RAÚL A. RUBIO CANO
Junio 11 de 2018
¡10 de Junio, no se olvida! Y efectivamente, quienes participamos en contra del Plan Elizondo, que buscaba convertir a la Universidad Autónoma de Nuevo León en un gran negocio de la Banca y del Estado de aquellos años, resulta que seguimos recordamos y conmemorando esa lucha estudiantil y de maestros progresistas y que, a 47 años de esa gesta, para la mayorías, aún no se olvida y que tampoco se olvida, la sangre que se derramó en esa lucha; sangre que precisamente más que ser de los estudiantes de Nuevo León, fue de los de la Ciudad de México. Recordemos: el insigne Raúl Ramos Zavala, que como maestro de la UNAM y sus relaciones con el Poli y prepas, pudo plantear –por su alta investidura moral y capacidad crítica y orgánica- a los activistas, la necesidad de solidaridad con el movimiento estudiantil de la UANL. Desde la matanza del 2 de Octubre de 1968, no se había realizado manifestación alguna y la del 10 de Junio de 1971, rompió con ese control terrorífico que había dejado la matanza de Tlatelolco. Encabezando esa manifestación, iban compañeros que se habían seleccionados en asamblea de “Los Contra Cursos” que se realizaban en la Facultad de Economía, ya que se encontraba en huelga la UANL por su lucha contra el gobierno de Eduardo Elizondo y su “Ley Elizondo”, así que al frente del contingente que fue conformándose, iban cinco estudiantes de la UANL: Luis Ángel Garza, Mario López, Jesús Rodolfo Rivera Gámiz, Rogelio, Chón Prieto y, sería en la Normal de San Cosme, donde los atacarían los contingentes de paramilitares de Los Halcones, los cuales fueron también recibidos por las autodefensas estudiantiles; eso ameritó, la intervención del Ejército para su rescate y que los Halcones en venganza, hicieran cacería de estudiantes heridos en los hospitales de las cercanías, asegura el investigador, Héctor Ibarra. Datos oficiales de esa matanza de estudiantes aún no existen, sólo en el Memorial que muchos años después se erigió en la Normal de San Cosme, se refiere a una treintena de muertos, pero hubo muchos heridos y no se diga desaparecidos que por la represión de la época, los mismos familiares dejaron de hablar de ellos. Así las cosas, la Autonomía de nuestra Máxima Casa de Estudios tiene ese legado sangriento y que por lo tanto, debe de mantenerse en un agradecimiento eterno para los caídos, heridos y desaparecidos. Hablar de Autonomía en la UANL no es cualquier cosa y así lo expresó el hoy Rector Rogelio Garza, cuando fue elegido para su primer periodo y, al ser cuestionado en el Colegio Civil, sobre el caso -por un servidor-, allí expresó que la Autonomía Universitaria lleva un legado de sangre y que eso no podemos olvidar ¡Nunca!. Es de reconocer, en todo ello, que las únicas fuerzas políticas locales que no ha dejado de manifestarse año con año, desde ese sangriento 10 de junio, es el Movimiento Popular Tierra y Libertad y el Partido del Trabajo ¡Venceremos! raurubio@gmail.com
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