viernes, 1 de noviembre de 2013

«Salí a defender a mi pueblo y por eso me mandaron a la cárcel», sostiene el tzotzil

No guarda rencor, afirma: lo que toca al Estado será del Estado

 

Como autoridades, sigan haciendo el bien, dice el profesor al presidente Peña Nieto

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Durante la conferencia de prensa que ofreció tras obtener la libertad, Alberto Patishtán Gómez recibió un machete que le entregó Ignacio del Valle, dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, símbolo de lucha del pueblo de AtencoFoto Marco Peláez
Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
Viernes 1º de noviembre de 2013, p. 3
 
Después de 13 años de permanecer encarcelado injustamente y de una prolongada espera en la que siempre reivindicó su inocencia, el profesor Alberto Patishtán Gómez finalmente obtuvo ayer su libertad, tras recibir de manera oficial el indulto otorgado por el presidente Enrique Peña Nieto.
Más tarde, en conferencia de prensa celebrada en la Casa de la Solidaridad, visiblemente emocionado el indígena tzotzil rememoró la lucha que emprendió contra la esclavitud y la marginación a la que están sometidos los sectores más pobres del municipio chiapaneco de El Bosque, de donde es originario, y su necesidad de luchar contra la autoridad tirana del entonces presidente municipal Manuel Gómez Ruiz.
Yo salí a defender a mi pueblo, a levantar la mano. Esa fue la causa por la que me mandaron hasta la cárcel con una condena a muerte. Quisieron acabar mi lucha, quisieron hacerle restar, pero lo que pasó fue multiplicar. Quisieron ocultarla y lo que hizo fue resplandecer, enfatizó entre aplausos y gritos de apoyo.
En las diferentes prisiones donde estuvo recluido, narró, hizo las veces de sacerdote, sicólogo, abogado y hasta médico para guiar a los reos que lo veían como un alivio y un referente. La mayoría de ellos, dijo, estábamos de pilón, ocupando el lugar de los verdaderos delincuentes.
“Desde el primer día que llegué a la cárcel, me sentí libre. Unas personas me preguntan: ‘¿qué es lo que te mantiene que tú no dejas de reír?’, y yo les digo: es que estoy limpio de conciencia. Si dejo de reír un día, siento que es un día perdido para mí. Por eso, si me ven muy sonriente, no se preocupen, porque esa es mi profesión”, dijo entre carcajadas de los asistentes.
Al preguntarle qué va a hacer tras recuperar la libertad, Patishtán expresó que su prioridad es recuperar la salud y aseguró que no guarda rencor por el proceso injusto al que fue sometido.
En mi corazón hay paz. Lo que le toca al Estado será del Estado. Lo que sigue para mí es estar con mis hijos, ya después Dios iluminará mi pensamiento, indicó ante la insistencia de las preguntas de si va a exigir la reparación del daño.
Finalmente, como único mensaje a Peña Nieto, Patishtán le solicitó: como autoridades, que sigan haciendo el bien.
Antes de dar su mensaje, el maestro fue precedido por sus hijos Héctor y Gabriela, quienes dijeron haberse quedado sin palabras ante la felicidad de tener a su padre de vuelta con ellos, y destacaron su enseñanza de lucha y dignidad.
El hombre que acaparó cientos de miradas, preguntas y abrazos supo mantener la actitud serena que lo distinguió todo el tiempo, misma que le ayudó a enfrentar una condena de 60 años de cárcel por un delito que no cometió.
La jornada en espera de la libertad de Patishtán congregó ayer a decenas de reporteros, fotógrafos y camarógrafos en la Casa de la Solidaridad, en la colonia Del Valle, desde mucho antes de la una de la tarde, hora en que originalmente estaba citada una conferencia de prensa con el activista tzotzil.
Al mismo tiempo, otros comunicadores montaban guardia desde la mañana afuera de la clínica donde Patishtán recibe las sesiones de radioterapia que necesita para combatir el adenoma en la hipófisis que le detectaron sus médicos desde hace más de un año, el cual resurgió unos meses atrás.
A las 2:28 de la tarde apareció en el nosocomio un grupo de funcionarios, encabezado por el oficial mayor de la Secretaría de Gobernación, Jorge Márquez, quien salió minutos después, luego de haber entregado de manera oficial el indulto a Alberto Patishtán, quien estampó su firma en el documento en un trámite que no duró más de 20 minutos.
Cerca de las tres de la tarde, las puertas de la clínica se abrieron. Ahí, Alberto Patishtán subió a un pequeño auto verde, acompañado por sus hijos Héctor y Gabriela, así como por su nieta Génesis, para dirigirse a la Casa de la Solidaridad, donde sus compañeros y amigos, así como reporteros y camarógrafos lo esperaban desde hacía más de dos horas.
A su llegada al sitio donde se realizó la conferencia de prensa, una gran cantidad de reporteros y fotógrafos se arremolinó para tratar de captar una imagen del profesor. Muchas otras personas se acercaron para verlo, escucharlo o darle un abrazo, en medio de gritos y consignas de Libertad, libertad, ¡viva Alberto Patishtán! y Al profe Patishtán nadie lo indultó, el pueblo organizado su libertad logró.

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