Juan Monrreal López
Septiembre 3 de 2008
Torreón, Coahuila.- El 25 de septiembre de 2005, Humberto Moreira Valdés, fue elegido gobernador de Coahuila, en una meteórica carrera política. En el camino, despedazó por la vía de los votos a sus contrincantes, pero también a la educación.
Los sufragios costaron caros al aprendizaje de los niños y jóvenes de Coahuila. Fueron ellos, quienes al final de cuentas pagaron la carrera de Humberto Moreira, hacia la gubernatura.
Desde que Humberto Moreira Valdés, apareció en el universo de la educación coahuilense, su estrategia fue depredar pesos y centavos para agrandar su peculio, pero sobre todo, para darle cohesión a la mafia que lo sentó en el Palacio Rosa de Saltillo.
Humberto Moreira, no es el primer caso de encumbramiento gubernamental con el uso de recursos públicos. Los políticos mexicanos, en especial los priistas, disponen de los medios oficiales para pagar sus ambiciones privadas.
Lo verdaderamente anómalo en el encumbramiento del clan Moreira (Rubén, Carlos, Álvaro, Iván, Elisa, Montserrat), es que el dinero proveniente de la enseñanza, sirvió como plataforma de despegue económico, laboral, pero sobre todo, de instrumento de poder.
Otra patología del moreirismo, la retrata, ser el primer personaje que para apuntalar el proceso de posicionamiento de su figura, de su familia y de su mafia política, obtuvo los recursos de las partidas destinadas a la educación, pero lo que es peor, de aquellos sectores del mundo educativo con mayores carencias; el Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) y el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA).
Bueno ni siquiera su guía Elba Esther Gordillo Morales, se estructuró en Chiapas, una carrera gubernamental como el propio Humberto.
Con las nóminas del INEA, Humberto Moreira Valdés, cubrió los salarios de quienes operaron la estructura electoral paralela al PRI, que levantó en todo el estado. Con ese dinero, contrató lealtades, especialistas del fraude educativo, pero también sacó de la medianía económica a los profesores y profesionistas que se confabularon con él, en contra de la educación coahuilense.
Así, el grupo de moreiristas, adquirieron residencias, ranchos, casas de campo, bienes que no podrían justificar con los pagos de nómina.
Con toda una vida de imposturas, desde los discursos hasta los hechos, Humberto Moreira Valdés, con dinero a manos llenas, ahora apuesta a los medios de comunicación para erigirse en efigie de algo que no es.
Sus panegiristas como Luis García Abusaíd, jefe técnico de su gabinete, que antes fuera “crítico” de los excesos de poder desde los espacios del periódico Palabra, perteneciente al grupo Reforma; ahora ubica al ejecutivo depredador de la educación coahuilense, a nivel de Don Benito Juárez García; y los medios que antes apostaron por el ex gobernador, Enrique Martínez y Martínez; como por el ex secretario de gobierno, Raúl Sifuentes Guerrero; ahora aplauden las ocurrencias de baile que el saltarín Humberto Moreira realiza para vincularse al sentir de las masas populares, mientras que en lo oscurito, depreda los recursos públicos que bien podrían canalizarse a verdaderos programas de despegue popular, no a la compra de conciencias transitorias, que sirven para arrancar los votos del ciudadano marginado por el sistema que Humberto Moreira representa.
Demócrata Norte de México, rescata este texto que fue publicado en su número 89 del 31 de agosto del 2003, que recurrentemente es colocado en la red por ciudadanos que buscan desenmascarar a un gobernador embustero, pero que además, sigue vigente; no sólo porque Coahuila, se encuentra entre los estados con mayor número de profesores comisionados irregularmente, o porque exista una investigación pendiente en la PGR; también porque los hampones moreiristas siguen saqueando las arcas públicas, mientras sus peculios crecen de manera exponencial.
He aquí el texto de aquellos días.
Humberto Moreira Valdés, alcalde de Saltillo, Coahuila, consumó el fraude educativo más grande en la historia del país. Oscuro profesor normalista, no tuvo el mínimo civismo para torcer con fines políticos las estructura educativas de la Comisión Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) así como del Instituto Nacional de Educación de los Adultos (INEA), con el propósito de engañar a la Secretaría de Educación Pública (SEP) con los números y los avances en la alfabetización y certificación de los adultos de Coahuila.
Deformar las estructuras educativas tuvo un fin: levantar una armazón electoral priísta que posteriormente puso a disposición de Enrique Martínez y Martínez, quien lo premió con la Secretaría de Educación Pública de Coahuila (SEPC).
Con hampones disfrazados de coordinadores educativos, Moreira Valdés estructuró casas de llenado de exámenes para repartir a manos llenas certificados del INEA, a tal grado, que en muchos de los casos los documentos oficiales no se entregaron a quienes se asentaban como estudiantes en esos diplomas. Los títulos fueron a parar a los basureros municipales.
Fue así como cada mes de 1997 y 1998 Coahuila apareció como “puntero” en el número de alfabetizados. Corrían entonces los tiempos en que Rogelio Montemayor gobernaba el estado.
Como delincuente, Moreira Valdés contrató a universitarios priístas, siempre y cuando fueran o hubieran sido coordinadores de seccionales tricolores. La urgencia era construir guaridas con gente de confianza, para resolver los exámenes de los supuestos alumnos.
La filosofía era simple, se trataba que todos los “moreiristas” ganaran, menos la educación.
El coordinador regional recibía estímulos por los “avances” en las matrículas de los alfabetizados, el coordinador de sector, los asesores, igual. Bueno, hasta los ciudadanos que entregaron sus fotografías sin asistir a los pruebas recibían una paga de cien pesos, al fin y al cabo eran “compañeros de partido”.
Esta es parte de la historia de quien quiere ser gobernador y en realidad debiese ser investigado a fondo, y no sólo por lo que puede ser el fraude educativo más grande de la historia, sino por haber engañado al país; al margen de que los recursos de la educación fueron destinados claramente a las campañas proselitistas del PRI.
Una auditoría educativa y financiera al INEA de la época de Humberto Moreira comprobaría la estafa.
Aquí está un buen candidato, pero para las pesquisas de la PGR que, por cierto, ya lo investiga.
Por Juan Monrreal López.
Saltillo, Coahuila.- La carrera política del alcalde de Saltillo, Humberto Moreira ha sido apuntalada con ilegalidades y fraudes educativos.
Oscuro como profesor, este burócrata magisterial encontró en su mentor Gilberto Guevara Niebla el apoyo para empezar a escalar sus primeros nombramientos en el Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE), desde donde saltó a la coordinación del Instituto Nacional de Educación para los Adultos (INEA) en Coahuila.
Ávido de poder, Moreira Valdés estructuró una dependencia eficaz para otorgar certificados de primaria y secundaria, hasta para los que no lo solicitaban. El aprendizaje poco importaba, pues sólo interesaba registrar altos números de alfabetizados, para que su jefe, Rogelio Montemayor Seguy, lo premiara.
Como hampones, buscaron en las colonias de Torreón, Saltillo, Monclova -en realidad en todo el estado-…, a los coordinadores de los seccionales priístas que tuvieran grados universitarios, para construir el más grande fraude educativo del INEA de Coahuila y muy seguramente del país.
Así, mes tras mes, el involucrado en el Pemexgate se tomaba la foto con el desfachatado delegado del INEA, que presumía los avances de las campañas de certificación de adultos, a todas luces fraudulentas.
Por eso, Humberto Moreira se sentía desde esas fechas con derechos para exigir la presidencia municipal de Saltillo o cuando menos, una diputación local, puestos que a la postre le fueron negados por Rogelio Montemayor. Moreira Valdés se rebeló con berrinches y, contra los deseos de Montemayor Seguy, decidió apoyar a Enrique Martínez y Martínez en la contienda interna del PRI, motivo por el que fue echado de la administración montemayorista.
Certificaciones, números increíbles de Moreira Valdés
Apenas terminó 1997, Humberto Moreira mandó imprimir al reverso de sus tarjetas de presentación los “logros” alcanzados en la certificación nacional de los adultos. Primer lugar en diplomas entregados 51 mil 323 -muchos de ellos de estudiantes ficticios- que colocaron al estado en la “punta” de la tarea educativa del INEA.
Ni siquiera el Distrito Federal pudo acercarse un poco a la fraudulencia educativa que cometió el hoy alcalde saltillense. La capital del país sólo certificó 27 mil 781 personas, apenas el 54 por ciento de los titulados en Coahuila, y eso que tiene cinco veces más población.
El propio Estado de México, con ocho veces más habitantes que Coahuila, documentó 12 mil 848 adultos, escasamente el 25 por ciento de los diplomas que orondo elaboró en las casas de los promotores este aspirante a gobernar el estado.Petulantes y cursis las tarjetas de presentación señalaban: “El logro del estado de Coahuila equivale a la suma de 13.4 entidades y en porciento aporta el 17. 2 por ciento. Nota: No incluye alfabetizados.”
Por supuesto que las tarjetas no especificaban cuantos de estos aprobados nunca fueron a los cursos; simplemente porque muchos de ellos estuvieron o asistían al sistema escolarizado o simplemente porque su participación sólo llegaba hasta cobrar sus cien pesos, por las fotografías entregadas para los diplomas.
Las Plantillas para certificar fantasmas
Convencido de jugar el papel de “hijo del pueblo”, Moreira Valdés quiso granjearse el calor y los favores políticos de Rogelio Montemayor.
El PRI había perdido las elecciones intermedias en Coahuila y las principales ciudades quedaron en manos blanquiazules, pero además, los tricolores se quedaron sin el dinero de los municipios para apoyar al PRI y sus estructuras. La desbandada de los seccionales priístas y de los comités municipales se dieron en cascada. Los promotores del PRI se acercaron a Acción Nacional que raudo aceptó la incorporación de sus antiguos contrincantes.
Por eso, Humberto Moreira decidió utilizar todo el peso económico que representaba la estructura del INEA para reconstruir al PRI. Becas, cursos, premios económicos para todos, sólo fueron el pretexto para construir una esqueleto electoral priísta que le sirviera a él en primer lugar. De hecho, el PRI se trasladó al INEA, baste revisar sus nóminas.
Sin embargo, los compromisos amenazaron con devorar este plan, pues cada vez eran más necesarios y abultados los recursos económicos que la organización partidista disfrazada de promotora de certificación de los adultos necesitaba para sobrevivir.
Así, Moreira Valdés dispuso casas de llenado de exámenes para obtener dinero que sostuviera a los futuros operadores electorales. De esta manera fue que las plantillas de llenado de exámenes proliferaron hasta llegar a las manos de los coordinadores de seccionales del PRI, quienes con descaro, subarrendaron manos en las colonias “amigas” para responder los exámenes de certificación.
La tarea no era complicada, más aun cuando se tenían las respuestas en las plantillas que Humberto Moreira ordenó repartir.
Los primeros meses de 1998 fueron afiebrados para este fraudulento exsecretario de Educación Pública del estado. Las plantillas de enero, febrero y marzo de 1998 sirvieron para seguir apareciendo en el primer lugar nacional de certificación, aunque los diplomas no tuvieran estudiantes y, por lo mismo, fueran a parar a los basureros municipales de todo el estado. ¿A quiénes iban a interesar estos papeles oficiales que no tenían estudiantes?.
“La fórmula era fácil, llenabas los pruebas, te pagaban y te daban premios. Entonces, sólo nos dimos a la tarea de llenar y llenar, con base a las plantillas. A mi me fue bien. Hasta mis hijos de primaria le entraron a rellenar los exámenes, fue un negocio redondo para todos”, resume un excoordinador del INEA de la época de Humberto Moreira.
Rogelio Montemayor corrió a Moreira Valdés del INEA por traición
Todo era miel sobre hojuelas para Humberto Moreira, hasta que pensó que podría exigirle a Rogelio Montemayor una posición de elección popular. Fue a mediados de 1998, cuando creyendo efectivamente ser el “hijo del pueblo” -como le gusta que lo nombren-, pensó que podría desafiar al entonces gobernador. Pero aun con la estructura electoral que había levantado con los recursos del INEA, Montemayor Seguy pidió su renuncia, y todo el sueño de rebeldía de Moreira Valdés se apagó.
Rabieta de por medio, Moreira se retiró a su casa y desde allí cultivó su acercamiento con Enrique Martínez y Martínez, quien lo convirtió en secretario de Acción Electoral del PRI, en los comicios en que el autócrata ganó la gubernatura.
De hecho, Humberto Moreira había estado confabulándose con Enrique Martínez y Martínez contra el precandidato preferido de Rogelio Montemayor, Jesús María Ramón Valdés. Eso, más las exigencias de querer figurar en la lista de candidatos, fueron el detonante para que lo corrieran del INEA, Instituto que torció totalmente de sus objetivos.
En la banca, Humberto Moreira confesó que de nadie recibió ayuda, que sus finanzas eran precarias, que no sabía dónde estaban sus amigos. De allí, de la fría banca política y presupuestal, Enrique Martínez y Martínez lo reincorpó a la política.
Urgido de apoyos, Martínez y Martínez lo metió a Acción Electoral del PRI con la esperanza de utilizar el armazón construido con recursos del INEA, tal como sucedió.
Enrique Martínez y Martínez se hizo de la gubernatura, luego, premió a Moreira Valdés con la Secretaría de Educación Pública de Coahuila (SEPC).
Las fobias políticas de Humberto Moreira
Pueril en la política, el “junior” del pueblo no pierde ocasión para expresar sus fobias políticas contra el secretario de gobierno, Raúl Sifuentes Guerrero y contra el senador Alejandro Gutiérrez, alias “La Coneja”.
De Raúl Sifuentes Guerrero dice: “Este cabrón, es narco. Pero además, está enfermo de poder. Ahora que la revista Proceso publicó sus relaciones con el narco -en diciembre 2002- mandó comprar todas las revistas aquí en Saltillo. Está cabrón, es peligroso, no sé cómo lo soporta el gobernador o que le debe”.
Al segundo lo tipifica como “la coneja mandilona”, por haber retirado su precandidatura a gobernador en la contienda interna del PRI. “Si la coneja piensa que el gober lo va a hacer gobernador, está equivocado”, asevera.
Y es que la lucha por conseguir los afectos y los calores de Enrique Martínez y Martínez, entre estos precandidatos está abierta. Como la lucha por la gubernatura se da ya en todo Coahuila.
Las filias políticas de Humberto Moreira
Convencido de que pararse en las colonias populares es su primera parte del boleto para llegar a ser gobernador, Moreira Valdés ha convertido sus primeros ocho meses de gestión, en ocho meses de activismo administrativo. Con rotafolio en mano se presenta en las colonias populares para “levantar” las demandas de los pobladores marginados.
Presume que se destinará el 50 por ciento del presupuesto de inversión a estas áreas habitacionales, pero no quiere convertirlo en norma. Esto es claro, en épocas electorales quiere posicionarse nuevamente utilizando lo que queda de la antigua estructura del INEA, sólo que ahora inyectando recursos municipales. Nada nuevo pues.
Además, en Saltillo, el panista y ex alcalde de la ciudad, Manuel López del Bosque -que quiere ser gobernador incluso con el apoyo de Martínez y Martínez-, ahora candidato blanquiazul perdedor de la diputación federal por el distrito IV -con asiento en esta ciudad-, cultivó a los seccionales priístas y sigue haciéndolo.
Así, tanto López del Bosque como Moreira Valdés mantienen la disputa por controlar la estructura electoral que en sus planes está usar en las elecciones del 2006.
La orden para Humberto Moreira fue clara, pararse en las colonias populares para rescatar de una derrota estrepitosa al PRI, más no necesariamente para apoyar a Oscar Pimentel, contrincante de López del Bosque.
Humberto Moreira quiere consolidarse en Saltillo, sueña que le será suficiente para quedarse con la candidatura para gobernador en el 2006. De manera que no es raro el desfile de supuestos seguidores de todo el estado que comparten con él en los restaurantes “El Chivatito” y “El Cherokee”, sus preferidos.
Allí, sus hipotéticos fieles escuchan de él que está metido en la lucha por la “más grande” del estado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario