viernes, 25 de septiembre de 2020

Lucha contra la desigualdad se estancó de 2012 a 2018

 El Covid agudiza la situación: BID


México, el sexto país con mayor inequidad de América Latina

 
Periódico La Jornada
Viernes 25 de septiembre de 2020, p. 19

Entre 2012 y 2018, periodo que comprendió el gobierno anterior, no cedió la desigualdad en México. Hubo una reducción en la pobreza, pero la distribución del ingreso no tuvo variación en esos seis años, exhibe un reporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Al cierre de 2018, el 27.67 por ciento de la población en México era pobre, dado que tuvo un ingreso menor a 5.5 dólares al día; el dato fue 11.79 puntos menor a lo reportado en 2012, señala el documento La crisis de la desigualdad.

El BID considera el umbral de 5.5 dólares al día para ubicar a una persona en pobreza monetaria, es decir, que no puede adquirir los alimentos ni bienes y servicios de consumo habitual.

México se considera el sexto país más desigual de América Latina –detrás de Brasil, Colombia, Honduras, Panamá y Paraguay– y las políticas para combatir la desigualdad prácticamente no han movido el índice de Gini –medida para la distribución del ingreso– en los últimos 12 años. En el sexenio pasado de lleno se estancó, estableció el reporte.

La comparación se inserta en América Latina y el Caribe, una de las regiones más desiguales del mundo en materia de ingresos, de acuerdo con el BID. El 10 por ciento más rico de la población capta 22 veces más de la renta nacional que el 10 por ciento más pobre. Y el uno por ciento de los más ricos se lleva 21 por ciento de los ingresos de toda la economía, el doble de la media del mundo industrializado.

La pandemia de Covid-19 profundiza esta situación, asienta el organismo. Un mes después de iniciados los confinamientos, cerca de 65 por ciento de los hogares en el quintil inferior de la distribución de ingresos había sufrido al menos una pérdida de empleo entre los miembros de la familia. Mientras en el quintil superior la cuota fue de 22 por ciento, acotó.

A ello se suman las diferencias salariales entre hombres y mujeres, una brecha de 13 por ciento a favor de ellos; el mayor riesgo de ser pobre para la población afrodescendiente o indígena sólo por su fenotipo y una redistribucion basada en los impuestos que ha fracasado debido a la limitada capacidad de los gobiernos para controlar los altos niveles de evasión fiscal, exhibe el BID.

Se suma la violencia

El organismo no titubea en exponer que en toda la región los grupos de bajos ingresos sufren desproporcionadamente las consecuencias directas de los homicidios.

La reciente escalada de violencia en México refuerza la idea de que la actividad delictiva no está distribuida por igual entre los diferentes grupos de ingreso. Investigaciones académicas evidenciaron que en cinco años se quintuplicaron los homicidios en las localidades de menores ingresos. Además, en relación con los barrios ricos, las localidades más pobres experimentaron entre 100 y 400 homicidios más por cada 100 mil habitantes.

Los delitos violentos también exacerban desigualdades preexistentes, consigna el organismo. Por ejemplo, el aumento de la violencia en México hizo bajar los precios de la vivienda en los barrios pobres y se apreciaron en los municipios más seguros y ricos.

El impacto también está por el lado del mercado laboral, agrega el BID. Un estudio realizado en 2019 pone en evidencia las pérdidas de empleo en la industria de manufacturas mexicana, inducidas por la competencia con China, generaron un aumento en el tráfico de cocaína y la violencia. Vinculado a ello, México se ubica como el número uno en desigualdad salarial, tanto de América Latina, como de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

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