18 de junio del 2014
Miguel Alonso Rivera*
Los paisajes que cobijaron al "Chapo" de niño, son profundos y eternos: se encuentran en los pueblos, rodeados de montañas, de Badiraguato. La grandeza del ser humano le da inmensas posibilidades de crecer a pesar de la adversidad, pero en estos horizontes para muchos no ha existido esa esperanza. En estos caminos de acantilados pedregosos y accidentados, los senderos de la sierra atraviesan bosques y montañas donde la miseria es una estampa histórica, a la que durante mucho tiempo nunca llegaron las oportunidades ni la educación.
A cierta distancia del monte claro, coronado de pinos silvestres que también se alzan en las cumbres, se observan viviendas de adobe que ocultan pudorosas su desnudez detrás de los árboles, los caseríos desparramados y algunos pueblos desiertos. Ahí están las sombras de los que se han ido. La Tuna es el pueblo donde nació el Chapo Guzmán. Desde los cuatro puntos cardinales se observa la majestuosa finca color naranja donde vive su mamá. El pueblo tiene dos caminos de terracería de entrada y de salida. Quizás, con tantas limitantes, la esperanza de esos susurros que podrían haber convertido la historia de su vida en algo diferente, nunca llegaron.
En el camposanto, se encuentra la Cruz del Perdón. Como todos los panteones que se ven a orillas de caminos pletóricos de esplendor natural, tiene en su entrada la Cruz del Perdón. Es una especie de tumba sin nombre donde la gente visita a sus muertos perdidos o enterrados en otro lugar.
A nosotros, como viajeros, nos recuerda por eso, también, a aquellos seres humanos cuyas vidas pudieron ser diferentes y se perdieron por los caminos equivocados.
En estos horizontes conocimos hace un par de años a Manuel Álvarez, quien como casi toda la gente de la sierra, ama sus raíces. Líder natural que conoce a la gente de su tierra. Fue síndico de San Luis Gonzaga, conocida como La Tuna, cuna de el Chapo Guzmán.
Manuel nos platicó, en su momento, que los proyectos productivos no llegan allí, “los vemos en otras partes, incluso donde no existe la pobreza en los niveles que allí se observan. Necesitamos gobiernos que realmente entiendan a las personas que vivimos en la más alta marginación, gobiernos que se acerquen y que busquen políticas flexibles para nosotros”. Manuel llevó la educación a Santa Gertrudis, un pequeño pueblo que no aparece en la cartografía ni en las estadísticas del INEGI, enclavado en la región geográfica conocida como el Triángulo del Narcotráfico. Para esos niños ya existe el susurro de la esperanza.
“Me da tristeza cuando los líderes de la educación responden: ‘A la sierra no mandamos instructores porque hay mucha inseguridad’. No estoy de acuerdo. La inseguridad está en todas partes y somos nosotros los que debemos procurar el cambio. La inseguridad no se va a resolver si hay hambre, solamente alcanzaremos la paz con educación y oportunidades. Ojalá nos escuchen”, declaró clavando con firmeza sus ojos claros en el rostro del reportero.
Un susurro entre las rejas
-Yo soy Noé Hernández, y estoy preso porque violé y maté a dos niñas. Así se presentó el compañero de prisión, conocido por sus alias como “el Chacal de Pachuca” y “El Gato”, con el periodista Jesús Lemus.
Jesús Lemus, director de El Tiempo, periódico de La Piedad, Michoacán, investigaba las redes de un cártel del narcotráfico entre Michoacán y Guanajuato, cuando fue entregado a unos policías vestidos de civil por una de sus fuentes: un comandante de la policía de Guanajuato. Lemus estuvo recluido en el Penal de Máxima Seguridad de Puente Grande, en Jalisco, tres años, de 2008 a 2011, acusado de tener vínculos con el narcotráfico, hasta que fue exonerado por falta de elementos por un juez federal y escribió el libro “Los Malditos”, crónica negra de las conversaciones, de las historias oscuras, de los más famosos delincuentes de México.
Noé Hernández fue quien le dijo a Lemus que “el Chapo” Guzmán escapó de Puente Grande, el 19 de enero de 2001, vestido de policía, por la puerta principal, sin disparar un solo balazo y no escondido en un carrito de lavandería, según la versión oficial. 13 años después, el 22 de febrero de 2014, El Chapo Guzmán fue capturado en Mazatlán. Actualmente se encuentra recluido en el Penal de Alta Seguridad del Altiplano, ubicado en el municipio de Almoloya de Juárez en el Estado de México.
Noé le platicó a Lemus sobre el liderazgo del Chapo Guzmán dentro del penal. “El Jefe de Jefes”. Sobre su generosidad y su Don de gentes. Sobre los conjuntos musicales y el alcohol tras las rejas. El control que tenía al interior para decidir sobre cualquier asunto, incluyendo la comida y la visita íntima. La disciplina y el lado humano de uno de los criminales más famosos del mundo, de un hombre acostumbrado a mandar.
A pesar de que Noé Hernández no era bien visto por los demás presos, quienes lo agredían por violador y homicida, a partir de que llegó a Puente Grande, El Chapo no dejaba que le pegaran. “Yo sentía que no me aceptaba bien, y que más bien me ayudaba a lo que le pedía por pura lástima”.
Estaba encarcelado también un capitán del Ejército que ya había golpeado a Noé y amenazó con violarlo.
“El Chapo lo mandó traer y frente a mí le dijo que no quería saber que me volviera a pegar, porque si me golpeaba iba a hacer que se lo llevaran de la cárcel a las Islas Marías. Y le dijo algo que sólo una vez escuché y que no se me olvida:
“Esta cárcel es mía y aquí las reglas las pongo yo, y no quiero que nadie altere el orden.”
Después de esa entrevista, no lo volvieron a molestar.
Noé le narra a Lemus: “Una vez que quise contarle cómo violé y maté, él me dijo que mejor no deseaba saber, porque también tenía niños chiquitos”.
El Chapo Guzmán acudía a consulta psicológica dentro del penal. En una ocasión, mientras hacían tiempo para que saliera otro interno del consultorio, el Chapo platicó con Noé. Cuando Noé le dijo que su sentencia era de 35 años por cada homicidio, el Chapo le dijo que tenía buen rato para leer y le recomendó que se pusiera a estudiar.
“No seas tonto –le dijo el Chapo a Noé-, remedia tu vida, para que Dios te perdone lo que has hecho, trata de leer mucho. Te recomiendo un libro que se llama «El hombre que susurraba al oído de los caballos», es una historia que te va a gustar”.
Noé le contó a Lemus que después comenzó a solicitar ese libro en la biblioteca pero siempre estaba ocupado, y luego un día llegó la maestra de la biblioteca y le dijo:
“Noé, aquí le mandan este libro, me pidieron que se lo entregara. Es un libro muy bonito que le manda el señor Guzmán”. Después me arrimé a decirle al Chapo que estaba muy agradecido, y sólo le dio risa cuando se lo agradecí, no externó una sola palabra. Todavía tengo ese libro aquí, entre mis cosas, y me lo sé de memoria; si quieres –le dijo a Lemus- te lo platico para que veas que es una historia bien bonita”.
*El autor es periodista de Sinaloa, México.
Trabajo publicado en el periódico El Sol de Sinaloa el 28 de abril de 2014 y reproducido con permiso del autor.
E-mail: correo@miguelalonsorivera.com
Twitter: Miguel_A_Rivera
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