sábado, 5 de septiembre de 2020

A un año de la muerte de Toledo: el mejor homenaje, difundir su legado


Daniel Brena, director del CaSa, conversa sobre el premio otorgado por ese centro y el creado junto con la Fundación Harp Helú, entre otros

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▲ El maestro Toledo muestra una placa didáctica que contiene las partes del cuerpo humano en español y zapoteco.Foto Jorge A. Pérez Alfonso
 
Periódico La Jornada
Sábado 5 de septiembre de 2020, p. 2

Hoy se cumple un año de la partida de Francisco Toledo, el maestro oaxaqueño querido y admirado por propios y extraños, quien nos dejó un legado inconmensurable en su extraordinaria y profusa creación artística y con su incansable labor filantrópica, de mecenazgo, promoción cultural y activismo social a lo largo de más de cinco décadas.

Oaxaca es la región más vibrante de nuestro país en términos culturales gracias al impulso que el maestro le dio con la creación de museos, bibliotecas, centros educativos y culturales y un sinfín de proyectos dirigidos a la concientización del medio ambiente, la preservación de la identidad por medio de las lenguas autóctonas y el rescate de las tradiciones. El maestro, como cariñosamente se le llama en su terruño, ha dejado un hueco insustituible y qué mejor manera de honrar su memoria que con la difusión de su legado, producto del incesante trabajo apasionado de toda una vida.

CaSa, espacio de confluencia de tradición y vanguardia

El Centro de las Artes de San Agustín (CaSa) abrió sus puertas en la localidad de San Agustín Etla en 2006 y en la actualidad ha alcanzado el reconocimiento internacional por ser el primer centro de arte ecológico en América Latina y por su programa académico de talleres multidisciplinarios único en su género. Su director, Daniel Brena, nos comparte los logros y retos conseguidos tras la partida del maestro:

–Considero que uno de los logros más relevantes en este año es la ampliación y consolidación de los Premios CaSa, cuya primera convocatoria tuvo lugar en 2011 por iniciativa del maestro Toledo con el fin de difundir la creación literaria en lengua zapoteca. Desde entonces se ha llevado a cabo ininterrumpidamente, y hace tres años comenzamos a trabajar con los gobiernos de Guerrero y Puebla con la idea de rebasar las fronteras geográficas y unirnos en la difusión de nuestro lenguaje común: el mixteco.

“Al año siguiente, el maestro decidió acelerar el proceso y renunció a su Beca Nacional de Creadores para dirigir los fondos a la incorporación de más lenguas: la mixe, la triqui y la ombeayiüts. Ahí nos quedamos el año pasado y, para nuestra sorpresa, hemos recibido el apoyo de más aliados, y este año pudimos lanzar otra convocatoria que incluye los idiomas chatino, chinanteco y mazateco. Con estos ocho premios se consolida uno de los sueños del maestro, y estoy seguro de que estaría muy emocionado.

“Algo muy importante de señalar es que se trata de una convocatoria en creación literaria creada por un artista visual, y además del premio monetario de 30 mil pesos, el ganador recibía una obra gráfica del maestro. Ahora hemos invitado a otros artistas oaxaqueños a sumarse y donar una pieza para cada categoría: contamos con la participación de Sergio Hernández, Joel Merino, Eddie Martínez, Filogonio Velasco Naxin, Demián Flores e Israel Montes; la familia Toledo seguirá aportando trabajo del maestro. Es extraordinaria la respuesta que hemos tenido de los creadores y de las instituciones.

–Esto no es fortuito. Francisco dedicó su vida, su energía, su talento y sus recursos a formar y sensibilizar conciencias y es tiempo de cosechar los frutos.

–En febrero también dimos a conocer el Premio Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO)-CaSa Emiliano Cruz, en alianza con Amigos del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), con el fin de reconocer a las personas que trabajan de manera independiente a favor de las lenguas indígenas. Emiliano Cruz fue un joven zapoteco de San Bartolomé Loxicha, que desafortunadamente murió hace unos años, pero trabajó fuertemente en la documentación y promoción de su lengua. En su honor premiaremos cada año a un promotor destacado. También hemos lanzado la convocatoria al Premio CaSa Infantil de Cuento, dirigido a niños y niñas de siete a 11 años hablantes de las lenguas originarias, cuya remuneración no es monetaria, sino que consiste en un acervo de libros por el valor de 50 mil pesos, que el ganador podrá donar personalmente a la institución que él elija. Esta iniciativa da seguimiento a lo que el maestro nos recalcaba continuamente: los premios no han de ser para nosotros, sino para la comunidad.

–Ahí su espíritu filantrópico. Es una bella manera de motivar a los niños a compartir con la comunidad. ¿Se hacen publicaciones de las obras ganadoras?

–El maestro coordinó en 2017 una antología de los premios de poesía 2011-2015 y se hizo una presentación muy bonita en el Palacio de Bellas Artes, donde, por cierto, participó un grupo de rap en zapoteco. Ahora seguimos trabajando en la recopilación de las siguientes antologías que quedaron pendientes.

–¿Cómo va el programa de exposiciones en el CaSa?

–Antes del confinamiento alcanzamos a presentar el trabajo del fotógrafo chileno Mauricio Toro Goya, quien trabajó en residencia en CaSa una temática relacionada con la literatura de María Sabina. Y siguiendo uno de los grandes intereses del maestro, que era la colaboración entre los artesanos y los diseñadores, presentamos la obra de Rufina López, creadora de Atzompa, que en años recientes ha estado trabajando en muchos de nuestros talleres.

–Los talleres en los que participan artistas de todas las disciplinas, diseñadores, artesanos, alumnos mexicanos y extranjeros, es el centro medular de CaSa, como lo concibió el maestro. ¿Cómo han sorteado el reto de continuar activos en el confinamiento?

–Tuvimos que buscar una salida en línea, pues la idea de CaSa es que sea ante todo un espacio de convivencia presencial tanto formal como informal, pero ante la imposibilidad de juntarnos, hemos tenido que buscar acciones alternativas. Justo ahora estamos lanzando una actividad con la bordadora Julia Santos, que trabajó muy cerca del maestro, y nos va a acompañar en un taller en línea. Esta situación nos ha hecho ver que es una manera de llegar a muchísima más gente, por lo que vamos a seguir desarrollando la infraestructura. Y otra cuestión es la dificultad de conseguir los materiales, y para esto estamos recibiendo el apoyo de Amigos del IAGO, por cuyo conducto se están enviando a las comunidades kits de materiales para los talleres de rótulo, afelpado con agujas, acuarela y fotografía estenopeica para que los participantes no tengan que salir de sus casas.

El esfuerzo de Francisco Toledo de toda una vida dedicada a fomentar el desarrollo cultural permanece vivo en la comunidad oaxaqueña que absorbió las enseñanzas del maestro y sigue su ejemplo de solidaridad, compromiso y espíritu filantrópico.

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