Enero 14 de 2019
Ayer la periodista Adriana Flores, quien trabajara varios años para Tele Sur, en Caracas, Venezuela, nos informó en su muro de Facebook sobre el caso de Venezuela y México en esta cuestión que hoy vivimos sobre las dificultades para el abasto de combustibles. Dice Flores: “Ambos casos se parecen en los efectos inmediatos: la escasez de combustible que impacta en diversos sectores económicos (como la del abasto de alimentos al menudeo, cuyos vendedores ya reportaron una baja en sus ventas debido a que los compradores tardan más tiempo en acudir a los establecimientos por falta de gasolina o la baja de ingresos de taxistas, choferes de transporte público y despachadores de estaciones de servicio que ven una merma en sus ingresos. Las organizaciones empresariales también advirtieron sobre el impacto que tendrá esta medida en el Producto Interno Bruto del país).Y se parecen, también, en la esencia de la acción: golpear una estructura de poder. Pero es justo ahí donde nace el ramal de las diferencias”. Agrega: “La primera, es el objetivo directo: En el caso venezolano, el sabotaje fue una medida de presión contra el presidente Hugo Chávez, luego de que la Asamblea Nacional de mayoría chavista le aprobó leyes habilitantes. En el mexicano, el cierre de ductos fue para combatir a la mafia detrás del huachicoleo (contrabando de combustible) que generaba pérdidas por más de 3 mil 300 millones de dólares al año. La otra diferencia son los autores: en Venezuela, el paro fue convocado desde la organización empresarial Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras), partidos de oposición y grupos civiles como Súmate (con financiamiento de la estadounidense National Endowment for Democracy). En el mexicano, la estrategia fue dirigida desde la cúspide del Poder Ejecutivo, por el presidente Andrés Manuel López Obrador. La otra diferencia es la meta a largo plazo: en Caracas, el propósito era lograr la salida a través de métodos no democráticos del presidente Chávez, para cambiar el modelo económico y político que estaba siguiendo el país bajo su gestión; en México, el objetivo es limpiar de corrupción a Petróleos Mexicanos (Pemex), donde se han identificado 12 mil sitios de extracción de ductos y el robo de 787 pipas de combustible al día. El método es distinto: en Venezuela, la directiva de PDVSA ordenó la suspensión de todas las actividades de la empresa; en México, el gobierno ordenó el cierre de válvulas en 4 de 13 oleoductos y el despliegue de más de 4 mil soldados y marinos para vigilar el operativo. Distinta también es la narrativa: en Venezuela, los organizadores le llamaron ‘Paro Cívico Nacional’ aunque la acción no fue convocada por trabajadores exigiendo mejoras laborales y no se dio a conocer ningún pliego petitorio necesario para oficializar una huelga; en México, el gobierno le llama ‘sabotaje’ aunque este término no ha tenido tan amplia difusión como la de ‘desabasto’”. Definitivamente, mientras que en Venezuela la gente era obligada a participar en ese “paro” de la Derecha imperialista; en México, la solidaridad con AMLO -nacional e internacional-, contra el Huachicol, ha sido evidente ¡Órale! raurubio@gmail.com
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