domingo, 1 de noviembre de 2020

Todos se miran, pero nadie se toca en el Festival Internacional de Cine de Morelia


Enviado
Periódico La Jornada
Domingo 1º de noviembre de 2020, p. 7

Morelia, Mich., Muchas vibraciones de sentimientos. Miradas magnéticas se perciben arriba, detrás, al fondo de los cubrebocas; claro, si se aguza la observación y se escudriña con fijación. Nadie se reconoce a primera vista, pero al mismo tiempo todos saben que están ahí para lo mismo. Aunque al principio no se atine quién emite la modulación vocal, el oído combinado con la retentiva poco a poco encuentra rostros para todas las voces. Durante la realización presencial del lánguido Festival Internacional de Cine de Morelia 2020, todos se miran pero nadie se toca.

Los recuerdos de las atestadas 17 anteriores ediciones del Festival Internacional de Cine de Morelia parecen espectrales en la memoria. Como si al entrar en su mayoría de edad, al volverse adulto, el festival hubiera cambiado. Como si el bicho que azora el mundo se concentre en apabullar este festival, ensañarse con su realización, aunque, se sabe, la saña es más o menos la misma en todas partes. Pero, ¡carajo!, en época de festival de cine de Morelia duele más, el dolor es más profundo.

El dañino germen y la cotidianidad en las escasas 10 manzanas donde se desarrolla el Festival Internacional de Cine de Morelia ganan terreno; su realización es casi invisible por el trajín diario de la ciudad. La salud es lo primordial, dijo uno de sus directivos.

Incluso las resguardadas salas del Cinépolis Centro Histórico, foco neurálgico del festival, lucen deprimentes, como zona fronteriza. Con vallas metálicas formando pasillos se trata de nulificar al polizón invisible con gel y termómetro digital.

Es notable la ausencia de los espectadores que se congregaban para ver la pléyade de la figuras cinematográficas que el festival les acercaba en otros años. Sólo algunos pocos se atreven a arrimarse a las vallas para adivinar algún rostro encubierto de algún famoso serpenteando los improvisados pasillos.

Los contados asistentes a las películas del festín cinematográfico se diluyen y entran a cuentagotas. Hacen fila. Se detienen. Se les aplica gel. Se les toma la temperatura. Se acomodan los cubrebocas. Expulsan aire y se concentran en la espalda de quien tienen enfrente. Ya en el umbral de las salas, se les vuelve a tomar la temperatura y se tienen que aplicar, de nueva cuenta, gel antibacterial. La butaquería de las salas ha sido fragmentada, dos espacios vacíos por dos a ocuparse. Algunos temerarios compran palomitas, café o refrescos para simular la normalidad de la experiencia cinemática.

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▲ Pocos se atreven a acercarse a las vallas para tratar de adivinar el rostro de un famoso tras el barbijo.Foto Jorge Caballero

Aunque los rostros de Kate Winslet y Saoirse Ronan cubran toda la pantalla con sus actuaciones en la cinta Ammonite, se percibe la exaltación de los nervios de los asistentes cuando se escanea en la penumbra la sala cine. Aunque por momentos, eso sí, la fábrica de los sueños traslada al público a los confines de una unidad habitacional para contarnos la historia contenida en Blanco de verano, ahí sí, no hay bicho que aqueje o por el cual preocuparse por el momento.

Incluso hay quienes elucubran si en esta edición se sacrificó al público local, pero la percepción es errónea. A diferencia de las anteriores ediciones, donde la demanda superaba por mucho la oferta, ahora las funciones del Festival Internacional de Cine de Morelia tienen asientos que se pueden ocupar. En el deambular, por lo tranquilo y reposado de las calles aledañas a las salas de cine, los morelianos no atinan a enterarse por completo de que hay festival.

Pero hay una certeza que flota en el aire, haya sido lo que haya sido, lo que provocó las causas de la contracción del Festival Internacional de Cine de Morelia, es mejor tenerlo así, disminuido, preferible a que no se hubiera realizado.

Así que a esperar a que pase esta abrumadora pesadilla, a que transcurran 365 días de plomo para poder estar juntos otra vez y celebrar como se debe un Festival Internacional de Cine de Morelia.

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