Miguel Ángel Granados Chapa
Es de esperarse que el buen día que fue el martes para la Policía Federal al capturar a dos jefes de bandas delictuosas se convierta en muchos buenos días para la sociedad
El martes fue un buen día para la Policía Federal y para la Secretaría de Seguridad Pública. Por la mañana dieron cuenta de la detención de Flavio Méndez, El Amarillo, aprehendido en Etla, Oaxaca, y a quien se presentó como uno de los fundadores de la agrupación criminal conocida como Los Zetas. Por la tarde la noticia consistió en presentar a José Jorge Balderas Garza, conocido por las iniciales de su nombre (suponiendo que ése sea el verdadero, pues se ostentaba con media docena de ellos), El JJ, distribuidor de cocaína en el Distrito Federal y municipios conurbados del estado de México. Sus apelativos se volvieron famosos hace un año, cuando se le acusó de disparar contra el futbolista del club América Salvador Cabañas, quien lesionado en la cabeza desde entonces no ha quedado en sus cabales.
Las autoridades policiacas y ministeriales tienden a abultar la figura de los delincuentes a los que capturan, por lo que hay que tomar con un granito de sal las afirmaciones con que componen la biografía de sus aprehendidos. Igualmente hay que poner en cuestión las declaraciones de los detenidos, especialmente cuando son formuladas ante la Policía Federal. No es extraño que cuando pasan al Ministerio Público y, sobre todo cuando están ante un juez, modifiquen sus dichos originales. Es que a la policía, especialmente la que depende del secretario Genaro García Luna, quien tiene una manía escenográfica, le da por lo aparatoso, por lo que genera efectos mediáticos, aunque después esos momentos iniciales no correspondan con el curso de la actividad ministerial y judicial. Por añadidura, infringiendo la ley procesal penal, la Policía Federal pone a sus capturados no a disposición de la Procuraduría de la República, sino que ofrece acceso a ellos a periodistas de la televisión comercial, que se halla en tan buenos términos del gobierno federal. Con esa argucia, el gran público se queda únicamente con la impresión inicial, y no con la información subsecuente, que puede concluir hasta en la libertad de los detenidos.
A este respecto, ayer que se cumplió una década de la fuga de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, y se hizo el recuento de los fallidos o fingidos intentos de las autoridades por aprehenderlo, se recordó que miembros de su familia han sido capturados, y exhibidos ante los espectadores, quienes no necesariamente se enteran de que ninguno de ellos ha sido sometido a proceso porque no se reunieron los elementos necesarios para ese fin.
De cualquier modo, no se puede restar valor a la captura de El Amarillo y El JJ, aunque debe precisarse en la información pública cuál es su situación jurídica. El Amarillo podría ser entregado a tres jueces que lo reclaman, pues expidieron sendas órdenes de aprehensión. El JJ, sin embargo, se hallaba ayer en la PGR en calidad de presentado, de donde podría pasar a tener la de arraigado antes de que se le consignara a un juez. Ese camino podría haberse abreviado si se le hubiera puesto a disposición del juez penal capitalino que ordenó su detención por el ataque a Cabañas.
Asimismo, para la debida valoración de las capturas no debe pasarse por alto la capacidad de reemplazo que la delincuencia organizada tiene frente a la detención de sus líderes. Como hacen algunas especies animales, la regeneración de los órganos cercenados permite a las bandas subsanar sus pérdidas sin disminución de su integridad.
Sería un logro cabal que la detención de El Amarillo hiciera disminuir la acción de Los Zetas, una banda especialmente peligrosa porque su origen está en la deserción de soldados que pasaron del Ejército al crimen organizado para actuar como matones y luego transitaron de ser meramente sicarios a practicar por su cuenta el comercio de estupefacientes y la comisión de otros delitos.
Igualmente habrá que esperar a conocer los efectos que en el consumo de cocaína en la zona metropolitana de la Ciudad de México tiene la detención de Balderas Garza. Su amigo y presumiblemente su jefe Édgar Valdez Villarreal fue también detenido y, al parecer, las operaciones de que se encargaba El JJ no disminuyeron. Sólo afectó un tanto su operación la difusión pública de su altercado con Cabañas en el Bar-Bar, que terminó con la grave lesión cerebral del futbolista.
En la valiosa oportunidad ofrecida a ese delincuente por la televisión, El JJ rechazó ser el agresor del futbolista y asestó la responsabilidad a su pistolero Francisco José Barreto, apodado El Contador, contra quien lanzó improperios a causa de que a su vez su empleado, que ganaba 50 mil pesos por proteger sus espaldas, confirmó al ser detenido en junio pasado que fue Balderas Garza quien disparó contra el futbolista, como lo indican otros indicios.
La detención de El JJ ha ofrecido a Televisa la ocasión de volver de nuevo sobre el Bar-Bar, que para efectos de la difusión de esa empresa se convirtió en un antro infecto cuando hasta el 25 de enero de 2010 era un lugar al que acudían los jefes del consorcio, incluido su presidente, Emilio Azcárraga Jean. Es que Televisa aprovechó el escándalo Cabañas para atacar al dueño del restaurante-bar, Simón Charaf, con quien mantenía y mantiene un litigio empresarial que la televisora ha buscado resolver en su provecho a través de la difamación. El sitio ha permanecido clausurado hace un año, con perjuicio de su personal, y su gerente Carlos Cázares Ocaña ha estado preso el mismo tiempo. Ahora está en revisión el amparo ganado por Cázares Ocaña, a quien el juez de garantías ordenó poner en libertad.
Cajón de sastre
Oigamos a Fernando Henrique Cardoso, el ex presidente de Brasil tan apreciado por los derechistas que dicen querer una izquierda moderna y moderada. "La guerra contra las drogas es una guerra perdida y 2011 será el momento para abandonar el enfoque punitivo y emprender una nueva serie de políticas que estén basadas en la salud pública, los derechos humanos y el sentido común. Estas fueron las principales conclusiones de la Iniciativa latinoamericana sobre drogas y democracia, que organicé junto con los ex presidentes Ernesto Zedillo, de México, y César Gaviria, de Colombia. Decidimos participar en este asunto por una razón de peso: la violencia y corrupción, asociadas con el tráfico de drogas, representan una grave amenaza a la democracia en nuestra región". Lo ha dicho antes y lo reiteró en su artículo para Project Syndicate, publicado en México en El Financiero, hace una semana, el 13 de enero.
Reforma
20/01/2011
Es de esperarse que el buen día que fue el martes para la Policía Federal al capturar a dos jefes de bandas delictuosas se convierta en muchos buenos días para la sociedad
El martes fue un buen día para la Policía Federal y para la Secretaría de Seguridad Pública. Por la mañana dieron cuenta de la detención de Flavio Méndez, El Amarillo, aprehendido en Etla, Oaxaca, y a quien se presentó como uno de los fundadores de la agrupación criminal conocida como Los Zetas. Por la tarde la noticia consistió en presentar a José Jorge Balderas Garza, conocido por las iniciales de su nombre (suponiendo que ése sea el verdadero, pues se ostentaba con media docena de ellos), El JJ, distribuidor de cocaína en el Distrito Federal y municipios conurbados del estado de México. Sus apelativos se volvieron famosos hace un año, cuando se le acusó de disparar contra el futbolista del club América Salvador Cabañas, quien lesionado en la cabeza desde entonces no ha quedado en sus cabales.
Las autoridades policiacas y ministeriales tienden a abultar la figura de los delincuentes a los que capturan, por lo que hay que tomar con un granito de sal las afirmaciones con que componen la biografía de sus aprehendidos. Igualmente hay que poner en cuestión las declaraciones de los detenidos, especialmente cuando son formuladas ante la Policía Federal. No es extraño que cuando pasan al Ministerio Público y, sobre todo cuando están ante un juez, modifiquen sus dichos originales. Es que a la policía, especialmente la que depende del secretario Genaro García Luna, quien tiene una manía escenográfica, le da por lo aparatoso, por lo que genera efectos mediáticos, aunque después esos momentos iniciales no correspondan con el curso de la actividad ministerial y judicial. Por añadidura, infringiendo la ley procesal penal, la Policía Federal pone a sus capturados no a disposición de la Procuraduría de la República, sino que ofrece acceso a ellos a periodistas de la televisión comercial, que se halla en tan buenos términos del gobierno federal. Con esa argucia, el gran público se queda únicamente con la impresión inicial, y no con la información subsecuente, que puede concluir hasta en la libertad de los detenidos.
A este respecto, ayer que se cumplió una década de la fuga de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, y se hizo el recuento de los fallidos o fingidos intentos de las autoridades por aprehenderlo, se recordó que miembros de su familia han sido capturados, y exhibidos ante los espectadores, quienes no necesariamente se enteran de que ninguno de ellos ha sido sometido a proceso porque no se reunieron los elementos necesarios para ese fin.
De cualquier modo, no se puede restar valor a la captura de El Amarillo y El JJ, aunque debe precisarse en la información pública cuál es su situación jurídica. El Amarillo podría ser entregado a tres jueces que lo reclaman, pues expidieron sendas órdenes de aprehensión. El JJ, sin embargo, se hallaba ayer en la PGR en calidad de presentado, de donde podría pasar a tener la de arraigado antes de que se le consignara a un juez. Ese camino podría haberse abreviado si se le hubiera puesto a disposición del juez penal capitalino que ordenó su detención por el ataque a Cabañas.
Asimismo, para la debida valoración de las capturas no debe pasarse por alto la capacidad de reemplazo que la delincuencia organizada tiene frente a la detención de sus líderes. Como hacen algunas especies animales, la regeneración de los órganos cercenados permite a las bandas subsanar sus pérdidas sin disminución de su integridad.
Sería un logro cabal que la detención de El Amarillo hiciera disminuir la acción de Los Zetas, una banda especialmente peligrosa porque su origen está en la deserción de soldados que pasaron del Ejército al crimen organizado para actuar como matones y luego transitaron de ser meramente sicarios a practicar por su cuenta el comercio de estupefacientes y la comisión de otros delitos.
Igualmente habrá que esperar a conocer los efectos que en el consumo de cocaína en la zona metropolitana de la Ciudad de México tiene la detención de Balderas Garza. Su amigo y presumiblemente su jefe Édgar Valdez Villarreal fue también detenido y, al parecer, las operaciones de que se encargaba El JJ no disminuyeron. Sólo afectó un tanto su operación la difusión pública de su altercado con Cabañas en el Bar-Bar, que terminó con la grave lesión cerebral del futbolista.
En la valiosa oportunidad ofrecida a ese delincuente por la televisión, El JJ rechazó ser el agresor del futbolista y asestó la responsabilidad a su pistolero Francisco José Barreto, apodado El Contador, contra quien lanzó improperios a causa de que a su vez su empleado, que ganaba 50 mil pesos por proteger sus espaldas, confirmó al ser detenido en junio pasado que fue Balderas Garza quien disparó contra el futbolista, como lo indican otros indicios.
La detención de El JJ ha ofrecido a Televisa la ocasión de volver de nuevo sobre el Bar-Bar, que para efectos de la difusión de esa empresa se convirtió en un antro infecto cuando hasta el 25 de enero de 2010 era un lugar al que acudían los jefes del consorcio, incluido su presidente, Emilio Azcárraga Jean. Es que Televisa aprovechó el escándalo Cabañas para atacar al dueño del restaurante-bar, Simón Charaf, con quien mantenía y mantiene un litigio empresarial que la televisora ha buscado resolver en su provecho a través de la difamación. El sitio ha permanecido clausurado hace un año, con perjuicio de su personal, y su gerente Carlos Cázares Ocaña ha estado preso el mismo tiempo. Ahora está en revisión el amparo ganado por Cázares Ocaña, a quien el juez de garantías ordenó poner en libertad.
Cajón de sastre
Oigamos a Fernando Henrique Cardoso, el ex presidente de Brasil tan apreciado por los derechistas que dicen querer una izquierda moderna y moderada. "La guerra contra las drogas es una guerra perdida y 2011 será el momento para abandonar el enfoque punitivo y emprender una nueva serie de políticas que estén basadas en la salud pública, los derechos humanos y el sentido común. Estas fueron las principales conclusiones de la Iniciativa latinoamericana sobre drogas y democracia, que organicé junto con los ex presidentes Ernesto Zedillo, de México, y César Gaviria, de Colombia. Decidimos participar en este asunto por una razón de peso: la violencia y corrupción, asociadas con el tráfico de drogas, representan una grave amenaza a la democracia en nuestra región". Lo ha dicho antes y lo reiteró en su artículo para Project Syndicate, publicado en México en El Financiero, hace una semana, el 13 de enero.
Reforma
20/01/2011
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