Era dramaturgo, poeta, escritor, guionista, actor, gestor cultural, promotor de lectura, y finalmente bloguero sin descanso... Alejandro Aura, mexicano de 64 años, falleció en Madrid el miércoles. Con entereza, sobrellevó la enfermedad terrible del cáncer, y tanto se sobrepuso a ella y a su dolor que siguió adelante con su activísimo blog (http://www.alejandroaura.com/). Hasta el mismo día de su muerte hay una entrada que tituló Despedida.
Escribe Aura: "Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,/ pedir los abrigos y marcharnos,/ aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo/ y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;/ se quedarán los demás, que cada vez son otros/ y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,/ también el hueco de nuestra imaginación se queda/ para que entre todos se encarguen de llenarlo,/ y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,/ como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo/ y luego, sin rencor, deja de estarlo".
Bloguero frecuente, poeta diario y a diario, contó Aura incluso su padecimiento final, su herida ya irreversible. Fue el día anterior, el 29 de julio: "Aviso. Queridos todos, nos tuvimos que encerrar en el hospital. No teníamos Internet y se me perdió por completo el orden del pasar del tiempo. Por fin Milagros [su mujer] lo conectó. Mañana les contamos cómo anda la cosa".
El ánimo pudo menos que el mal, y el mal se llevó a Alejandro Aura junto a su hija, a su mujer, y junto a los versos que escribió incesantemente. Escribió e hizo escribir. En Madrid, donde vino como director del Instituto de España en México, organizó recitales, conciertos, conferencias, presentaciones de libros, actividades teatrales... Era un hombre sin fin, de una vitalidad enorme, lo que añadió sentido colectivo a su generosidad ilimitada, abierta. Y era un hombre alegre, se le veía.
Entrada en su 'blog' el 27 de julio
Por eso estremece aún más cómo narra su inmitigado dolor del final, en esta entrada del 27 de julio, cuando ya arreciaba la tempestad que fue preludio del final: "Domingo del perdón. Hay días en que el ramalazo es tan fuerte que no sabe uno cómo esquivarlo, y eso me pasó ayer: me vino de pronto un malestar profundo por dentro y por fuera, dolores, incomodidades, tensiones, tristeza (mucha), desesperanza, y todo se juntó en un haz de porquería de comportamiento que hizo mucho sufrir a Milagros porque la pobre no sabía qué hacer, cómo contentarme, cómo ayudarme a encontrar algún alivio. Hoy le pido perdón por escrito, porque me cae que no se lo merece".
Aura nació en Ciudad de México, en el seno de una familia humilde. Las crónicas cuentan que fue muy activo (también entonces) en la lucha estudiantil mexicana de 1968. Fue, en su tierra, promotor cultural, dramaturgo, director del Instituto de Cultura de México en España. Y poeta.
Él estaba muy orgulloso de esa actividad de trovador, a la que convocó siempre, como un rapsoda y como un eco. Entre sus libros de poemas están Cinco veces la flor,Volver a casa, Alianza para vivir y Poeta en la mañana.
Estuvo casado con la escritora Carmen Boullosa, con la que tiene una hija, María. A Milagros, su actual mujer, la conoció en su destino madrileño, adonde llegó hace ocho años. Sus cenizas viajarán a México, donde quiso quedarse para siempre Alejandro Aura.
El País
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