Iván Restrepo
Es México, en América Latina, donde más aumentó la pobreza y la desigualdad a partir de 2006, luego que a principios de la década mostró signos de recuperación en esos rubros. Hoy tiene la mitad de los nuevos pobres generados en el continente el año anterior. Son 41 millones. Con el agravante de que 15 millones son indigentes. Quien ofrece los datos anteriores es una mexicana, Alicia Bárcena, directora de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Bárcena no necesita leer un poco más sobre nuestro país, como recomendó el secretario de Desarrollo Social al profesor Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, en respuesta a su afirmación de que las autoridades mexicanas han manejado pésimamente la economía durante la crisis.
A la señora Bárcena tampoco la patrocina ningún jabón, como expresó a propósito de los comentarios de Stiglitz el líder del PAN en el Senado, Gustavo Madero. Recordemos que el licenciado Calderón ofreció disminuir la pobreza y aumentar los ingresos de las mayorías.
Otro personaje que, se sospecha, ha leído muy poco sobre nosotros, el profesor Friedrich Katz, advirtió que no existe un plan para sacar de la miseria al país mientras crece el descontento por la inequidad existente. No hay que olvidar que el licenciado Calderón dijo tener la varita mágica para combatir la desigualdad y convertirnos en una potencia económica. Mientras llega ese feliz día, en la encuesta que periódicamente realiza la consultora empresarial Pricewaterhouse Coopers, México ocupa el quinto lugar, entre 54 países analizados, en fraudes económicos y delitos financieros. Solamente nos superan Rusia, Sudáfrica, Kenia y Canadá. Los voceros de la iniciativa privada, tan prestos a declarar cuando sienten afectados sus intereses, guardaron silencio. El licenciado Calderón aseguró que durante su sexenio combatiría con la ley en la mano a los evasores y a quienes hacen trampa para no cumplir sus obligaciones fiscales. Y que sería constante su lucha contra la corrupción en todos los niveles. Algo le falló, porque en el más reciente informe de Transparencia Internacional México descendió 17 lugares el último año en ese aspecto. Hoy existe más corrupción.
Aún hay más: la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos afirma que el producto interno bruto de México caerá este año 8 por ciento, en medio de la peor recesión que ha sufrido el país desde 1994. Además, la tasa de desempleo seguirá aumentando. Si éste asciende hoy a 6.2 por ciento, en 2010 llegará a 6.5 por ciento. La economía, por su parte, crecerá el próximo año a una tasa cercana a 2.7 por ciento y a 3.9 por ciento en 2011, muy por debajo de 5 por ciento, mínimo requerido para volver al camino del crecimiento. ¿No fue acaso el licenciado quien se hizo llamar el “presidente del empleo”? ¿No prometió también que la economía estaría en manos de los mejores conocedores del tema?
El ex secretario de Hacienda Jesús Silva Herzog dijo en una reunión con empresarios que era verdaderamente mediocre el desempeño de la economía mexicana, así como confuso, inoportuno, insuficiente y tibio el programa para luchar contra la crisis. De nuestra parte agreguemos que uno verdadero debió responder adecuadamente a la baja en el precio del petróleo y las exportaciones a Estados Unidos; a la menor presencia de turistas y remesas de los migrantes mexicanos; a la caída de la inversión extranjera directa, la peor en medio siglo; a la errática forma en que se respondió a la presencia de la gripe A/H1N1.
No tener una política oportuna y realista para cada uno de los anteriores asuntos dejó sin sustento el discurso del licenciado de que México garantizaba a los inversionistas foráneos un clima de seguridad y bonanza, y de que no gobernaría con amigos, sino con los mejor preparados.
Mientras en Estados Unidos se denuncia la corrupción en la Comisión Federal de Electricidad y se divulga el negro historial de la empresa holandesa elegida por el gobierno para elaborar la nueva cédula de identidad, sigue la ola de violencia, secuestros y violaciones a los derechos humanos. El licenciado ofreció un desayuno para celebrar sus tres primeros años de gobierno. ¿Celebrar qué?
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