia para fines partidistas, en específico para desgastar al sol azteca y abrir paso a los colores blanco y azul y en especial a la hermana de Calderón, Cocoa apodada ella, que entonces y ahora maniobra y aprovecha el poder federal en busca de ser gobernadora del estado natal. Ni uno solo de los procesados quedó en prisión, pues los acusadores no pudieron demostrar la culpabilidad de los perredistas. En cambio, una de las orquestadoras de ese fracaso que debería merecer castigo ejemplar, Marisela Morales, es ahora la procuradora general de la República, propuesta por el hermano Felipe para que en la madre de todas las elecciones para el calderonismo, 2012, aumente y mejore las acciones judiciales-electorales que al interés de Los Pinos convengan.
No es M&M la única funcionaria digna de castigo a la que se premia con promoción política. El horror de San Fernando, Tamaulipas, se multiplica mientras en la secretaría general del comité nacional panista goza de absoluta tranquilidad Cecilia Romero, quien fue durante largos, omisos y culpables años la directora del Instituto Nacional de Migración. Más y más cadáveres aparecen, pero la administración calderonista no acepta responsabilidades sino que las traslada: fueron Los Zetas, explica, como si con ese señalamiento se declarara en exoneración alfabética, como si de esa manera atenuara culpas oficiales.
México desconchinflado por doquier: en el Campeche que Calderón hubiera querido declarar “de Mouriño”, una plataforma marina de explotación petrolera colapsa y, en otra escena, ante los ojos de los mexicanos empobrecidos y agredidos asoman los senadores con su nuevo edificio lujoso y de costo tranquilamente incrementado, a cuya inauguración no quiere ir Calderón y como representante mandará al opaco Blake. Y al PAN se le cae una alianza más: la que creyó haber cerrado con el PRI para sacar adelante en Semana Santa una iniciativa de reforma laboral que contenía sustancialmente propuestas de blanco y azul y por ello era llamada ley Lozano, en referencia al secretario federal del Trabajo que también ha visto desinflarse sus presuntos tratos exitosos en el asunto de Mexicana de Aviación. Presionado por sus líderes charros intocables, el PRI hubo de emprender la graciosa huida y programó discusiones del tema para mayo, con lo que manda el asunto hasta el próximo periodo de sesiones (salvo que se convocara a un tramo extraordinario, lo que hoy parece poco deseado por los del partido tricolor), cuando el fragor electoral hará muy difícil cerrar acuerdos
Y, mientras el subcomandante Marcos se asoma epistolarmente al asunto Sicilia (http://bit.ly/fXiIAp), y hoy es convocada a las 6 de la tarde una concentración en el zócalo de Cuernavaca para conocer nuevas decisiones y acciones del poeta, ¡hasta mañana, con EU ofreciendo ayuda para apagar incendios!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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