lunes, 13 de octubre de 2014

“Un soldado en cada hijo te dio”, canta #YoSoy26 en marcha pro militares del caso Tlatlaya


La marcha por el Centro Histórico del DF. Foto: Eduardo Miranda.
La marcha por el Centro Histórico del DF.
Foto: Eduardo Miranda.
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- En lo que fue una marcha inédita en el país y en medio de cuestionamientos internacionales al gobierno de Enrique Peña Nieto por la violencia recrudecida, unos 200 simpatizantes del movimiento #YoSoy26 marcharon del Zócalo capitalino a la residencia oficial de Los Pinos en demanda de un juicio justo para los 25 militares consignados por la muerte de 22 presuntos secuestradores en el municipio de Tlatlaya, Estado de México, el pasado 30 de junio.
“No estamos diciendo que sean inocentes (los militares consignados), todo aquel que sea juzgado, que no se le juzgue por los medios de comunicación y se les sentencie a priori, porque todos tenemos derechos”, exigió César Gutiérrez Priego, presidente de la Fundación General Jesús Gutiérrez Rebollo en apoyo de militares y marinos procesados y sentenciados A.C.
Antes de iniciar la marcha, calificó como “nefasto” el manejo que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) hizo del caso Tlatlaya, “por el hermetismo que dio a la información”. Y agregó que “la responsabilidad no es sólo del oficial del personal y la tropa, existe responsabilidad de la Procuraduría General de Justicia Militar y de los altos mandos el Ejército; porque si hubo omisiones a la disciplina militar del oficial y de la tropa, forzosamente hubo omisiones por parte de los jefes. Por eso está tan decaída la moral del Ejército, a quien están juzgando es a la tropa”.
La manifestación, primera en defensa de las fuerzas castrenses en el país, se realizó un día después de que la Procuraduría General de la República (PGR) informó que militares usaron las armas de los presuntos delincuentes muertos para asesinar a los otros que quedaron vivos luego del enfrentamiento en Tlatlaya.
Según la dependencia, en los hechos participaron siete soldados y un teniente, quienes son procesados en la justicia militar por violar las normas castrenses. De ellos, tres militares ya fueron acusados de homicidio y un teniente por encubrimiento.
Aún con ello, Ana lucía Zavala Rodríguez, presidenta de la Organización Humanista por el Progreso Social, insistió: “Pedimos que se haga una investigación justa en el asunto Tlatlaya y de otras tantas personas incluidas en el pliego petitorio. Exigimos los derechos que les corresponde a los militares porque también tienen familia y son afectados en el cumplimiento de su deber”.
A la manifestación acudió Bertha Amparo Ramírez, hija del general Ricardo Martínez Perea, detenido y preso desde 2001, acusado de estar involucrado con el narcotráfico.
“El presidente Vicente Fox, antes de que se le avisara a mi padre que iba a ser detenido, dio la noticia de que era un narcogeneral y (que le aplicarían) todo el peso de la ley, cuando ni siquiera había una orden de aprehensión en contra de él. Y por un anónimo sigue recluido después de haber recibido felicitaciones de los secretarios de la Defensa y obtener los primeros lugares en decomisos. Hasta fueron a preguntarle a la cárcel cuál es su estrategia para decomisar”.
La mujer denunció que su padre fue trasladado de la prisión militar a las Islas Marías, junto con el capitán Pedro Maya Díaz y el teniente Antonio Quevedo Guerrero.
“Mi padre tiene 67 años de edad y ya no le quieren dar derecho a médico, a pesar de que tiene un problema de corazón y cáncer de próstata… Y así hay muchos casos en las cárceles de Mazatlán, Zapopan y México entero”.
Piden destitución de Cienfuegos
La marcha del movimiento #YoSoy26 comenzó una hora después de lo programado. Entonces, el auto que iba a la vanguardia con una bocina en el toldo, prendió una grabación: “Soldados y familiares exigimos al ciudadano presidente Enrique Peña Nieto la destitución del secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos”.
Aunque ayer en la página de Facebook del movimiento #YoSoy26 la convocatoria pidió que no se lanzaran consignas como la anterior, el sonido grabado se repitió durante todo el camino del Zócalo hasta los alrededores de Los Pinos.
Y seguía: “Que el militar pueda votar por un secretario de la Defensa. Que se les respeten los derechos humanos o se dicten derechos humanos para los militares. Mejor indemnización para las familias de los caídos. Estudios y becas para los hijos de los militares caídos hasta su término. Tratamiento psicológico previo y posterior a las operaciones ‘Salud Mental’. Que se dictaminen leyes constitucionales para que podamos entrar a la fuerza pública para defender a los civiles o, de lo contrario, se nos quite de las calles.
“Que las personas que maten, violen y golpeen cualquier fuerza federal sean perseguidas y juzgadas conforme a la ley; en caso de ser culpables, se les imponga la pena mínima de diez años de prisión y hasta cadena perpetua. Que los militares sigamos siendo juzgados por el fuero militar, no por el civil; de ser así, que cumplan condenas en prisión militar para garantizar su seguridad. Los militares estamos para servir al país y a la ciudadanía, pero necesitamos mandos honestos y honrados y con honor”.
El mismo automóvil llevaba mantas colgadas en las que se leía “Fuera los traidores a la Patria” e iban acompañada de las fotografías de Peña Nieto y Cienfuegos.
Antes de comenzar la marcha se presentó un ligero altercado cuando un joven se acercó al grupo y gritó a los participantes que el Ejército es “el brazo armado del Estado”. Una mujer que se dijo familiar de un militar preso injustamente respondió que los soldados “sólo reciben órdenes y no les dan un trato justo”. Luego subió de tono y amenazó con golpear al joven. Éste optó por retirarse.
El resto de la marcha fue sin altercados, ni siquiera se escucharon los claxons de automovilistas molestos por los cierres viales ocasionados. De hecho, hasta hubo quienes les mostraron su apoyo.
Prohíben asistir a la marcha, acusan
En la movilización de este sábado no había familiares de militares, sólo “ciudadanos”, únicamente “sociedad civil”, decían los participantes.
“Nos enteramos por las noticias y venimos a apoyar a los soldados porque no es justo lo que les hacen”, dijo una mujer con sombrero de palma.
Según César Gutiérrez Priego, la víspera recibió “más de 100 llamadas diciendo que a su esposo, hermano, primo, sobrino, novio lo amenazaron de que si se presentaba en la marcha lo iban a arrestar y le iban a iniciar averiguaciones previas”.
-¿De dónde vinieron esas órdenes?
-Fueron órdenes de los mandos de la Sedena.
Un hombre que dijo pertenecer a la Federación de Militares Retirados (Femirac), confirmó a Proceso.com aquella orden. “Sí prohibieron venir y los amenazaron con aplicarles el Código de Justicia Militar por desobediencia. Pero a mí me vale madres, yo vengo a apoyar a los compañeros porque son víctimas, como dice el refrán, de que siempre el cordón se rompe por lo más delgado”.
En el recorrido se observó a personas vestidas de civiles, pero con corte de cabello militar o a otros con chalecos que usan los fotógrafos de prensa, aunque sólo tomaban fotografías con sus teléfonos celulares.
Un soldado en cada hijo
La mayoría de los manifestantes fueron vestidos con playeras blancas y con un moño verde en el brazo derecho, como se pidió en la convocatoria. El contingente lo encabezaron con la imagen de la Virgen de Guadalupe y la bandera nacional.
Entre las mujeres, jóvenes y niños se escuchaban distintos acentos. Algunos venían de Chihuahua, otros de Tamaulipas, unos más de Guadalajara.
Había mujeres que fueron motivadas por haber visto a los militares “en el cumplimiento de su deber” en estados donde la narcoviolencia no cede.
“Ellos enfrentan a asesinos preparados para matar, a los que les enseñan los kaibiles –soldados del Ejército de Guatemala– y los soldados se tienen que defender”, contó en entrevista una mujer de Tamaulipas que pidió omitir su nombre por temor a represalias.
Y siguió: “Conozco a soldados que han apresado a criminales a los que el gobierno los mete a la cárcel, pero luego los deja salir y van a buscar venganza, les matan a sus esposas, a sus hijas, a su familia. Hoy el soldado está más vulnerable que nunca”.
Al paso de la marcha se levantaron carteles y mantas con las leyendas: “Los militares antes de ser militares son humanos”, “Justicia a los militares, no lastimes a quien te protege”, “Defienden a los delincuentes pero no a los militares”, “Son militares, no chivos expiatorios” y “El soldado también tiene derechos humanos”.
Resaltaron dos jóvenes, una de ellas con el rostro cubierto, igual que otros participantes, que con altavoz y micrófono, organizaban las consignas: “Yo si le voy, le voy al soldado”, “26, 26, 26”, “Se ve, se siente, el soldado está presente” y hasta “un soldado se unía al Plan DN-III, como veían que resistían fueron a llamar a otro soldado”.
Con estos coros caminaron por las avenidas 5 de Mayo, Eje Central, Juárez, el Paseo de la Reforma y Chivatito. A su paso por el Hemiciclo a Juárez, se detuvieron para entonar el Himno Nacional. Lo mismo hicieron frente al Senado de la República, al Ángel de la Independencia y al llegar a las inmediaciones de Los Pinos: “Piensa oh Patria querida que el cielo u soldado en cada hijo te dio…”.
Nosotros les llamamos
El contingente entró a la calzada Chivatito pocos minutos antes de las 15:00 horas. A la mitad del camino, tuvo que parar pues una valla de al menos 50 granaderos de la policía del Distrito Federal les cerró el paso.
Y vino de nuevo el Himno Nacional seguido del grito de una mujer: “Primero a los soldados y luego siguen ustedes”, dirigiéndose a los uniformados con cascos y escudos enfundados.
Los organizadores de la marcha recordaron que ésta era pacífica y pidieron que alguien les recibiera su pliego petitorio.
En el documento los firmantes pidieron a Peña Nieto su “inmediata intervención como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas Mexicanas”, debido a “las violaciones flagrantes a los derechos humanos y del debido proceso al que han sido sometidos el personal de nuestras Fuerzas Armadas en cuanto a su participación en la lucha contra el narcotráfico y de Seguridad Pública”.
Personal identificado como del área de Atención Ciudadana de la Presidencia de la República les pidió que organizaran una comisión para entrar.
Cinco personas pasaron una puerta metálica enquistada en la banqueta y metros más adelante, entregaron el documento. No más de 10 minutos después estaban de regreso.
Dijeron que personal de Los Pinos les ofreció la posibilidad de crear una mesa de diálogo y negociación para atender su demanda y que pronto –no les dijeron cuándo– se pondrían en contacto con ellos.
Ahí terminó la marcha en favor de los militares y los marinos, la llamada “Gran Fuerza de México”.

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