Domingo 4 de julio de 2021, p. 3
La conservación y reconstrucción de las lenguas originarias será siempre insuficiente, si no va de la mano de una defensa del territorio, la economía y los modos de vida, explicó el maestro en artes y editor José Luis Romero, de la comunidad nahua de Cuauhtotoatla, Tlaxcala.
Esa premisa, comentó en entrevista, es la que atraviesa el libro Las lenguas del diablo: lengua, cosmovisión y re-existencia de los pueblos de Abya Yala, publicado por la editorial independiente Tumbalacasa, el cual compila memorias, testimonios y reflexiones sobre la resistencia lingüística y el despojo territorial disfrazado de apropiación cultural
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El libro articula también textos que hacen referencia a otros municipios de Guerrero, Chiapas e Hidalgo, así como de otras naciones como Brasil, Colombia, Venezuela, Bolivia y Argentina.
En Tlaxcala, deploró Romero, nos vemos afectados por tres graves problemas: la trata de personas, la tala ilegal o inmoderada, y la pérdida de la lengua náhuatl
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En Cuauhtotoatla se encuentran los barrios de San Isidro Buen Suceso, San Nicolás y Canoa, situados en las faldas de la Matlalcueyatl, principal zona boscosa de Tlaxcala.
Para Romero, toda lengua tiene un territorio, un cuerpo que da nombre a su memoria, y “en Cuauhtotoatla seguimos resistiendo ante el despojo disfrazado de apropiación cultural.
Exterminación disfrazada de integración
El Estado-nación, apuntó el maestro, en su imposibilidad de exterminarnos materialmente, ha optado estratégicamente por la integración cultural. Ese proyecto de mestizaje ha implicado la desindianización del país, que impone una homogeneidad no sólo lingüística, sino también de prácticas y conocimientos que han exterminado mundos enteros, lenguas y conocimientos. Sobre todo desde la castellanización forzada, una política que, a través de la escuela y el arte, promueve una ideología nacionalista
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Las autoridades oficiales nos preguntan: ‘¿para qué sirve, qué valor tiene hablar una lengua indígena hoy?’ Ellos querían que fuéramos nosotros mismos quienes contestáramos; sin embargo, para nosotros esa pregunta tiene un carácter colonial”, continuó Romero.
“Es como si nos preguntaran: ‘¿para qué sirve respirar, ver, oír, sentir, comer?’ Para un hablante nativo no tiene mucho sentido esa pregunta. Es como si preguntaran: ‘¿por qué las plantas vuelven a crecer después de un gran incendio?’ Sólo seguimos hablando nuestra lengua, sólo seguimos viviendo nuestra lengua. Ahora nos preguntan por qué es importante hablar en totlahtoltzin. Antes se preguntaban si teníamos alma, después que si podíamos entender, que si podíamos ser buenos esclavos; ahora la cuestión más bien es cómo les puede beneficiar nuestra lengua.”
Para Romero, en estos 500 años aprender español en México, fue entender que somos despreciados, que lo que decimos está mal y que hay una especie de vergüenza lingüística
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De ahí que “en las reuniones con los abuelos y abuelas –quienes nos contaban de sus experiencias– empezamos a conformar el libro, el cual se fue ampliando a otras comunidades del país y de otras naciones, replanteando la pregunta original: ¿cómo les puede beneficiar nuestra lengua?, porque nos damos cuenta de que dependiendo de que la consideraren importante, la utilizan para sus políticas oficiales”.
Las iniciativas recientes como la celebración del Año Internacional de las Lenguas Indígenas, en 2019, por la Organización de Naciones Unidas, y el anuncio del Decenio de las Lenguas Indígenas 2022-2032, resultan ser actos y conferencias para ganar legitimidad
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Las lenguas del diablo... propone una reconstrucción del mundo indígena e intenta incidir para que cambie cierta política colonialista que produce una falsa alteridad, pues la realidad en los territorios de las comunidades indígenas es otra
, concluyó Romero.
Con prólogo y compilación del investigador José Ángel Quintero Weir, los interesados en adquirir el libro pueden escribir al correo: tumbalacasaediciones@gmail.com
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