miércoles, 27 de noviembre del 2013
“Cuando yo entré a mi gobierno, me di cuenta que estábamos a punto -si no es que ya había sucedido-, de que el monopolio de la autoridad no lo tuviera el Gobierno, sino lo tuviera la delincuencia.
“Con cosas tan sencillas... en historias que trascendieron y que uno veía en los blogs y se oían los comentarios: ‘fulanito ya no se pudo casar en Piedras Negras porque tenía que comprarle el whisky de su boda a un grupo delincuencial’... O, ‘no puedes pasar por tal carretera, porque invariablemente la policía te detiene y te pregunta quién eres y te deja ir y te toma registro de tu credencial de elector’... eso no era para infraccionarte, eso era para llevar un control de quién pasaba y quién llegaba.
“...también hay segmentos de la sociedad que vieron bien al crimen, que no dijeron nada, que lo alentaron, y que hasta se asociaron, muchos sin saber, pero muchos de ellos que dicen que sin saber, claro que sabían que había algo mal...”.
Las frases anteriores pertenecen al gobernador Rubén Moreira Valdez y fueron formuladas en una entrevista durante la cual realizó un balance de lo ocurrido a lo largo de su administración en materia de seguridad.
Se trata, sin duda, de un diagnóstico que muchos ciudadanos podrían realizar también, pues justamente la realidad retratada por el titular del Ejecutivo estatal es la que padecen cotidianamente quienes se encuentran a merced de los delincuentes: la realidad donde la autoridad se encuentra ausente.
Lo relevante de lo dicho por el mandatario, sin embargo, no es que su diagnóstico coincida con la realidad observada por todos a lo largo de los últimos años, sino el reconocimiento de la existencia de un problema sistémico en Coahuila durante el sexenio pasado.
¿Por qué los responsables de garantizar la seguridad colectiva en la entidad cedieron el control del territorio a los criminales?
La pregunta es pertinente porque, a la luz de los señalamientos del gobernador Moreira, su gobierno “recuperó” el control de la entidad, es decir, la diferencia entre la administración anterior y la actual sería la determinación por cumplir con la responsabilidad de enfrentar a los criminales.
En otras palabras, no es que los delincuentes hubieran “vencido” a las autoridades coahuilenses en el sexenio pasado, sino que estas decidieron no confrontarlos y por ello, al inicio de la actual administración la situación era de la gravedad que hoy señala el titular del Ejecutivo.
Se trata, sin duda, de un diagnóstico que agrava aún más la deuda que la anterior administración estatal heredó a los coahuilenses, pues no solamente se hipotecó el futuro colectivo con una monstruosa deuda: su incompetencia también provocó la crisis de seguridad que hemos padecido todos de una forma u otra.
Y eso que los datos conocidos hasta ahora, apenas constituyen una minúscula parte de la verdadera historia del sexenio pasado.
“Con cosas tan sencillas... en historias que trascendieron y que uno veía en los blogs y se oían los comentarios: ‘fulanito ya no se pudo casar en Piedras Negras porque tenía que comprarle el whisky de su boda a un grupo delincuencial’... O, ‘no puedes pasar por tal carretera, porque invariablemente la policía te detiene y te pregunta quién eres y te deja ir y te toma registro de tu credencial de elector’... eso no era para infraccionarte, eso era para llevar un control de quién pasaba y quién llegaba.
“...también hay segmentos de la sociedad que vieron bien al crimen, que no dijeron nada, que lo alentaron, y que hasta se asociaron, muchos sin saber, pero muchos de ellos que dicen que sin saber, claro que sabían que había algo mal...”.
Las frases anteriores pertenecen al gobernador Rubén Moreira Valdez y fueron formuladas en una entrevista durante la cual realizó un balance de lo ocurrido a lo largo de su administración en materia de seguridad.
Se trata, sin duda, de un diagnóstico que muchos ciudadanos podrían realizar también, pues justamente la realidad retratada por el titular del Ejecutivo estatal es la que padecen cotidianamente quienes se encuentran a merced de los delincuentes: la realidad donde la autoridad se encuentra ausente.
Lo relevante de lo dicho por el mandatario, sin embargo, no es que su diagnóstico coincida con la realidad observada por todos a lo largo de los últimos años, sino el reconocimiento de la existencia de un problema sistémico en Coahuila durante el sexenio pasado.
¿Por qué los responsables de garantizar la seguridad colectiva en la entidad cedieron el control del territorio a los criminales?
La pregunta es pertinente porque, a la luz de los señalamientos del gobernador Moreira, su gobierno “recuperó” el control de la entidad, es decir, la diferencia entre la administración anterior y la actual sería la determinación por cumplir con la responsabilidad de enfrentar a los criminales.
En otras palabras, no es que los delincuentes hubieran “vencido” a las autoridades coahuilenses en el sexenio pasado, sino que estas decidieron no confrontarlos y por ello, al inicio de la actual administración la situación era de la gravedad que hoy señala el titular del Ejecutivo.
Se trata, sin duda, de un diagnóstico que agrava aún más la deuda que la anterior administración estatal heredó a los coahuilenses, pues no solamente se hipotecó el futuro colectivo con una monstruosa deuda: su incompetencia también provocó la crisis de seguridad que hemos padecido todos de una forma u otra.
Y eso que los datos conocidos hasta ahora, apenas constituyen una minúscula parte de la verdadera historia del sexenio pasado.