domingo, 26 de julio de 2020

Centros comerciales, vivos pero están con respirador artificial

Negocios bajan cortinas por la pandemia de Covid-19

Escaso aforo en las 780 plazas por las restricciones
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▲ En Pabellón Cuauhtémoc algunos locales no pudieron reabrir.Foto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 26 de julio de 2020, p. 20
En medio de la peor crisis económica de los últimos 100 años, los centros comerciales siguen vivos, pero con respirador artificial, pues aunque regresaron a la actividad este mes, lo hicieron con restricciones. A ello se suma el cierre de grandes empresas, como algunos cines, uno de los lugares de atracción de personas a esas plazas, más miles de pequeños locales con las cortinas abajo y letreros de se renta de comercios que no resistieron la falta de ingresos por el confinamiento social.
A lo anterior, de acuerdo con especialistas, se agregan las dificultades que están atravesando las empresas que regresaron a la actividad, ya que enfrentan retos importantes, como falta de liquidez para pagar renta y nómina, en un contexto en el que el aforo de personas es escaso, ya sea por el temor al contagio de Covid-19 o por la falta de recursos económicos.
De acuerdo con datos CBRE, consultora especializada en servicios inmobiliarios, en México existen alrededor de 780 centros comerciales, que representan aproximadamente 25 millones de metros cuadrados, lo que convierte al país como la nación de América Latina con más establecimientos de ese tipo.
Sin bien no hay un dato concreto sobre cuántos empleos se generan en las plazas que operan en el país, para dar una idea de su importancia en la vida laboral de los mexicanos, estimaciones del gobierno de la Ciudad de México indican que sólo en la capital la reapertura de los establecimientos ayudó a recuperar 30 mil trabajos formales.
Luego de la industria hotelera y restaurantera, el segmento de los centros comerciales (con las miles de empresas que operan en su interior) ha sido el más afectado por la pandemia de Covid-19, ya que la instrumentación de medidas de distanciamiento social las obligó a cerrar por casi tres meses.
A intentar sobrevivir
Una vez terminada la Jornada de Sana Distancia, que se extendió de finales de marzo a los primeros días de julio, se permitió la reapertura de plazas comerciales en todo el país; sin embargo, bajo una serie de estrictas medidas que no permiten una recuperación total de las empresas que operan en su interior.
La nueva realidad ha traído medidas con las que deben aprender a vivir por el momento tanto empresas como consumidores; por ejemplo, el aforo máximo en las plazas es de 30 por ciento, acceso individual, tiempo máximo de 60 minutos, uso obligatorio de cubrebocas, medición de temperatura, estacionamientos reducidos, probadores prohibidos y horarios restringidos.
De acuerdo con la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio (Antad), que agrupa a varias de los establecimientos más importantes que se ubican dentro de las plazas comerciales de todo el país, la mayoría de sus agremiados han regresado a la actividad con todas las medidas sanitarias estipuladas; sin embargo, acepta, hubo algunas que ya no pudieron regresar a la actividad por falta de recursos económicos.
Durante los primeros días de reapertura de los centros comerciales se reportó euforia de los consumidores, creando aglomeraciones en varios de los más importantes. No obstante, con el transcurso de los días la afluencia ha bajado, dejando al descubierto locales cerrados con letreros de se renta.
Este panorama, de acuerdo con la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo, no es sorpresa, pues una vez que las plazas comerciales han sido abiertas, luego de meses de confinamiento y sin ingresos, los locales cerrados muestran la realidad y el verdadero impacto de la pandemia, pues dejó sin recursos a muchas empresas, hasta llevarlas a la quiebra.
Para el organismo, no fueron pocos los negocios que optaron por cerrar definitivamente, ya que la crisis económica ha sido más fuerte de lo esperado, a grado tal que el regreso a la nueva normalidad fue imposible, pues la falta de liquidez hizo insostenibles los gastos básicos para continuar operando.
Según estimaciones de Getin, plataforma de análisis de datos de comercio minorista, tras la reapertura la afluencia en zonas comerciales del país presentó una ocupación promedio de 34 por ciento de su capacidad total, siendo Guanajuato, con 55 por ciento; Jalisco, 45, y Nuevo León, 43, los estados que mayores avances muestran en ocupación.
El confinamiento, más la baja afluencia de personas en ese regreso, no sólo ha afectado a las pequeñas empresas. Compañías de la talla de Cinemex y Cinépolis se han visto en la necesidad de cerrar de manera definitiva algunos de sus complejos en diversas plazas comerciales en todo el país. Tres la primera y nueve más la segunda.
El cierre de establecimientos de este tamaño habla de la profunda crisis en el sector, pues cines, tiendas de autoservicio, departamentales y hasta ciertos restaurantes son considerados marcas ancla, es decir, las que atraen por sí solas a las personas, lo cual significa que son las más frecuentadas y las que más ingresos tienen.
Anabell Trejo, cofundadora de Getin, explicó que la afluencia a las plazas comerciales aún es baja; sin embargo, apuntó, se espera que en las siguientes semanas la movilidad vaya en aumento, por lo que los establecimientos deben monitorear constantemente la saturación para cuidar las normas de distanciamiento con sus clientes.
El panorama no luce alentador para las plazas ni para el comercio local en general, ya que la percepción entre la población es que existen altas posibilidades de contagiarse de Covid-19 en establecimientos. El miedo, de acuerdo con Raymundo Campos, especialista en economía social del Banco de México, es uno de los principales inhibidores del crecimiento económico.
Erradicar la percepción de riesgo, señala el catedrático, es uno de los principales retos del gobierno, pues si la sociedad intuye que no se están haciendo los esfuerzos suficientes para combatir el virus, seguirá teniendo miedo a salir, a continuar con su vida y, por tanto, no gastará, dejando sin ingresos a millones de empresas y en el estancamiento la economía del país.

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