lunes, 2 de mayo de 2011

Enedina, "La Jefa"

Ricardo Ravelo


Todo indica que los golpes asestados al cártel de Tijuana –como la detención y reciente extradición de Benjamín Arellano Félix a Estados Unidos–, no debilitan a esa organización delictiva, dirigida ahora por un personaje singular… Conforme los varones de la familia han muerto o se encuentran presos, es nada menos que Enedina Arellano Félix quien se ha colocado como la mandamás del cártel. Buena administradora, discreta, La Jefa vive sin ser molestada. Lleva una vida que podría considerarse "normal".


A menudo se le describe como una mujer discreta, de carácter hosco y decisiones firmes; habla poco y dicen los que la conocen que desde muy temprano comienza sus actividades laborales. Su nombre es Enedina Arellano Félix, y desde 2003 es considerada por la agencia antidrogas estadunidense (DEA) como la jefa del cártel de Tijuana, uno de los más poderosos y violentos del país y cuyas conexiones se extienden a varios países de Centro y Sudamérica.

La ficha de la DEA identifica a Enedina Arellano Félix como la primera y única mujer que lidera una organización criminal en el mundo. Nunca antes el sexo femenino había destacado en funciones de liderazgo en el narcotráfico, actividad históricamente operada por hombres.

Pese a que es miembro de una de las familias más conocidas en el mundo del narcotráfico en México, Enedina no apareció como cabeza visible del cártel de Tijuana en los años ochenta y noventa, periodo en el que esa organización criminal alcanzó a consolidarse como uno de los cárteles más poderosos y cuya principal rivalidad la enfrentaba con el cártel de Juárez, encabezado por Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos.

Aunque debe decirse que Enedina, quien estudió contaduría pública en Guadalajara, nunca estuvo al margen de los negocios, pues según escribió el periodista Jesús Blancornelas en su libro El cártel, publicado en 2003: "Ella siempre asesoró a sus hermanos en los negocios de lavado de dinero".

Tras la caída de Jesús Labra Avilés, El Chuy, en 2000, quien era el cerebro financiero del cártel de Tijuana –durante su etapa de esplendor se invirtieron grandes cantidades de dinero en proyectos comerciales en la zona Río, casas de cambio y hoteles en Tijuana–, Enedina entró al relevo de Labra y apuntaló los negocios de la organización, por aquel tiempo en riesgo de irse a la quiebra ante los embates policiacos y militares.

Tiempo después comenzó la expansión del cártel de Tijuana, sobre todo de su ala financiera. Ello fue detectado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que en 2005 lanzó una alerta para que el gobierno mexicano asegurara 25 empresas relacionadas con el blanqueo de capitales de la familia Arellano Félix.

Algunas de esas compañías boletinadas en Estados Unidos y cuyo crecimiento se atribuye a la capacidad administrativa de Enedina son: Forpress SC; Administradora de Inmuebles Vida; Distribuidora Imperial de BC; Controles Electrónicas de BC; Comercializadora Amia; Servicios Administrativos y de Organización; Gasolinera San Fernando; Inmobiliaria El Presón; Corrales San Ignacio LLC, y Módulos de Cambios, entre otras.

La lista de empresas ligadas al lavado de dinero del cártel de Tijuana es muy grande e incluye a Caja Amigo Express; Operadora de Caja y Servicios; Multicaja de Tijuana; Chihuahua Food; Río Grande Stockyards, Inc; Farmacias Vida; Accesos Electrónicos; Strong Link de México; Corrales San Ignacio; Indio Vitorio; Promotora Fin; Del Norte Carnes Finas San Ignacio; Inmobiliaria del Escorpión del Norte; Profinsa, y Patricia Casa de Cambios.

Tras recibir el reporte del Departamento del Tesoro, la Procuraduría General de la República (PGR) tomó nota del informe, pero no hizo nada. Hasta la fecha las empresas del cártel de Tijuana siguen operando sin ser molestadas, exhibiendo así la ineficacia gubernamental en la lucha contra el crimen organizado para combatir el lavado de dinero proveniente de la delincuencia organizada.



Reina frustrada

En una de las escasas fotografías que la prensa mexicana ha publicado de la familia Arellano Félix aparece Enedina mostrando una sonrisa fresca. Su boca es grande, sus labios delgados y por encima de ellos resalta su fina nariz.

Sus ojos no son totalmente redondos, sino semiovalados y sobre ellos se alargan sus cejas arqueadas y delineadas que chocan con los flecos que caen de su cabeza. En la foto Enedina luce aretes en forma de crucifijo y en conjunto toda su fisonomía la muestra como una mujer de tensos nervios y carácter firme.

Se sabe que en el núcleo familiar es respetada por su liderazgo. A la caída de sus hermanos ella ha tomado las riendas de la narcoempresa; sin embargo, hasta ahora no se ha visto envuelta en escándalos, pues suele ser discreta y sigilosa, tanto en sus asuntos personales como en los negocios.

En una ficha criminal elaborada por la DEA se le describe así: "No tiene los rasgos violentos de Ramón ni las posturas negociadoras de Benjamín; sobresale su capacidad administrativa, hasta cierto punto explicable por sus estudios de contaduría".

Una fuente consultada que conoció de cerca a Enedina y a menudo la veía llegar a las farmacias de su propiedad, la recuerda así:

"Es una mujer de mirada fija, piensa mucho y habla poco. Es calculadora. Cuando se sienta a la mesa con sus hermanos los observa a todos. Escucha lo que dicen y sólo sonríe o calla. Sus hermanos la quieren mucho, y junto con Alicia son las únicas mujeres en la familia. Nadie puede meterse con ellas porque son las consentidas.

"Enedina no es la matona cruel ni la dama obsesionada por el poder y la belleza. Es más bien escurridiza, mecánica, discreta, inteligente. Es muy chingona en la administración de empresas, bienes raíces, hoteles y casas de cambio."

Nació el 12 de abril de 1961 en Mazatlán, Sinaloa. En 1977, a los 16 años, abrigó el sueño de ser reina del carnaval de Mazatlán. Estuvo a punto de cumplírsele, pero se frustró debido a que sus hermanos Ramón y Benjamín ya eran buscados en México y Estados Unidos por sus vínculos con el narcotráfico.

Sus hermanos mayores decidieron que no se coronara reina de las fiestas carnestolendas por temor a ser detenidos. En aquellos años los Arellano operaban al amparo de Miguel Ángel Félix Gallardo, jefe del cártel del Pacífico, quien tiempo después les heredaría la plaza de Tijuana.

Enedina, quien se distinguía por su belleza porteña, renunció a su anhelo. Tiempo después se matriculó en una universidad privada de Guadalajara, donde estudió contaduría, y en cuanto se graduó comenzó a trabajar. Posteriormente se relacionó con los negocios familiares que a mediados de los ochenta, cuando el cártel de Tijuana se consolidó, comenzaron a ser muy prósperos.

Aun cuando no era una pieza operativa del cártel, a Enedina se le consideraba dentro y fuera de México como parte de la organización criminal de su familia. Desde los ochenta y hasta comienzos de 2000, los Arellano se vieron envueltos en fuertes escándalos por las matanzas y la violencia que Ramón y Benjamín desplegaban en buena parte del norte del país.



Lucha por las plazas

De 1993 a 1997, los Arellano estuvieron enfrentados con Amado Carrillo Fuentes, entonces poderoso jefe del cártel de Juárez. Hábil en el arte de corromper, Amado se hizo amigo del general Jesús Gutiérrez Rebollo, el llamado "zar antidrogas" de México, a la postre encarcelado por sus nexos con el capo.

Y es que Carrillo, a través de Eduardo González Quitarte, El Flaco, le pagaba fuertes sumas de dinero al militar para que persiguiera a los Arellano. Incluso ordenó que los detuvieran o los asesinaran; quería eliminarlos, pues eran sus mayores rivales en el negocio de las drogas.

El 24 de noviembre de 1993, los Arellano estuvieron a punto de acabar con El Señor de los cielos. En aquella ocasión, Carrillo arribó al restaurante Ochoa Bali Hai, ubicado en Insurgentes Sur, de la Ciudad de México. Lo acompañaban varios de sus gatilleros, entre ellos, Alcides Ramón Magaña, El Metro.

Carrillo y su esposa Sonia Leyva entraron al restaurante y se sentaron en una mesa cerca de los baños. Ordenaron fuentes de mariscos y vino blanco.

"Rápido, capitán, rápido, que tengo prisa", le dijo Carrillo al capitán del restaurante, Teódulo Vázquez, según relató éste ante el Ministerio Público federal.

Aún no terminaban de servir los mariscos cuando se escucharon varios disparos provenientes de la calle. Afuera del establecimiento se enfrentaron sicarios del cártel de Tijuana con los gatilleros del Señor de los cielos. Éste saltó, junto con su esposa, por el domo del baño de hombres y salió a una calle contigua, donde abordó un automóvil y huyó. Hubo varios muertos, entre ellos algunos clientes que esperaban en la calle la entrega de sus autos. El capo dejó abandonado un automóvil Cutlass Eurosport y en la mesa se quedó un bolso de piel con dólares.

Fue El Metro quien le salvó la vida a Carrillo. Como premio, el capo le asignó la plaza de Cancún.

Esa no fue la única balacera protagonizada por Ramón y Benjamín. En 1992, un año antes de que fuera detenido en Guatemala Joaquín El Chapo Guzmán, los grupos de los dos cárteles se enfrentaron en la discoteca Christine, de Puerto Vallarta. Los Arellano querían asesinar a Guzmán, pues éste les disputaba el control de la plaza de Tijuana, la cual les heredó Félix Gallardo luego de su captura en abril de 1989.

Los Arellano persiguieron al Chapo por todas partes y en una ocasión lo encontraron en la discoteca referida. Los Arellano y sus gatilleros irrumpieron a balazos y Guzmán Loera pudo escapar por el hueco del aire acondicionado, el cual ya tenía visualizado como puerta de escape ante una emergencia.

El 9 de marzo de 2002, después de una larga persecución, elementos del Ejército aprehendieron en Puebla a Benjamín Arellano Félix, jefe del cártel de Tijuana. Lo detuvieron en una residencia que había comprado Ruth Serrano, su esposa. El narcotraficante estaba en pijama y lo acompañaba su lugarteniente Manuel Martínez González La Mojarra.



Muertes y extradiciones

El pasado 29 de abril, después de nueve años de permanecer encarcelado en el penal del Altiplano, el gobierno mexicano determinó extraditar a Benjamín, el antiguo jefe del cártel de Tijuana. Esa mañana fue entregado por la Secretaría de Seguridad Pública federal y efectivos militares a un grupo de agentes del servicio Marshals de Estados Unidos, que recibió al capo en el hangar de la PGR del aeropuerto de Toluca, Estado de México.

El abogado Américo Delgado de la Peña se encargó de defenderlo y logró librarlo de varios cargos; no obstante, el veterano litigante fue asesinado en agosto de 2009, sus oficinas de Toluca, Estado de México. Se afirma que fueron dos personas las que irrumpieron en su despacho para degollarlo.

La defensa de Arellano Félix quedó trastocada y ahora enfrentará a la justicia estadunidense, particularmente a una corte federal del sur de California, donde enfrentará cargos por delitos contra la salud, asociación delictuosa, lavado de dinero y delincuencia organizada.

Cuando Benjamín ingresó al penal de máxima seguridad de La Palma, en 2002, y pasaba sus peores días en la zona de castigo, su hermano Ramón quedó al frente del cártel. Sin embargo, les exigió a sus hermanos que le entregaran la parte que le correspondía del negocio, pues ya no quería saber nada del narcotráfico.

La familia se reunió y decidieron darle a Ramón el dinero que pedía. Con los millones de dólares que juntó compró una casa en Estados Unidos y le entregó a su esposa una parte de ese capital.

–Toma esto y vete. Si yo salgo vivo de la cuenta que voy a cobrar, te alcanzo –le dijo.

Ramón, el más violento de la familia, decidió ir a Sinaloa con una misión: asesinar a Ismael El Mayo Zambada, pieza importante del cártel de Sinaloa. Para ello, viajó en un Volkswagen hacia Mazatlán. El 10 de febrero, en pleno carnaval, llegó a la ciudad y se dio a la tarea de buscar a su enemigo.

Pero antes de localizarlo él fue ubicado en una céntrica calle de Mazatlán, donde se desató un tiroteo. Policías municipales y sicarios abrieron fuego contra varios sujetos armados. Una bala perforó la cabeza de Ramón y cayó muerto. La DEA confirmó que el sujeto al que le encontraron una credencial de policía con el nombre de Jorge Pérez López era en realidad Ramón Arellano.



Expansión

Tras la muerte de Ramón y el encarcelamiento de Benjamín, otros dos miembros de la familia asumieron el liderazgo del cártel: Francisco Javier y Eduardo Arellano Félix. Les duró poco el gusto, pues ambos fueron aprehendidos y ahora purgan condenas en Estados Unidos por delitos relacionados con narcotráfico.

Francisco Rafael, el mayor de los hermanos, recobró la libertad en 2008 luego de purgar una condena de 10 años en el penal de máxima seguridad de La Palma (ahora del Altiplano). Tras cumplir su sentencia fue extraditado a Estados Unidos, donde tenía un expediente abierto desde 1980 por posesión de cocaína con fines de comercialización. Tan pronto pisó suelo estadunidense fue liberado, ya que el delito había prescrito. Ahora se sabe que está refugiado en Tijuana y eventualmente se le ve en San Diego California.

Así, la jefatura del cártel de Tijuana recayó en la más aventajada de la familia: Enedina, quien ahora es considerada por la DEA como la jefa de la organización. Sin embargo, también se menciona que Fernando Sánchez Arellano, El ingeniero o El Alineador –identificado como su hijo aunque en realidad es su sobrino, pues es vástago de Alicia Arellano–, realiza funciones operativas para el cártel junto con Manuel Aguirre Galindo, El Caballo, único sobreviviente de la llamada vieja guardia del cártel.

Sánchez Arellano enfrentó serios problemas para controlar la plaza de Tijuana debido a que Teodoro García Simental, El Teo, pretendía imponer su poder a sangre y fuego. Este capo trabajaba para los hermanos Beltrán Leyva, por lo que fue detenido en enero de 2010 en La Paz, Baja California.

De esa forma, Sánchez Arellano se quedó solo en Tijuana y desde la cuna del cártel opera todo el estado y buena parte del Pacífico mexicano. Su tía Enedina administra los negocios. Quienes la conocen afirman que vive sin ser molestada, que viaja con frecuencia a Estados Unidos y que se desenvuelve como una empresaria discreta y eficaz. Asiste con frecuencia a los negocios que administra, gira instrucciones, asiste a restaurantes, cafés y hace vida social como cualquier ciudadano.

Nada parece perturbar a Enedina, a quien le llaman La Jefa, La Madrina y La Narcomami. Pero según la DEA, Enedina es algo más que eso: funge como la jefa máxima del cártel de Tijuana, uno de los más poderosos de México, el cual ya extendió sus dominios hacia centro y Sudamérica a través de su amplia red de empresas, testaferros y protectores.

Ni la PGR ni el Ejército la mencionan como personaje perseguido, como a menudo se habla de Eduardo Costilla El Cos, jefe del cártel del Golfo, o del propio Joaquín El Chapo Guzmán. Enedina se mueve entre las sombras y, así, entre los claroscuros de su actividad, parece también pasar inadvertida para Felipe Calderón y su guerra contra el crimen organizado.

Proceso
02/05/2011

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