Burhanuddin Rabbani, que dirigía el Consejo Superior para la Paz, fue presidente de Afganistán entre 1992 y 1996
DAVID ALANDETE | Washington 20/09/2011
En su campaña de acoso a las instituciones legítimas de Afganistán, los talibanes han matado hoy al expresidente del país Burhanuddin Rabbani, clérigo conservador de etnia tayika que recientemente tenía encomendada la tarea de negociar acuerdos de paz con los insurgentes. Su asesinato se ha producido durante el viaje del presidente Hamid Karzai a Estados Unidos, donde participa en la Asamblea General de Naciones Unidas, y supone un duro golpe a la reciente estrategia de éste de acercamiento a los talibanes, de cara a la salida total de las tropas norteamericanas del país, dentro de tres años.
Rabbani, nacido en 1940, era líder de una de las siete facciones muyahidines que, en los años 80 del siglo pasado, se opusieron a la invasión soviética de Afganistán. Tras ésta, en 1992, él ascendió a la presidencia, para ser derrocado cuatro años después por los talibanes. Más recientemente, apoyó a Hamid Karzai en su toma de poder, tras el inicio en 2001 de la guerra norteamericana. Rabbani se hallaba reunido hoy con dos líderes talibanes cuando su residencia en Kabul ha sido atacada por un suicida que escondía explosivos en un turbante, según oficiales afganos.
El ataque ha tenido lugar a escasas manzanas de donde se halla la embajada de EE UU, bombardeada hace una semana por los terroristas del clan Haqqani, aliados de los talibanes. El expresidente asesinado hoy ocupó el liderazgo del llamado Consejo de la Paz, de 68 miembros, hace un año, cuando Karzai le encomendó incluir a los talibanes a las negociaciones de reconstrucción del país.
Recientemente, esos insurgentes habían respondido positivamente a esa oferta, con algunos comunicados en los que se referían indirectamente a la posibilidad de entrar en el juego político una vez se replieguen las tropas norteamericanas, algo que por orden del presidente Barack Obama ocurrirá en 2014. Hay en este momento 101.000 soldados norteamericanos en Afganistán.
Histórico líder muyahidín
Rabbani estudió en Egipto en los años 60. Allí entró en contacto directo con la organización de activismo islámico de los Hermanos Musulmanes, con cuyas ideas regresaría a Kabul en 1968. Llegó a liderar un partido acorde con ese ideario, Jamiat Islami, que contaba con una organización hermana en Islamabad. Al principio de su carrera política, Rabbani contó con el apoyo del ISI, el poderoso servicio de inteligencia del gobierno paquistaní, de quien EE UU sospecha que protege a insurgentes afganos.
Con aquellos apoyos paquistaníes, Rabbani fue uno de los primeros muyahidines en oponerse a la invasión y al gobierno prosoviético de Mohamed Najibullah, que gobernó Afganistán entre 1986 y 1992. Tras la caída de éste, Rabbani pudo ser presidente porque selló una alianza con otro líder muyahidin, el popular Ahmed Shah Masud, moderado, políticamente más cercano a Occidente, y que acabaría siendo uno de los líderes más emblemáticos de la resistencia contra los talibanes hasta 2001.
Masud fue ministro de Defensa del gobierno de Rabbani. Aquel periodo fue el único en el siglo XX en que un gobierno de Afganistán fue ocupado por tayikos, la segunda etnia del país en importancia, y no por pastunes, el grupo más numeroso, arraigado en las provincias del sur, y más favorable al control Talibán. Masud murió asesinado por los talibanes dos días antes de los atentados contra Washington y Nueva York del 11 de septiembre de 2001.
Se complica la retirada de EE UU
Rabbani nunca se acercó a los poderes occidentales, como hizo Masud, y mantuvo relaciones cordiales con otros líderes muyahidines. Éstos acabarían dividiéndose en dos campos durante el gobierno Talibán, entre 1996 y 2001. Algunos, como Gulbuddin Hekmattyar, se pasarían al bando fundamentalista y sellarían alianzas con Osama bin Laden y Al Qaeda.
Otros, como el propio Rabbani, acabarían consolidando una oposición en las provincias del norte, de etnias eminentemente tayikas, uzbekas y hazaras. Entre 1992 y 2001, de hecho, Rabbani fue el líder nominal de la llamada Alianza del Norte, con la que EE UU se coaligaría militarmente para expulsar a los talibanes en 2001. Entonces, otros líderes más jóvenes, como Karzai, tomaron las riendas de la Alianza.
El acercamiento entre rebeldes talibanes y el gobierno de Kabul es una de las últimas esperanzas de paz en Afganistán, y un resorte de especial importancia para la Casa Blanca, que quiere ver signos de pacificación en el país antes de la retirada de las tropas, que ha comenzado este verano. Ese objetivo, sin embargo, se ha convertido en una misión imposible, dados los ataques como el de hoy.
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