sábado, 12 de septiembre de 2020

EU recuerda el 11-S, pero olvida la guerra contra el terror y sus efectos

 Invasiones a afganistán e irak han costado 6.4 billones de dólares


Más de 7 mil de sus soldados han muerto en los combates

Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 12 de septiembre de 2020, p. 20

Nueva York., En medio de una crisis sanitaria que ha sacudido hasta sus cimientos al país, Nueva York conmemoró a las casi 3 mil víctimas que perecieron hace 19 años, durante el ataque contra las Torres Gemelas, con la lectura de cada nombre ante la inevitable presencia de políticos y sus discursos patrióticos.

En los actos oficiales no se mencionaron a las víctimas de los 19 años de guerras –entre ellas la de Afganistán, la más larga en la historia del país– ni las violaciones de derechos humanos y libertades civiles, todas justificadas por ese día y que continúan hasta la fecha.

En el acto oficial en el sitio donde antes se elevaban las Torres Gemelas del complejo del World Trade Center, los asistentes llegaron con tapabocas, no se atrevieron a dar abrazos y mantuvieron la sana distancia. Estuvieron presentes el candidato presidencial demócrata, Joe Biden; el vicepresidente, Mike Pence, y el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, todos con mascarillas, e intercambiando saludos con los codos.

Aunque el discurso oficial casi siempre se refiere a los casi 3 mil estadunidenses que perecieron en las Torres Gemelas, por lo menos 21 por ciento eran inmigrantes y aún no se sabe cuántos indocumentados perecieron.

El presidente Donald Trump –al igual que Biden– acudió al campo cerca de Shanksville, Pennsylvania, donde se estrelló otro avión secuestrado el 11-S que se dirigía hacia Washington ese día.

En esa fecha trágica Trump fue entrevistado poco después del colapso de las Torres Gemelas y lo que se le ocurrió comentar era que su edificio en Wall Street ahora era el más alto en la parte sur de Manhattan –lo cual no es cierto.

Los políticos, así como líderes comunitarios y religiosos al hacer referencias al sacrificio de quienes respondieron a estos atentados, incluyendo a los militares en la guerra global contra el terror declarada por el presidente George W. Bush pocos días despues del 11-S, no abordaron los efectos de las medidas, tanto domésticas como internacionales, que afectan a millones y siguen vigentes hasta hoy.

Éstas incluyeron nuevas políticas antimigrantes y la ampliación de poderes de fuerzas federales dentro del país, mientras en el extranjero, la CIA y otras agencias realizaron secuestros y usaron la tortura como práctica oficial. Se abrió el campo de concentración de Guantánamo, donde se encarceló a sospechosos de terrorismo a quienes se les negaron derechos legales (aún están 40 ahí). Todo justificado por el 11-S.

El 7 de octubre de 2001 se declaró la guerra contra Afganistán (aunque los autores del atentado eran sauditas), hasta ahora la más larga en la historia de Estados Unidos, y en marzo de 2002 Estados Unidos invadió Irak, ambas guerras continúan 19 años después.

Los sistemas de espionaje masivo de poblaciones dentro y fuera de Estados Unidos, incluyendo México, revelados por Edward Snowden, como también los crímenes de guerra y maniobras diplomáticas divulgadas al público por Wikileaks fueron actividades oficialmente justificadas por gobiernos como parte de la guerra contra el terror inaugurada en respuesta al 11-S.

Los costos de las guerras de Estados Unidos desde el 11-S incluyen la muerte de más de 7 mil de sus combatientes (más del doble del saldo del 11-S); la muerte de unas 800 mil personas por violencia directa de los combates en Afganistán, Irak y Paquistán (casi la mitad civiles), un número superior ha perecido por consecuencias indirectas de estas acciones bélicas, pero nadie tiene la cifra real, y por lo menos 37 millones han sido desplazados de sus hogares por la violencia. La guerra contra el terror le ha costado a Washington más de 6.4 billones de dólares (https://watson.brown.edu/costsofwar/).

Es un día sombrío y aterrador en varias esquinas del mundo, no sólo aquí. Aún se escucha el eco de algunas de las más grandes movilizaciones antiguerra que, ante políticos usando el 11-S para justificar la acciones bélicas, coreaban: no en nuestro nombre.

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