RAÚL A. RUBIO CANO
Mayo 1 de 2020
Las luchas estudiantiles y populares que vendrán después de 1968, no les faltará en su planeación, en su organización, en sus combates y en el descanso obligado, las reconfortantes canciones de Óscar Chávez. A pesar de esos años de lucha y de feroz represión, Óscar estuvo en todos lados. Lo mismo le cantaba a los bravos estudiantes, a los campesinos, a los guerrilleros, a Genaro y a Lucio, como también, sensibilizaba con sus críticas cuando denunciaba la riqueza oficial Priista de esos años, con canciones como la “Casita”: “¿Qué de dónde amigo vengo? de una casita que tengo, por allá en el Pedregal…” Espacios liberados como el Aula Magna de nuestra querida UANL en 1970, nos recuerda Anabel, la mujer de nuestro siempre presente Tomás Okusono, gozó de la visita de Chávez, y Anabel hasta conserva autógrafos del cantor y, todavía recuerdo que sus grabaciones circulaban clandestinamente, –cuenta la leyenda urbana-, que se grababan en Cuba y se traían clandestinamente a México, circulando entre los activistas y organizaciones estudiantiles y populares; Óscar, era un “clandestino” más, un estudiante crítico, un campesino reprimido, un guerrillero de Guerrero; su espíritu cantor viajaba en los combates por un mundo mejor para todos en esos convulsos años, o descansaba con los jóvenes guerreros, en su reflexiones sobre la vida y sus luchas, como fue el caso muy exclusivo de la cantina “El Casino Bar”, en la esquina de Tapia y Diego de Montemayor, donde atendido por el mesero “El Chino”, se ofrecía suculenta botana hasta el hartazgo, acompañando heladas cervezas; sitio único, donde se podía disfrutar en la radiola, dos canciones de Chávez: “Macondo” y “Por ti”, las cuales escuchábamos hasta el cansancio. Chávez acompañó con sus repertorios a los luchadores de aquellos años, en las buenas y en las malas, en los combates y en el descanso; en la huelga, el paro, el bloqueo, la invasión de tierras, en el ejido o la fábrica; en el centro cultural universitario o, en la casa de seguridad de los grupos guerrilleros. El sistema político imperante lo odiaba, igual o peor que esos jóvenes combatientes de finales de los años sesenta y setentas del siglo pasado. Una vez calmada la “marea subversiva”, por la represión de aquello años, en donde el “torturador de torturadores”, Nazar Haro, sería el genio de la destrucción de sueños y vidas de los opositores y, entonces, Óscar, pasaría con su creatividad artística, a indagar el folclor Caribeño y Mexicano, investigando esa memoria popular en gente como José Martí y su influjo en la Revolución Cubana, retomando significativamente, la canción de El Che de Carlos Puebla y, en esa camino, llegó a nuestra UANL en la última parte de su vida. Dejemos que Edmundo Derbez, de la Secretaría de Extensión y Cultura, nos cuente en su nota de ayer: “Óscar Chávez, su querida presencia se queda en la UANL”. Asegura Derbez: “El compositor, cantante y actor Óscar Chávez (1935-2020) fallecido este día, 30 de abril, a la edad de 85 años, mantuvo con la UANL una estrecha relación. Si bien el Grupo El Tigre había trabajado en un par de discos en colaboración con Pentagrama, sello que grababa al autor, la unión del artista con el grupo en su común misión de rescatar y difundir la música tradicional mexicana cristalizó en noviembre de 2004 con la grabación del fonograma titulado ‘Puro Nuevo León’, un álbum realizado a iniciativa de Luis Carlos López ‘Maico’. Con un repertorio de 16 canciones entre corridos, redovas, boleros rancheros, polcas, mazurcas y chotises, con temas como ‘Prenda del alma’, ‘El taconazo’…” -Agregamos ‘La Varsoviana’, ‘Zapatitos colorados’, ‘Corrido de Agapito Treviño’ ‘Morenita mía’ y otras más-, “…el disco se presentó en memorables conciertos: en el Teatro Universitario, el 11 de diciembre de 2004; y posteriormente en el Centro Nacional de las Artes, en la Ciudad de México, el 5 de marzo de 2005. Ataviado con una cuera, pantalón café y su inconfundible coleta entrecana, Chávez acudió a la Hacienda San Pedro en Zuazua, N. L., para la sesión de fotografías que ilustraron el disco. Este trabajo en conjunto siempre entusiasmó al artista. ‘Me siento muy halagado de que me hayan permitido colaborar’, dijo esa vez con modestia. Para la portada del disco dedicó el contenido ‘cargado de frondas del desierto, con aromas del norte y memorias abuelas, con granitos de arena de amados musiqueros que no han perdido el alma con todos los piporros, que por ahí pululan, luchando contra el olvido. Sea por ellos. Gracias al Grupo El Tigre y su rabiosa espera’. El Tigre también lo acompañó, el 28 de agosto de 2010, en un concierto en el Auditorio Nacional con un repertorio conformado por música norteña. El trabajo arduo y continuo de la selección de temas, los ensayos, las grabaciones y los conciertos, hermanaron a los músicos universitarios de El Tigre con este gran artista, y gracias a ello su nombre está íntimamente asociado al de nuestra Máxima Casa de Estudios. Muchos de los temas en audio y presentados en los conciertos con El Tigre se encuentran disponibles en youtube. La última presentación de Chávez en la UANL fue en la Explanada del Colegio Civil dentro del UniFest que organizó la Secretaría de Extensión y Cultura el 30 de septiembre de 2018, con motivo del aniversario 85 de la casa de estudios”. Como también señaló ayer, el doctor Juan de Dios Sánchez en su mensaje a las Redes alusivo al fallecimiento de Chávez, dijo: “Una vida con el Pueblo… se hace y es siempre inmortal. Sus canciones impidieron a la muerte que esta dijera la última palabra…Va mi aplauso conmovido… ¡Óscar Chávez vive! ¡No murió!” ¡Órale! ¡Hasta siempre,
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