En entrevista con EL UNIVERSAL, el embajador Jeffrey Davidow habla de su carrera como diplomático, de su trabajo académico y de su visión sobre la situación en México
Domingo 29 de mayo de 2011
Carlos Benavides/ Enviado | El Universal
carlos.benavides@eluniversal.com.mx
LA JOLLA, California.— Con sus 41 años de experiencia diplomática, y confesándose como un hombre optimista, Jeffrey Davidow reconoce que si hace 10 años alguien le hubiera dicho el nivel de cooperación que actualmente han alcanzado Estados Unidos y México, simplemente no lo hubiera creído.
Hace casi 13 años, el embajador Davidow presentó sus cartas credenciales al entonces presidente Ernesto Zedillo en Palacio Nacional. En aquellos años la relación bilateral pasaba por uno de sus peores momentos. La desconfianza mutua imperaba. Fuerzas muy importantes en ambos países se oponían a cualquier tipo de cooperación y por si fuera poco, su país había realizado una operación encubierta en México en contra del lavado de dinero sin avisar al gobierno mexicano.
Había una tormenta perfecta. En Estados Unidos, agencias como el FBI y la DEA, además del Congreso tenían una actitud hostil hacia México. En este lado, el PRI con una concepción rancia de la soberanía y miembros del “viejo Tlatelolco”, dentro de la Secretaría de Relaciones Exteriores, así como funcionarios militares y de la PGR ponían su parte para evitar una relación fluida con Washington.
“Diría yo que la cosa ha cambiado mucho. Si alguien me hubiera dicho hace 10 años que Estados Unidos iba a mandar 500 millones de dólares al año en ayuda antinarcóticos a México, y que el gobierno mexicano iba a aceptarlo, habría dicho que era imposible”, refiere en una conversación con EL UNIVERSAL.
Davidow, embajador de carrera, trabajó para el Servicio Exterior de Estados Unidos durante 35 años, cuatro de ellos al frente de la embajada de su país en México. Asegura que el camino no ha sido fácil, pero hoy en día el nivel de cooperación y confianza es muy aceptable.
Entrevistado en su oficina de la presidencia del Instituto de las Américas en la Universidad de California, en San Diego, Davidow habla de su carrera como diplomático, de su trabajo académico y de su visión sobre la situación en México.
Dice que hoy como antes, cuando él fue embajador, uno de los principales problemas que aquejan a la relación es el narcotráfico. Asegura que el presidente Felipe Calderón tomó la decisión correcta al enfrentar a los cárteles, aunque hay consecuencias trágicas.
“Hay una ironía. El gobierno ha tenido mucho éxito, pero por el éxito que ha tenido ha creado vacíos en los cárteles y luego, por este tipo de vacíos vinieron otros cárteles que intentaron expandirse y después vinieron los militares a pelear contra todos ellos.
“No hay una guerra en México, hay varias. Entre los propios cárteles y entre los cárteles contra los militares y el gobierno. Lo que más preocupa no es el crecimiento de la violencia que tiene que ver con la droga, es una violencia de falta de respeto a la ley, los secuestros, los robos, la extorsión contra ciudadanos comunes y corrientes que no tienen nada que ver con la droga, eso sí es un problema porque a México aún le faltan cuerpos policiacos que hagan frente a este tipo de delitos.
“Creo que México está pasando por días duros y seguirá pasándolos, pero al final saldrá más fuerte”.
Cuando se le pregunta si en su opinión la estrategia seguida por el Presidente es la correcta responde:
“Jamás he escuchado que la misma gente que dice que debería de haber otra estrategia, diga cuál es esa otra estrategia y cómo lo harían. Al gobierno de México le gustaría trasladar la responsabilidad del Ejército en el combate al crimen hacia la Policía Federal y está empezando con eso, pero falta aún tiempo. Hay mucha crítica a lo que ha hecho el presidente Calderón, pero ha sido muy loable. Es trágico por todas las muertes, la violencia y la angustia, hay muchos inocentes que han sufrido”.
“Antiyanquismo”
A Jeffrey Davidow le correspondió ser el embajador que vivió la alternancia política en México. Fue nombrado por el presidente demócrata William Clinton en 1998 y trabajó dos años para él durante la administración del priísta Ernesto Zedillo. Otros dos años representó al gobierno del republicano George W. Bush ante el primer gobierno panista que encabezó Vicente Fox.
“Han habido cambios en los dos países. Creo que el cambio del PRI al PAN fue importante. No porque los priístas fueran corruptos, no estoy diciendo eso, para el PRI había una manera de manejar el país, unas leyes escritas y no escritas desde Lázaro Cárdenas, un cierto antigringuismo que formaba parte de la ideología del PRI y parte de la justificación de mantenerse en el poder. Ellos decían, si nosotros los priístas no estamos protegiendo a ustedes los mexicanos de los gringos van a venir otra vez para robar la otra mitad del país.
“Creo que un elemento muy importante de toda la ideología del PRI, que por 70 años funcionó bastante bien, fue un antiyanquismo y una mentalidad demasiado en pro de la soberanía en temas donde la soberanía no era francamente la cosa más importante.
“La mentalidad de los priístas y de los mexicanos ha cambiado a raíz de la salida del PRI. Además, el Tratado de Libre Comercio ya había logrado cambios. Los tres países (México, Estados Unidos y Canadá) ya estaban en el mismo barco.
El aprendizaje
Jeffrey Davidow ha servido a la diplomacia de su país en dos continentes y en cada una de sus misiones asegura que ha aprendido algo.
A los 25 años, después de realizar su licenciatura en Historia de EU inició estudios de posgrado y recibió una beca para ir por un año a la India. Ahí comenzó su interés por los temas internacionales.
“Mientras estaba en la India, en 1968, conocí a varias personas que trabajaban en la embajada y en algunas ONG y decidí que quería entrar al Servicio Exterior. Me inscribí al examen en el consulado de Estados Unidos en Calcuta. Después me llamaron para una entrevista en Estados Unidos y me integré al Servicio Exterior en 1969”.
Su primer puesto en el extranjero lo ocupó en 1970 como vicecónsul en la embajada estadounidense en Guatemala. Su trabajo consistía en entrevistar a personas que solicitaban una visa para viajar a Estados Unidos.
“Todos quieren ir a Estados Unidos, pero un porcentaje importante de la gente no quieren ir a visitar Disneylandia y uno tiene solamente un minuto, o menos, para tomar una decisión. Por supuesto, las decisiones muchas veces son erradas. Siempre dije que 50% de los guatemaltecos a los que les di la visa probablemente no se las debí haber dado y al 50% que se las negué probablemente se las debí haber dado. Entonces 50%, más 50% quiere decir que 100% del tiempo estaba yo errado en mis decisiones”, dice divertido.
Su segundo encargo fue como analista político en la embajada de Chile. Ahí le tocó vivir el golpe en contra de Salvador Allende y asegura que su paso por esa misión diplomática le permitió conocer lo frágil que puede ser la democracia.
“Llegue a Chile en 1972 y pasamos el último año de Allende, el golpe y el primer año de Pinochet. Siempre encuentro muy chistoso cuando la prensa en América Latina, incluso en México, dice que yo estaba en Chile y formé el golpe contra Allende. La verdad es que no fueron los gringos, fueron los chilenos los que golpearon a Allende, y yo tenía 27 años. Creo que el gobierno de Estados Unidos no iba a mandar a un joven de 27 años a Chile para montar un golpe, es absurdo.
“Lo que aprendí en ese país es que Chile era una sociedad seria y democrática por muchos años y se disolvió en dos años, eso me enseñó la fragilidad de la vida política y la democracia en todo el mundo”.
Después de Chile, Davidow fue enviado a Sudáfrica, región del mundo que marcó su carrera diplomática En Sudáfrica permaneció dos años que le permitieron conocer la región y formarse para su nueva responsabilidad en el Departamento de Estados en Washington.
“Pasé la mayoría de los siguientes 20 años trabajando en asuntos africanos. Todas las negociaciones para poner fin a las guerras civiles en África sureña. Incluso viví en Zimbabwe cuando logró su independencia.
En 1986, en Washington, después de años de estar dedicado a los asuntos africanos el presidente fue nombrado como el número dos de la embajada de Estados Unidos en Venezuela. Después de dos años, en 1998, Davidow recibió su primer cargo como embajador en Zambia.
En 1990 regresó nuevamente a Washington para tomar una posición como el número dos de la Oficina de Asuntos Africanos.
En 1993, vuelve a América. Es enviado como embajador a Venezuela, en un momento complicado.
“Ya se habían dado dos intentos de golpe de Estado, uno de ellos de Hugo Chávez. Pasé tres años en Venezuela. Cuando llegué, Chávez estaba encarcelado.
En 1996 salió de Venezuela y fue llamado a Washington para ser subsecretario de Estado Adjunto para Asuntos Hemisféricos.
“Yo manejaba todas las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. México para mi era tierra incógnita, pero al llegar a la subsecretaría obviamente México tenía una gran importancia. Pasé mucho tiempo trabajando en asuntos mexicanos como subsecretario”, dice.
El Académico
Antes de que el mundo de la diplomacia sedujera a Davidow, en 1969, él tenía pensado estudiar un doctorado y convertirse en profesor de alguna universidad de Estados Unidos. Después de 35 años pudo retomar ese derrotero. Al salir de la embajada en México, en 2002, regresó a Boston, ciudad que lo vio nacer el 26 de enero de 1944. Ahí se dedicó a dar clases y a escribir el libro El Oso y el Puercoespín una obra en la que refleja la tortuosa relación bilateral entre México (un puercoespín de púas afiladas) y Estados Unidos (un oso grande y lento que ofrece protección al puercoespín a cambio de no ser lastimado).
Sin embargo, su regreso de lleno al mundo de la academia se dio cuando el 1 de junio de 2003 asumió la presidencia del Instituto de las Américas. En ocho años al frente de la institución, Davidow ha logrado posicionarla como una de las más prestigiadas en el continente.
“Lo que hemos podido hacer aquí en el instituto es establecer programas importantes. Nos hemos convertido en uno de los centros más importantes de Estados Unidos en cuanto a los estudios del periodismo en América Latina. Empezamos con la ayuda de Juan Francisco Ealy Ortiz (Presidente Ejecutivo y del Consejo de Administración de EL UNIVERSAL), con un taller para el estudio del periodismo científico. Y ahora es mejor entendido que los periodistas tienen que escribir sobre temas que antes eran solo de los científicos, pero que hoy en día son asuntos que interesan a toda la gente, los estudios sobre ADN, sobre clonación, medio ambiente, etcétera”, explica el embajador.
Durante ocho años la Fundación Ealy Ortiz ha entregado becas a más de 500 periodistas de la región para participar en el Taller Jack F. Ealy de Periodismo Científico.
“Con la Fundación Ealy Ortiz iniciamos un programa de talleres y hemos expandido eso más allá del periodismo científico, a temas como la protección de periodistas, entre otros. Estoy muy orgulloso de que estemos trabajando en estos temas porque es muy importante que América Latina tenga una prensa libre y bien preparada.
“La prensa es muy importante. En las democracias no podemos siempre confiar en que los políticos nos dicen siempre la verdad, no es que mientan todo el tiempo, por eso es importante que el pueblo tenga otras opciones para informarse. Yo creo que en los últimos años ha habido cambios muy importantes, pero lo que me preocupa mucho en México y en otros países, es la violencia dirigida a la prensa”.
En octubre, dejará el Instituto de las Américas en manos de Charles Shapiro otro embajador de carrera.
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