lunes, 21 de marzo de 2011

Acapulco: un sexenio de sangre

Ezequiel Flores Contreras


CHILPANCINGO, GRO.- Durante los seis años de la administración de Zeferino Torreblanca Galindo, que concluye este 1 de abril, la confrontación entre bandas de narcotraficantes por esta plaza hundió a la entidad en una grave situación de violencia e inseguridad.

Al narcotráfico le bastó este sexenio para hacer de Acapulco, la Joya del Pacífico, uno de los escenarios más sangrientos del país. El drama que se vive en el principal destino turístico de Guerrero sólo puede compararse con el imperante en Ciudad Juárez, Monterrey y Reynosa.

La disputa por las zonas de producción, trasiego y venta de drogas ha evidenciado la ausencia total de autoridad, y la impunidad con que operan las hordas de sicarios exhibe la indolencia gubernamental, así como la implicación de autoridades civiles y Fuerzas Armadas con el narcotráfico.

Durante una reunión con miembros de una asociación civil la mañana del martes 15, el titular de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil (SSPyPC) del estado, Juan Heriberto Salinas Altés, dijo que el narcotráfico en la entidad se encuentra fraccionado ante la captura de algunos capos y operadores, aunque persiste la hegemonía de tres grupos –no especificó cuáles–, y agregó que actualmente Acapulco es disputado por dos bandas locales.

La primera de ellas, dijo, está formada por Antonio Barragán, El Melón; Benjamín Flores, El Padrino, y su jefe de sicarios, el exagente de la Policía Ministerial de Guerrero Moisés Montero, El Coreano. Bajo las siglas del Cártel Independiente de Acapulco (Cida), estos sujetos mantienen su bastión en la zona poniente y la franja turística de la costera Miguel Alemán.

El segundo grupo se formó a partir de una escisión del Cida y firma sus narcomensajes como La Barredora. Esta banda es liderada por Heber Jair Sosa Carvajal, El Cremas, y Cristian Hernández Tarín, El Cris, hijo del exlugarteniente del cártel de Juárez Arturo Hernández González, El Chaky, detenido en abril de 2003.

Reportes oficiales consultados por Proceso indican que su campo de acción abarca la zona conurbada de Acapulco, sobre todo las colonias populares Emiliano Zapata, Ciudad Renacimiento, El Coloso, Puerto Marqués, Luis Donaldo Colosio y La Poza.

Los mismos informes señalan que se trata de un grupo de sicarios y operadores locales que formaron parte de la estructura del narcotraficante Édgar Valdez Villarreal, exlugarteniente del cártel de los Beltrán Leyva, y que decidieron conformar el denominado Cida a partir de la captura de este capo en agosto pasado. La razón: no aceptaron el liderazgo que asumió su suegro Carlos Montemayor, El Charro, también aprehendido en noviembre último.


Llegó "El Chapo"

El punto de quiebre de la organización de La Barbie en Acapulco, que a principios de 2010 se disputaba la plaza con Héctor Beltrán Leyva, El H, a raíz de la muerte de Arturo Beltrán Leyva, El Jefe de Jefes, quedó marcado por el levantón, en septiembre pasado, de 20 hombres procedentes de Michoacán, 18 de ellos localizados un mes después en una narcofosa ubicada en la zona rural de este destino de playa.

Los operadores del Cida y del Charro emprendieron una feroz lucha que dejó una estela de muertes en este puerto. Por doquier aparecían cadáveres con mensajes en los se acusaban mutuamente de la matanza de los michoacanos, que sigue sin ser esclarecida. Los enfrentamientos culminaron con la detención del suegro de La Barbie en un restaurante de la zona de Santa Fe, en la Ciudad de México.

Desde entonces los integrantes del Cida asumieron la hegemonía en Acapulco y hasta agradecieron al presidente Felipe Calderón, por medio de narcomantas colocadas en la zona turística, la captura de El Charro. Sin embargo, ante la falta de acuerdos para dirigir las operaciones del narcotráfico en Acapulco, hubo una nueva escisión en el grupo. La ruptura se debió, según una fuente de seguridad que pidió el anonimato, a que la organización de Joaquín El Chapo Guzmán decidió apoderarse del puerto a través de la célula dirigida por El Cris y El Cremas.

Las pugnas entre estos grupos desató una nueva ola de violencia en Acapulco que se agudizó durante las primeras dos semanas de marzo con la detención de dos operadores del Cida: Benjamín Flores, El Padrino, y Moisés Montero, El Coreano.

La madrugada del domingo 6, un grupo de agentes federales irrumpió en una vivienda del fraccionamiento Marroquín, donde detuvieron, sin un solo disparo, a El Padrino junto a seis de sus cómplices, entre ellos una mujer joven, indican reportes oficiales.

Al día siguiente, la SSP emitió un comunicado para informar que Benjamín Flores, El Padrino, de 33 años y con estudios de psicología criminal en el extranjero, es presunto responsable de coordinar y ordenar extorsiones, así como plagios y homicidios contra integrantes de grupos antagónicos, además de cooptar a policías estatales y municipales.

Este sujeto lideraba una red de taxistas que desempeñaban labores de informantes (halcones), y sus actividades eran reportadas directamente a Moisés Montero, El Coreano, indica el comunicado.


Masacres

De acuerdo con reportes extraoficiales que Proceso pudo conocer, El Coreano fue detenido por militares en un operativo realizado la noche del viernes 11 en la colonia Progreso. Sin embargo, hasta la fecha no se ha hecho oficial la captura de este exagente ministerial.

La ofensiva federal contra los operadores del Cida produjo una ola de ejecuciones que se concentraron en la zona conurbada bajo el control del Cris y El Cremas.

En la semana transcurrida entre el domingo 13 y el jueves 17 se registraron varias balaceras y ataques a viviendas; algunas de ellas fueron quemadas. Esta racha dejó una treintena de personas ejecutadas, encajueladas y descuartizadas. Entre las víctimas se encuentran tres adolescentes y tres niños de dos, cuatro y seis años, así como dos mujeres y un policía vial, indican reportes de la SSPyPC.

La mañana del martes 15, un comando armado irrumpió en la colonia Simón Bolívar, ubicada en la zona conurbada del puerto, donde desató un infierno. Los reportes oficiales indican que el ataque se dirigió contra tres casas y 10 personas fueron masacradas.

En uno de esos ataques, la señora Carmela Benítez Mejía, de 60 años, y sus dos nietos de dos y seis años fueron asesinados a mansalva dentro de su domicilio. En este sitio resultaron heridos una joven y su bebé de 20 días de nacido.

Ese mismo día, la Secretaría de Gobernación (Segob) emitió un comunicado en el que condenó los ataques y anunció que el gobierno federal mantendrá el apoyo a las autoridades locales salientes y entrantes de Guerrero, y en particular de Acapulco.

Sin embargo, el miércoles 16 fueron ejecutados tres jóvenes en distintos puntos de los suburbios de Acapulco. El jueves 17 fueron masacrados al menos cinco personas: una mujer y su hija de cuatro años fueron encontradas acribilladas dentro de un auto compacto; un joven encajuelado y otro ejecutado. Todos estos crímenes fueron cometidos en la zona conurbada.

De 2005 a 2010, en Guerrero se registraron más de 2 mil 719 crímenes relacionados con la delincuencia organizada, cifra que representa un aumento de mil 730% en la estadística oficial. Tan sólo en 2009 se documentaron 877 crímenes ligados a la delincuencia organizada, mientras que 2010 cerró con más de 900, indica un reporte de la SSPyPC.

Salinas Altés informó que en los primeros tres meses de este año fueron asesinadas 160 personas con el sello del crimen organizado.

En la actualidad, Guerrero ocupa el cuarto lugar a nivel nacional en violencia vinculada al crimen organizado y se le considera como una de las principales entidades productoras de mariguana. También se encuentra en el primer sitio en la siembra de amapola.

Proceso
21/03/2011

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