AMLO y Trump, ¡estupendos! // Enigmáticos entendimientos// Clave, el corredor transístmico //
Muropagado por México
Julio Hernández López
▲ Andrés Manuel López Obrador, virtual presidente electo, acompañado de Gerardo Esquivel y Carlos Urzua, ofreció una conferencia de prensa en la casa de transición, ubicada en la colonia Roma.Foto María Luisa Severiano
H
ay luna de miel entre Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump. El presidente de Estados Unidos, que respecto a otros países y políticos se ha comportado enfáticamente de manera necia, ventajosa, grosera e intolerante, se deshace en edulcorados comentarios respecto al tabasqueño que presidirá México.
A su vez, el político de los inusitados 30 millones de votos (30 mdv) se esmera en una reciprocidad pública, a tal grado que no se ahorró la declaratoria expresa de afinidades personales e históricas con el rubio multimillonario que hasta hace unas horas era uno de los personajes más repudiados por la opinión pública mexicana. Sin reparos, López Obrador ha equiparado: “En cuanto a lo político, me anima el hecho de que ambos sabemos cumplir lo que decimos y hemos enfrentado la adversidad con éxito. Conseguimos poner a nuestros votantes y ciudadanos al centro y desplazar al establishmento régimen predominante” (¿De verdad está desplazado en Estados Unidos “el establishment o régimen predominante”? ¿Cómo tomarán los demócratas estadunidenses este alineamiento de AMLO con Trump? Y, ¿si el magnate pierde su intento de volver a ser electo?)
Contra lo que se había manejado casi como una verdad histórica, una sentencia geopolítica inapelable, el gobierno de Estados Unidos pareció no tener mayor interés, durante el proceso electoral, en impedir que en México se asentara un gobierno progresista, populista o de centroizquierda, según se le quisiera clasificar. Ahora, a la luz de los hechos políticos, pareciera que la administración Trump vio con simpatía el ascenso electoral del creador del partido Morena.
La burbuja de felicidad binacional ha pasado por una llamada de media hora entre Trump y AMLO, que fue cordial y plena de acuerdos básicos, a diferencia de la sostenida con Enrique Peña Nieto (quien había sacrificado todo en aras de una buena relación con quien más de una vez se portó como patán con el ocupante de Los Pinos). Luego, una visita de alto nivel a la casa de campaña, ahora sede del gobierno federal virtualmente electo, con una condescendencia impensable, hasta en términos de protocolo y seguridad física de los visitantes. Un periodista del país vecino incluso aseguró que, en su círculo íntimo de trabajo, Trump se refería a López Obrador como
Juan Trump.
Y, ayer, la contundente confirmación lunamielera:
El nuevo Presidente (Andrés Manuel López Obrador), una persona estupenda. Conversé con él por largo tiempo en una llamada. Hizo un gran trabajo, un voto tremendo. Y tienen mucha confianza en él en México. Y eso es bueno. Estamos hablando de hacer algo muy impresionante, muy positivo para ambos países(https://goo.gl/TLpTqM ), dijo Trump.
Las palabras del presidente de Estados Unidos, tan rijoso en otras latitudes, se produjo al otro día de que el futuro secretario de relaciones exteriores de México, Marcelo Ebrard, dio lectura a la carta que AMLO envió a Trump por conducto de Mike Pompeo, el secretario de Estado que encabezó la comitiva estadunidense recientemente reunida con el tabasqueño y su equipo de trabajo.
En esa carta, López Obrador detalla, entre otros temas de política interior mexicana puestos a consideración del estadunidense, un punto de particular interés estratégico para Trump: la creación del corredor transístmico que dividirá al país desde Salina Cruz, Oaxaca, hasta Coatzacoalcos, Veracruz. Una especie de muro fronterizo como el que Trump ha prometido a su electorado que México terminará pagando: una barrera de contención del flujo migratorio centroamericano que sólo podrá avanzar hasta esa franja de
desarrollo económicoque desde ahora enfrenta críticas y oposición.
Rumbo a las elecciones presidenciales de 2020, cuando Trump buscará otros cuatro años de residencia en la Casa Blanca, los planes sureños de AMLO y Alfonso Romo pueden significar un alivio significativo en cuanto a la relación de Donald con la base de origen mexicano. Nada en política es gratis, menos en la visión global del país que no tiene amigos, sino intereses.
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