Horizonte
ciudadano
Rosa Esther Beltrán Enríquez
1 de mayo del 2015
Hoy es el Día
Internacional del Trabajo. Mundialmente
se ha convertido en un día que evidencia la indignación y el desastre que vive
la clase trabajadora y su hartazgo ante la violencia, la precariedad laboral,
el desempleo, el subempleo y los ínfimos salarios de la mayor parte de quienes
aún reciben una remuneración regular.
Las marchas mundiales,
las protestas, las denuncias sirven de poco, pero no hay que abandonarlas
porque el sindicalismo corporativista está al servicio de los gobiernos y los empresarios, los líderes se enriquecen con
las cuotas sindicales pero hacen muy poco o nada por mejorar los salarios de
sus agremiados.
En Coahuila los hechos
contradicen de manera contundente los dichos del gobierno de Rubén Moreira ya
que según las cifras del INEGI, la entidad se encuentra por encima de la media
nacional de desempleo que es de 3.9 por ciento, cuando la estatal es del 5.5
porcentual, ocupando el 5° lugar en desocupación.
Moreira II pregona a
voz en cuello que en su administración se han creado miles de empleos; en su
3er Informe aseguró que, “se han creado más empleos que en cualquier otra
administración” 86 mil empleos (Vanguardia 30-11-14) según él, aunque ya
sabemos que lo que mejor se le da a don Rubén es mentir. De manera que de ese
reciente privilegio del trabajo, nacido de un antiguo derecho, cada vez son
menos los que lo disfrutan, así que puede ser que esta celebración pase a ser una
efeméride histórica. Alcanzar o
aproximarse a la plena ocupación y hacerlo con tasas de desempleo
estructuralmente bajas debe ser una prioridad, pero este estado parece haberse
rendido a este reto, porque mantener niveles de desempleo reducidos es una
obligación de primer orden en la mayor parte de las democracias modernas. Pero
hablamos de democracias, aquí se vive en una proto dictadura.
El verdadero trabajo
aquí es encontrarlo, buscar empleo implica recorrer kilómetros, esperar meses,
a veces años, entrevistas fallidas, currículos que acaban en la basura y al
final, con suerte, encontrar un trabajo basura, con un salario basura o bien
emigrar hacia la informalidad, que por cierto es la que predomina en este país, así que la economía de la informalidad es lo
formal porque representa
el 60 por ciento de la Población Económicamente Activa.
El trabajo, ese que está amparado por las leyes laborales con grandes
derechos como la limitación de la jornada, los días de descanso, las vacaciones
pagadas, la cotización para la generación de derechos futuros (pensiones, bajas
por enfermedad o accidente...) ese se va quedando en el pasado, ese es un sueño
que las generaciones futuras ya no conocerán porque la política económica del
neoliberalismo lo enterró.
Esta semana el Papa Francisco en una declaración contundente sobre la
equidad de género, llamó a poner fin a la brecha entre hombres y mujeres,
enfatizó que la discrepancia es un escándalo puro y que los cristianos deben
apoyar el derecho de recibir igual salario por el mismo trabajo. ¿Entienden
gobiernos, entienden empresarios?
Hoy Enrique Peña Nieto encabezará el regodeo y con el sindicalismo oficialista priista y
panista enaltecerá “la paz social” del
ámbito laboral y sus avances, pero sus cuentas alegres también son desmentidas
por la realidad.
Posdata
Jorge Zepeda Patterson, editorialista del periódico español, EL PAÍS escribió en uno de sus
textos: “El poder es una droga que sólo tiene efectos cuando es ejercido… Puedo imaginarme obscenamente enriquecido al ex gobernador de Coahuila,
Humberto Moreira, y al mismo tiempo profundamente infeliz por carecer del poder
que antes le permitía satisfacer caprichos estuviesen o no permitidos por la
ley”. Que se entere el gran cínico que su corrupción no es olvidada.
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