viernes, 9 de octubre de 2009

Atando cabos

Denise Maerker
9 de octubre de 2009

Ni un peso más III

Definitivamente no debemos aceptar que nos cobren más impuestos. A sólo dos semanas de que se tome la decisión, se nos exige otra vez una mayor contribución sin ofrecer a cambio gastar menos y mejor. Sobran las evidencias de que no hay control ni transparencia en el manejo de miles de millones de pesos, y abundan los casos de pequeños y grandes excesos.
Y no es que no haya buenas razones para aumentar los impuestos. Los especialistas llevan semanas explicándonos que el problema es real y serio, que las finanzas públicas están en problemas y que cada año, conforme disminuyan los ingresos petroleros, será más difícil. Las cifras no mienten: en Brasil la gente paga 20% de IVA y en Chile el IVA es de 19%.
Nadie puede estar tampoco en contra de que se aumente el presupuesto de Oportunidades para mitigar el impacto que tendrán sobre las familias más pobres la crisis económica y el aumento del precio de los alimentos. Y sí, todos tenemos la obligación de pagar impuestos y de participar en el esfuerzo colectivo aunque no lo notemos en la esquina de nuestras casas. En un país con la pobreza y la desigualdad del nuestro, los impuestos se tienen que notar en Chiapas, en Oaxaca, en la Tarahumara y en puertos y carreteras. La discusión no esta ahí.
El problema es que si hoy aceptamos pagar más impuestos sabemos que éstos van a acabar en manos de una clase política que está acostumbrada a los excesos y a la opacidad. Unos datos: entre 2001 y 2007 aumentó 68% el dinero que se gastaron los municipios en burocracia. Los estados recibieron entre 2006 y 2008, gracias a los excedentes petroleros, 14% más de lo que tenían presupuestado, y no sólo se lo gastaron todo sino que además se endeudaron. Estos son los grandes datos. Pero todos los días nos enteramos de excesos inadmisibles.
La respuesta del gobierno y de la clase política a la exigencia de austeridad ha sido muy tímida: una que otra declaración sin consecuencias, uno que otro gesto individual, algunas propuestas sin concretarse y un rechazo escandaloso por parte de los gobernadores y de los legisladores que los obedecen para que se plantee siquiera el que los estados rindan cuentas de las millonarias transferencias que reciben. El tema no les gusta, el dinero es poder.
Además, la política en nuestro país ha sido vista siempre como un medio de ascenso social y una estrategia para acumular riquezas. Por eso, y mientras tanto, ni un peso más.

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