*“Y nos vamos a nada, limpiamente como las plantas”, escribió en su poema Despedida
*Se rendirá un homenaje póstumo al escritor, anuncia el Instituto Nacional de Bellas Artes
Armando G. Tejeda (Corresponsal)
Madrid, 30 de julio. El poeta y dramaturgo Alejandro Aura murió hoy en el hospital universitario de La Princesa, de Madrid, alrededor de las cuatro y media de la tarde, víctima de un cáncer de pulmón que le fue detectado hace tres años.
No obstante que los médicos pronosticaron “tres meses de vida como mucho”, como él mismo contaba, Aura vivió con las molestias típicas de esa enfermedad, pero también con la pulsión poética viva, con la sensibilidad artística ávida de nuevos hallazgos literarios e intelectuales, y rodeado del cariño y del afecto de familiares y amigos. Sus cenizas viajarán a México, por disposicón expresa del escritor.
Nacido en la colonia Obrera de la ciudad de México en 1944, Aura abrigó la palabra desde muy joven, ya sea como poeta urbano que cantaba a la metrópoli sus miserias y virtudes, que como estudiante comprometido con los ideales de la libertad, la democracia y la justicia.
Lo caracterizó su pasión por las letras, ya sea mediante la poesía, el teatro, el ensayo, el cuento o la novela. Asimismo, su activismo político tuvo su momento más crítico en los años 60, cuando participó de manera activa en el movimiento estudiantil de 1968.
Aura vivía en Madrid desde hace ocho años, cuando fue nombrado director del Instituto de México en España, lo cual le permitió descubrir sus dos últimas pasiones: la ciudad que lo acogió y Milagros, la mujer con quien compartió sus últimos días. A pesar de vivir el “otoño” de su vida o, más bien, quizá por eso, el poeta intensificó sus reflexiones hasta el límite de sus fuerzas.
Él mismo, consciente de que la muerte estaba próxima, dejó escrita en su página web (http://www.alejandroaura.net/) su despedida y, considerándose poeta antes que nada, lo hizo en verso, en el poema titulado Despedida: “Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,/ pedir los abrigos y marcharnos,/ aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo/ y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;/ se quedarán los demás, que cada vez son otros/ y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,/ también el hueco de nuestra imaginación se queda/ para que entre todos se encarguen de llenarlo,/ y nos vamos a nada, limpiamente como las plantas,/ como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo/ y luego, sin rencor, deja de estarlo”.
En el momento de su muerte también estuvo acompañado de su hija María, la más pequeña, que tuvo con la escritora Carmen Boullosa.
El último viaje de Aura será de regreso a México, a su ciudad, a su colonia Obrera, a su barrio de Coyoacán. Sus cenizas volverán, pero su palabra y sus reflexiones sobre los pormenores de su enfermedad permanecerán en su página web.
Por otra parte, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) anunció un homenaje póstumo a Aura, cuyos detalles dará a conocer con posterioridad, reportó la agencia Notimex.
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