Gómez Palacio, Dgo.- Sobre el escritorio de la alcaldesa Rocío Rebollo Mendoza, hay unas flores cuyo nombre desconoce -son lirios-, dos cajas de Advil, un cenicero que pide no fotografiar dada la prohibición de fumar en espacios oficiales, una taza con café y una Biblia que le obsequiaron y que está separada con una pluma en el Salmo 91.

“Le ayudará”, le dijeron y a ella, muy católica, le habrán resultado conocidas las líneas “Tú que habitas al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Omnipotente, / dile al Señor: ‘Mi amparo, mi refugio, mi Dios, en quien yo pongo mi confianza’.

Para la Edil son importantes tanto este ejemplar como el que trae en la Suburban sin blindaje.

“Tengo la manía de pedir mucho por mí a la gente en su oración... Llegué en una situación muy difícil”, sonríe triste.

“Cuando traigo problemas fuertes abro la Biblia y pareciera que me estuvieran diciendo lo que necesito saber”.

Rocío administrará hasta el 31 de agosto una ciudad tomada hoy por la batalla entre varios grupos de la delincuencia.

La mujer de 47 años, cabello corto, nariz respingada y mirada taciturna, es madre soltera y su nombre no se escuchaba hasta que la violencia en la Comarca Lagunera comenzara a atraer tanto la atención que hay quienes afirman que la región es ya para Enrique Peña Nieto lo que Ciudad Juárez fue para Felipe Calderón: rojo debut, sello indeleble.

De hecho, Gómez Palacio fue la sede de la primera masacre carcelaria en este sexenio, el año pasado, cuando en un intento de fuga murieron 24 personas entre internos y custodios, lo que obligó a reubicar reos y a cerrar el centro penitenciario.

Luego, en enero, la ciudad se quedó sin policías al ser vinculados todos con la delincuencia. “Me dieron en la madre”, le dijo Rocío a un diario español, pues no fue avisada del operativo federal.

Proveniente de la IP, echada para delante, y que como jefa pueda llegar a la irascibilidad, ella narra estos días, los más difíciles que le han tocado en su gestión.

‘Me siento triste’

El ataque más reciente fue el incendio de cuatro negocios familiares el martes, día anterior a esta entrevista, y dice que se acostó hacia las 3:00 horas y apenas si durmió dos.

“Me siento triste, agotada”, comenta. “Desayuné pan tostado, café, cuando soy de comer huevos, porque no sé cuándo voy a comer. Lo vengo haciendo hasta las cinco y media, seis. Café ése sí todo el día”.

Ella se enteró de lo sucedido en un evento del Consejo Ciudadano de Seguridad cuando le empezaron a llegar mensajes al BlackBerry, lo que confirmó al ver una tras otra las cuatro columnas de humo por el fuego que envolvió madererías y un negocio de pinturas que conducen sus hermanos y que su padre fundó hace 60 años al llegar a Gómez Palacio proveniente de Jiménez, Chihuahua.

El primer ataque, el 5 de febrero, fue el peor. Apenas había entrado a su casa cuando comenzó a escuchar disparos.

“¡¡Vámonos!! ¡Mamá!!, ¡¡hijo!, gritó y se tiraron ella, su hijo, de 11 años, y su mamá, de 82, en un cuarto que acordaron serviría de refugio.

“A él le había tocado vivir la balacera en el Territorio Santos Modelo, así que le dije que si un día sucedía algo que se fuera al cuarto que era el más seguro. Grité del susto, él no. Se mostró muy sereno”.

Rocío se conmueve al evocar a su niño, así como el terror de su madre, quien preguntó: “Mijita, ¿qué pasa?”.

Al término del ataque, la Alcaldesa salió para conversar con los vecinos. Ahí se percató de que no sólo dispararon con fusiles AK 47 y R15 sino que en la fachada de su casa hicieron una pinta amenazante.

Desde entonces, ella, que no contaba con escoltas, es resguardada por fuerzas federales. No ha habido aprehensiones por ambos sucesos.

Para quien quiera saber lo que es la guerra contra el narco en México, basta llegar a la Presidencia Municipal de Gómez Palacio. Afuera del edificio construido por el padre de Rocío en su segunda gestión como edil (1989-1992), dos vehículos del Ejército custodian el inmueble, cuya fachada luce la frase “Cuna de la Revolución”, y es frecuente el paso de unidades de las policías estatal y federal.

En tanto, sobre uno de los puentes que comunica a Gómez Palacio con Torreón, un filtro de militares obliga a que los autos avancen por un solo carril. Se ven soldados por todas partes y, si se le contempla más de lo normal, la gente mira con recelo y desvía la vista. Hay negocios cerrados por todas partes.

El día en que fueron incendiados los negocios, los gomezpalatinos contemplaron un espectáculo ya común: el humo negro. Sólo que en esta ocasión no sólo fue una sino cuatro las columnas.

La entrevista

Ese día, Rocío, la séptima de 10 hermanos, se reunió con su familia.

- ¿La mayoría le pidió que dejara el cargo?

“Sí”, musita.

- ¿Su padre lo habría hecho?

“Yo creo que no. Era de carácter fuerte, sumamente humano. Mi modelo a seguir. Sin embargo, como era una figura tan dominante yo nunca trabajé en sus negocios y quise hacer cosas por mí misma”.

Rocío es comunicóloga egresada del Instituto Superior de Ciencia y Tecnología de la Laguna, AC (ISCYTAC) y su tesis versó sobre el impacto de las telenovelas en la población. Trabajó en Canacintra Torreón y su primer cargo público fue el de secretaria particular del Alcalde de Torreón Salvador Jalife García.

“Ahí conocí el servicio público, del que me enamoré, porque me di cuenta de lo que uno puede hacer con voluntad, cariño y tesón: cambias la vida de las personas con una llamada telefónica. Es la vida lo que les estás resolviendo”.

De síndica de Gómez Palacio, pasó a ser subsecretaria de Gobierno de la Región Lagunera de Durango y, enseguida, secretaria de Desarrollo Social de Durango.

Tras la gestión de su hermano Ricardo, quien también fue alcalde, y de un interino, Rocío se convirtió en la segunda mujer en ser edil de Gómez Palacio y, aunque dice que el priismo estuvo presente en casa toda la vida, ella es militante desde el 2002.

Fue elegida el 4 de julio, el mismo día que su padre fue alcalde por primera vez. De hecho, ella nació el 7 de julio del mismo año en que su padre recibió su constancia. Ella también la recibió ese día.

- ¿Le parece ético haber seguido a su hermano en el cargo?

“Yo no quería ser Presidenta Municipal, nunca fue mi meta”, dice, segura. “La política me gusta leerla, opinar, pero no vivirla. Me gusta el servicio público, eso sí, los puestos ejecutivos donde puedas hacer cosas sin rollo ni grilla, pero al momento en que ves la situación y que puedes sacar adelante al partido, dije: ‘¿por qué no?’”.

- ¿Le dio algún consejo su hermano?

“Ninguno”, ríe. “Soy mayor y tengo más años de servicio”.

Según la oposición, su hermano, quien dejó el cargo para buscar una diputación, dejó deudas y obras inconclusas, pero no se le han fincado responsabilidades.

Desde el inicio de su administración, Rocío fue una funcionaria todo terreno. Solía llegar sin escolta en su camioneta a las colonias marginadas y ejidos, lo que a veces despertaba el temor de la gente, acostumbrada a ver que en esos vehículos se mueve la delincuencia. “¡Hey, soy yo, Rocío!, ¿qué onda?”, les agitaba los brazos.

Convencida de que había que reconstruir el tejido social, creó un Instituto de Desarrollo Humano y Ciudadano, que ofrece capacitaciones para oficios y cursos de orientación, incluido uno de tanatología, dado lo que vive su ciudad de 330 mil habitantes, y se dedicó a extender servicios básicos y parques. También promovió una Unidad Especializada de Violencia contra la Mujer.

De carácter fuerte, Rocío dice que suele pensar mejor en momentos difíciles, como la vez que en su cierre de campaña la oposición hizo tronar cuetes, lo que asustó a los asistentes al creer que eran balazos.

“¡No se vayan, aquí estoy, aquí está mi hijo, mi mamá! ¡Nos quieren echar a perder la fiesta!”, dijo y la gente volvió de su intento de estampida. Dice que hasta los priistas que no tenían “afinidad” con ella la felicitaron por su valor, lo que trasluce que no es santo de devoción de muchos. Incluso durante su campaña la única propaganda priista destruida era la suya.

- ¿Se reunió con el Gobernador?

“El Gobernador ha estado al pendiente de mí, me ha dado su apoyo”.

- ¿Le hablaron de Presidencia o el secretario de Gobernación?

“No, todo es a través del Gobernador y su equipo”.

- ¿Se siente sola?

“Tengo amigos que me quieren, pero en esta responsabilidad, en este tema, estás sola y debes estar sola. No tengo jefe de seguridad, no tengo policía... No puedo involucrar a más gente en este tema”.

Más tarde dirá que no tiene pareja, pues su hijo no le perdonaría dedicar su poco tiempo personal a una.

- Una situación así fortalece ante la opinión pública. ¿Contemplaría la gubernatura?

“No está en mis planes. Dios me va llevando a donde me quiere llevar”.

- Se ve usted muy serena para lo que ha vivido.

“Me ayuda mucho la cantidad de gente que me manda mensajes, llama por teléfono. Además, mi fe en Dios es tremenda. Sé que nada pasa si Él no lo dispone y en esa confianza he vivido siempre. Este problema es el más grave de los muchos, muchos que la gente sabe que he tenido, pero he salido adelante porque saben que no digo mentiras”.

- Da la impresión de que los ataques no eran para atentar contra su vida.

“Muchos lo dicen, pero no quiero pensar en eso. No viviría. No puedes vivir con miedo, no debes vivir con miedo”.

Terminan la entrevista y las fotos, y Rocío enciende uno más de sus cigarrillos. Bromea, se nota relajada.

- Ni parece que esté pasando por lo que está pasando.

“Es la fe en Dios y la serenidad de que nunca he hecho algo en contra de nadie”.