RAÚL A. RUBIO CANO
Julio 21 de 2021
Las muy fuertes lluvias que azotaron Alemania el pasado jueves 15 de julio y también a los países vecinos de la misma como Bélgica, Luxemburgo y Holanda, es un fenómeno que no se tenía referencia en más de cien años. Los daños son impresionantes en destrucción de bienes materiales y vidas, a pesar de ser países avanzados en materia del estudio del impacto de fenómenos naturales en poblaciones y, en adoptar medidas para la protección de todo ello. Los paradigmas conocidos en cuanto al ciclo del agua en los últimos años, va quedando claro que han sido rebasados en materia de estudio y de medidas preventivas para la protección por el impactos de lluvias y huracanes; se habla que esta realidad ha sido estudiada en un periodo de mil años, pero por lo visto, hay que irse más atrás para conocer procederes de la Madre Naturaleza que hoy, resultan inexplicables en su aparición y golpeteo a los seres humanos y ecosistemas y, de plano, no se vale echarle la culpa al “ajonjolí” de todas las tragedias masivas que estamos empezando a vivir: El Cambio Climático. La Canciller de Alemania, Ángela Merkel, instó el pasado domingo, a apurar la lucha contra el Cambio Climático, pero por lo visto, de lo que urge además, es a instar a la comunidad mundial, a un estudio sobre nuevas bases conceptuales de la vida natural y la interacción humana con un modelo económico atroz que como diría el joven Marx, en sus Manuscritos Filosóficos Económicos de 1844: el Capitalismo es la etapa final de la prehistoria de la Humanidad y salir de él, es entrar a construir la historia real, el humanismo real. Y por lo visto, seguir avalando ese modo de producción llamado Capitalismo, es seguir en la prehistoria, con todas las consecuencias que ello implica de destrucción de hombres y de la misma Naturaleza. Ha llegado la hora de poner más atención en las dinámicas que está siguiendo eso que ahora se conoce como Capital Natural (según Wikipedia: “El término capital natural hace referencia a los recursos naturales como plantas, minerales, animales, aire o petróleo de la biosfera vistos como medios de producción de bienes y servicios ecosistémicos: producción de oxígeno, depuración natural del agua, prevención de la erosión, polinización y servicios recreativos en sí. El capital natural constituye una forma de estimación del valor de un ecosistema, una alternativa a la visión más tradicional según la cual la naturaleza y la vida no humana constituyen recursos naturales pasivos sin producción propia. Se equipara así, el capital natural al capital productivo. Es una expresión utilizada fundamentalmente en análisis económicos destinados a tener en consideración los objetivos de un desarrollo sostenible. Es un concepto ligado al de huella ecológica y ecoeficiencia. Los estudios muestran que ciertos componentes del capital natural mundial decrecen desde hace varias décadas, algunos de manera alarmante). Pues bien, pareciera que esta realidad, del decrecimiento del Capital Natural mundial, ante por ejemplo la impresionante sequía que se padece planetariamente por no respetarse los ciclos naturales del agua, ante un modo de producción lleno de avaricia y codicia, está desatando respuestas sistémicas de la Madre Naturaleza para regresar de la atmósfera grandes cantidades de agua, pero por lo visto, sin control alguno. Hace unos días, el Metro de Nueva York se inundó. Otra hipótesis en esto de tales caídas brutales, masivas de agua, en determinadas zonas, es que ello sea un capítulo más de agresiones de poderes ocultos contra centros financieros, regiones o países completos, utilizando el manejo de lluvias y huracanes como el caso de la tecnología HAARP (o el proyecto ruso SURA) conocida por producir incendios de grandes dimensiones, o por la posible producción de grandes tormentas como fue del proyecto “Storm Fury” contra Cuba en los años sesenta del siglo pasado. Allí está la llegada del huracán Harvey, categoría 4, a Houston, Texas, el 25 de agosto de 2017 (el más grande impacto en los últimos años, 25 mil millones de dólares sus afectaciones en USA), cuando en sí, ese huracán, una vez cruzada la península de Yucatán (19 de agosto), había prácticamente fenecido, pero algo pasó, que se reactivó y se fue directamente sobre el centro financiero y petrolero de Houston, llamando la atención que una semana antes grandes activos financieros de poderosos grupos económicos, habían cambiado sus activos petroleros a energías verdes en la Bolsa de Nueva York, dejando a Houston, cual cascarón de activos petroleros y a merced de la destrucción de Harvey. Piense usted lo que quiera, pero parece ser que no todo es Cambio Climático, sino también maldad estratégica de grandes capitales para hacer con la Humanidad lo que les viene en gana. En el caso de Monterrey, ya estamos viviendo las consecuencias de este saneamiento de la Madre Naturaleza al traer grandes cantidades de agua y, que las consecuencias de sus escurrimientos ya se están manifestando en la obstrucción de drenajes por lodos y piedras, sobre todo, en colonias a las faldas de los cerros, las pérdidas ya son o pueden ser de miles de millones de pesos. Una caída de agua como la de Alemania, de 148,000mm, o sea 148 metros de altura de agua, sería prácticamente la destrucción de gran parte de nuestra área metropolitana de Monterrey y tardaríamos décadas en restablecer sus dinámicas. Esto puede suceder en cualquier momento y por lo visto, la visión de nuestras autoridades y grupos empresariales están más enfocados en robarse el agua, en transformarla en una vil mercancía, que en estudiar en serio los nuevos paradigmas del ciclo del agua y tomar medidas para su producción (cosecha de agua), saneamiento, gestión y administración como bien común y no botín de unos cuantos. Alemania ha dado la voz de alarma de lo que ya llegó y de lo que hay que empezar a realizar, urgentemente ¡Órale! raurubio@gmail.com
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