Luis Hernández Navarro
Felipe Calderón sigue adelante con la militarizarización de la política nacional. Comenzó con el uso del Ejército en la guerra contra el narcotráfico. Apenas hace poco más de un mes sacó a las fuerzas armadas a las calles junto a la Policía Federal para resguardar las instalaciones de la empresa Luz y Fuerza del Centro. Ahora las va a hacer marchar por las calles de la ciudad de México en el desfile cívico-militar de caballería” con el que se celebrará el 99 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana.
De manera oficial, desde 1936 y hasta su desaparición en 2006, el festejo fue, en lo esencial, una fiesta cívica en la que desfilaban en casi todos los municipios del país sindicatos y estudiantes, y, en algunos casos, asociaciones de charros y grupos similares. Antes de esa fecha ya se había celebrado el 20 de noviembre con actividades deportivas. Según un boletín de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, en 1928 se efectuó una carrera de relevos para festejar el comienzo de la gesta revolucionaria.
Sin embargo, fue en 1936 cuando adquirió carácter oficial. Ese año, el Senado aprobó un decreto en que se señalaba: “Al conmemorarse este acontecimiento histórico con un desfile deportivo se refleja la voluntad pacifista y conciliadora de nuestro pueblo”. La intervención del los legisladores no fue caprichosa. La mula no era arisca. El 20 de noviembre de un año antes, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, se suscitó una batalla campal en las calles del centro de la ciudad de México, con varios muertos y 50 heridos, entre el grupo fascista de Acción Revolucionaria Mexicana (ARM), conocido como los camisas doradas, y miembros del Partido Comunista Mexicano y sindicalistas.
La ARM fue fundada en 1934 por el general Nicolás Rodríguez, un antiguo villista que para actuar se inspiraba en la moda política de la época: los camisas negras de Mussolini, los camisas plateadas de Hitler y los camisas azules de Franco. Su uniforme consistía en una camisa amarilla, con un brazalete (ARM) en el brazo izquierdo.
La ARM fue una organización ultraderechista claramente anticomunista y antisemita. Su actividad central consistió en enfrentar el descontento social de la época rompiendo huelgas, machacando las manifestaciones de la izquierda e intimidando obreros. Autores como Hugh G. Campebll han señalado que “existen evidencias para suponer que la organización se formó a iniciativa de Calles con el objeto de mantener controlados a los trabajadores”. Capitalistas, industriales y grandes comerciantes fueron sus principales financiadores. Tuvo, además, el apoyo de la Alemania nazi.
El 20 de noviembre de 1935 los camisas doradas decidieron organizar una gran demostración de fuerza en la ciudad de México, ofreciendo un espectáculo de su organización paramilitar. Su dirigente anunció que marcharían por la calles de la capital 5 mil hombres uniformados, equipados y encuadrados militarmente. El anuncio fue considerado por comunistas y demócratas como una provocación inadmisible.
En una espléndida crónica que forma parte de La década bárbara, Mario Gill narró el choque entre ambas fuerzas. A pesar de ser minoría, los antifascistas derrotaron a la ARM. Una flotilla de coches conducidos por el Frente Único del Volante (bautizados como “tanques rojos”) dispersó a la caballería facha.
Ahora, 54 años después del enfrentamiento, las cosas han cambiado: la derecha radical está en el poder. Ya no necesita de camisas doradas para hacer demostraciones de fuerza: le basta con que se saque al Ejército a las calles.
En una época de profundo descontento social y desobediencia civil, el mensaje central que Los Pinos envía organizando el desfile “cívico-militar de caballería” de este 20 de noviembre es uno: “el que manda soy yo, y aquí está el Ejército para hacerlo valer”.
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