Uno de los documentos más críticos y fundamentados del modelo agroindustrial y alimentario que reina en Estados Unidos es Food Inc, filme de Robert Kenner, merecedor de elogios de la crítica cinematográfica y de quienes buscan cambiar un sistema de producción llevado a sus límites, carente de ética y que perjudica a quienes se dedican a las actividades agropecuarias (granjeros y jornaleros), a los consumidores y el medio ambiente global. En poco más de hora y media, Robert Kenner nos muestra la realidad de la agroindustria en la potencia vecina. Desde los métodos utilizados para obtener cosechas abundantes de granos y otros productos agrícolas hasta la engorda rápida de pollos y ganado con fórmulas que atentan contra la salud de las personas y el derecho de los animales. Todos estos procesos se encuentran ahora dominados por unos cuantos conglomerados industriales con influencia política en la Casa Blanca y el Capitolio.
Food Inc tiene la virtud de dar voz a los implicados en la tarea de producir masivamente cosechas y alimentos: desde el productor que antes escogía las mejores semillas para las siembras del año siguiente y hoy depende de las que le venden, junto con otros insumos, las trasnacionales de su país; las mismas que le compran su producción y con ella rematan un proceso que lleva a los supermercados 47 mil productos diferentes, con una presentación impecable gracias a los químicos. En resumen, una producción de alimentos con pocas cosechas, pocas variedades, pocas empresas controlando el proceso y enormes subsidios públicos que en otros países son impensables. Pero esto tiene un alto costo energético, ambiental, económico, social y de salud. Por ejemplo, la comida rápida y barata (gracias a los subsidios) es origen de una sociedad obesa, mal alimentada, enferma y derrochadora de recursos.
En Food Inc igualmente está la opinión de los productores que se niegan a seguir las directrices de las trasnacionales y observan los patrones de una agricultura sustentable que abarca lo mismo cosechas que carne o leche, libres de agroquímicos y de las fórmulas “modernas” obtenidas en los laboratorios para engordar rápidamente a los animales en las granjas. Por no aceptar las reglas que imponen quienes manejan el negocio agroindustrial muchos han tenido problemas con las autoridades sanitarias del vecino país y con la justicia. Sin embargo, su número aumenta cada día, al igual que su efecto en una sociedad que cada vez más exige alimentarse bien, sin enfermarse ni destruir el ambiente.
Luego de ver Food Inc, uno no desea saber más de las hamburguesas que venden las grandes cadenas de comida chatarra, o disfrutar un trozo de carne o un muslo de pollo proveniente del vecino país. Es la virtud de la película: mostrar la realidad, aunque no nos guste. Y que se vive en muchos otros lugares donde utilizan dioxinas y otros compuestos “modernos” en la cría de aves, ganado y cerdos. Por ejemplo, en Alemania. En diciembre pasado fueron clausuradas 5 mil granjas en la Baja Sajonia, pues la carne de cerdo y aves proveniente de ellas contenía dioxinas por arriba de lo que permite la legislación sanitaria. Algunos países (China a la cabeza) prohibieron la importación de carne de cerdo alemana, que cada año exporta 2.3 millones de toneladas.
Como posible responsable de lo ocurrido aparece la empresa Harles&Jentzsch por mezclar grasas “venenosas” con grasas limpias hasta obtener niveles de contaminación permitidas por la legislación alemana. Pero así como las autoridades prometieron aclarar lo ocurrido, se reabrieron las granjas y el caso desapareció de los medios. Se ignora si la carne contaminada llegó a los consumidores locales, de Holanda y Reino Unido. Tampoco se supo más sobre el tipo de dioxinas encontradas y sus efectos en la salud de la gente a corto y largo plazo.
A propósito: ¿cuál es la situación de la engorda masiva de aves y ganado en México? ¿Existen los métodos “modernos” para obtener en poco tiempo más carne en la porcicultura y la ganadería? ¿Las crecientes importaciones de tales productos están libres de, por ejemplo, dioxinas? ¿Se supervisa adecuadamente a las trasnacionales agroalimentarias del vecino país que funcionan aquí?
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