"Estamos hundidos en la mierda del orbe” y sin paso al optimismo, proclamó en 2008.
AFP, Reuters y Dpa
Publicado: 18/06/2010 08:41
Madrid. José Saramago, nacido en 1922 en la región de Azinhaga, en el centro de Portugal, creció en el seno de una familia de campesinos y desde hace años fijó su residencia en Lanzarote, donde vivía con la traductora y periodista Pilar del Río.
Escéptico y pesimista empedernido, Saramago levantó su voz en numerosas ocasiones contra las injusticias, la Iglesia y los grandes poderes económicos, a los que veía como las grandes enfermedades de su tiempo.
"Estamos todos hundidos en la mierda del mundo y no se puede ser optimista. El que es optimista, o es estúpido, o insensible, o millonario", dijo en diciembre de 2008 durante la presentación en Madrid de Las pequeñas memorias, una obra en la que recuerda su infancia entre los 5 y los 14 años.
Siempre entristecido con la forma en que marchaba el mundo, le gustaba decir que no era un pesimista, algo de lo que algunos lo acusaban, sino un "realista". El mundo es un lugar "terrible", no se cansaba de denunciar, pero buscando precisamente el cambio, eso que lo salvaba del cinismo: "No lograremos hacerlo mejor si no conseguimos entender por qué es malo. A mí me dicen que soy pesimista, a lo que respondo que no soy yo el pesimista, es el mundo el que es pésimo".
"La crisis del mundo es una crisis de ideas. No hay ideas y la gente no se reúne si no hay ideas", destacaba, y ponía en debate cuestiones fundamentales como la democracia.
"Alguien dice: la democracia está ahí. Y nadie se acerca a ver si esto realmente es cierto". El verdadero poder está en los grandes conglomerados económicos, y éstos no son democráticos en absoluto.
"Podemos quitar un gobierno y poner otro, pero no podemos quitar una multinacional y poner otra".
Por eso es necesario debatir lo esencial: "Lo que significa una democracia donde el poder no es democrático". Y preguntarse siempre por qué, para qué y para quién ocurre lo que pasa en el mundo, resumió Saramago hace unos años.
También alertaba: "si no tenemos cuidado, el gato de la globalización engullirá al ratoncito de los derechos humanos", porque no creía que aquella fuera a servir para resolver los problemas económicos de todos, sino como "una forma nueva de totalitarismo".
El autor de El Evangelio según Jesucristo y Ensayo sobre la ceguera estaba preparando actualmente un libro sobre la industria del armamento.
"No será sobre el Corán, pero será sobre algo tan importante como todos los coranes del mundo: por qué no hay huelgas en la industria del armamento", "una huelga en la que los obreros (...) dijeran: 'No construimos más armas'", explicó en noviembre en Madrid.
"Todo el mundo tiene armas", vivimos en "una sociedad de violencia" que "es aceptada" y "la televisión nos está diciendo todos los días que la vida humana no tiene ninguna importancia", dijo entonces.
Entre las obras del autor portugués, que comenzó su carrera literaria como poeta, figuran El año de la muerte de Ricardo Reis, La balsa de piedra y La caverna.
Mientras preparaba el libro sobre el armamento, Saramago recibió en septiembre en su casa de Lanzarote la visita del escritor peruano Mario Vargas Llosa, y su esposa, Patricia, y en diciembre visitó a la activista Aminatu Haidar, que durante un mes cumplió una huelga de hambre en el aeropuerto de la isla para protestar por su expulsión del Sáhara Occidental por parte de Marruecos.
Saramago apoyó la causa de Haidar y en mayo hizo lo mismo con el magistrado español Baltasar Garzón, suspendido temporalmente para ser juzgado por haber iniciado una investigación sobre los desaparecidos de la Guerra Civil.
"Con el apartamiento de Garzón las campanas, después del repique a gloria que harán los falangistas (...) y los nostálgicos de las dictaduras, volverán a sonar a muerto, porque la justicia y el estado de derecho no han avanzado (...) y quien no avanza, retrocede", escribió en su página de Internet.
En junio publicó su último ensayo, Democracia y universidad, en el que afirma que "no se trata sólo de instruir, sino de educar" y "repercutir en la sociedad. Aprendizaje de la ciudadanía, eso es lo que creo sinceramente que falta. Porque (..) la democracia está enferma, gravemente enferma".
Premio Luís de Camões (el Cervantes portugués) en 1995, sus declaraciones a veces causaban polémica, como su apoyo a la anexión entre España y Portugal para formar Iberia, mientras que sobre América Latina denunció a menudo los atropellos a los derechos humanos en países como Cuba o Colombia y en España apoyó al actual mandatario, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
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