Un documento presentado por la DEA señala que los cárteles de Sinaloa y Los Zetas disputan a pandillas de América Central las rutas del tráfico de drogas, lo que ha disparado la inseguridad en países como Guatemala, El Salvador y Honduras
Domingo 29 de mayo de 2011
Silvia Otero | El Universal
silvia.otero@eluniversal.com.mx
Los cárteles de Sinaloa y Los Zetas disputan a pandillas de Centroamérica las rutas del tráfico de drogas, lo que disparó la violencia en países como Guatemala, El Salvador y Honduras, que registran altas tasas de homicidios.
La presencia de los grupos criminales mexicanos en la región también “ha socavado gran parte de la estabilidad política y judicial”, y aumentado los niveles de corrupción en los sistemas de justicia penal.
Es el análisis que presentó el miércoles pasado Thomas M. Hernández, jefe de operaciones de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), al comparecer ante una comisión del Senado estadounidense sobre la amenaza de estas organizaciones, que lo mismo por tierra, aire y vía marítima trafican cocaína, heroína y precursores químicos, que tienen como destino final Estados Unidos, aprovechando la debilidad institucional.
El diagnóstico destaca que “estas empresas criminales prosperan en las zonas donde el control del gobierno es débil. Mientras que el tráfico de drogas tiene el potencial para alimentar la corrupción y la inestabilidad en todos los países”; no es coincidencia que los capos que dirigen esas organizaciones operen desde lugares que perciben como refugios seguros.
En el documento se reconoce el impacto, en este escenario, de “los poderosos cárteles transnacionales mexicanos”: Sinaloa y Los Zetas, cuya operación en Centroamérica es uno de los principales factores que explican el aumento de los niveles de violencia en la región.
Detalla que “Centroamérica es una ruta clave de tránsito para la cocaína, heroína y precursores de la metanfetamina que llega a México con destino final a Estados Unidos, y la batalla de los poderosos cárteles mexicanos entre sí y los traficantes locales de drogas por el control de los corredores de contrabando” ha detonado la violencia.
Hernández cita que en 2010 la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito reveló que Honduras, Guatemala y El Salvador registran algunas de las tasas de homicidios más altas en occidente, con un homicidio por cada mil habitantes.
“Tanto en Guatemala y El Salvador, la tasa de muerte es ahora mayor que durante sus guerras civiles”. Dice que estimaciones del gobierno de Guatemala es que al menos dos quintas partes de los asesinatos están relacionados con el narcotráfico.
Corredor clave
América Central es estratégica: 95% de la cocaína que llega a EU transita por el corredor Centroamérica-México. Los cárteles “están explotando las fronteras porosas, la corrupción gubernamental, a las policías mal equipadas y entrenadas”.
El informe advierte que Panamá, Honduras y Guatemala son los principales puntos de trasiego de drogas procedentes de Sudamérica; el tráfico marítimo es el método más usado, a través de lanchas rápidas, semisumergibles y buques pesqueros.
Los traficantes “navegan por las rutas del litoral a lo largo de miles de islas y bahías de la costa de América Central, tanto en el Caribe y el Pacífico, para transportar drogas hasta el istmo”.
Se reconoce que “el tráfico de carga en contenedores por barco a través de los puertos de América Central es cada vez más preocupante; en la mayoría de los países las fuerzas de interdicción marítima en puertos están mal entrenadas, equipadas y con fondos insuficientes, además de la corrupción”.
Mientras que vía área se utilizan rutas cortas de Sudamérica a Panamá y de Venezuela a Honduras como las rutas preferidas para la primera etapa de movimiento de la cocaína.
Una vez que las cargamentos han llegado a América Central salen de Guatemala o Belice por vía terrestre hacia México, a través de vías como la Carretera Panamericana y otros pasos fronterizos oficiales, donde “los puestos de control están mal equipados, y no cuentan con el personal suficiente” para revisar todos los remolques, camiones, coches y autobuses que se usan para este trasiego.
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